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lunes, 3 de enero de 2011

HERMENÉUTICA DEL APOCALIPSIS

HERMENÉUTICA DEL APOCALIPSIS


Una cuchara adecuada
Vamos a abrir la palabra del Señor en el Libro del Apocalipsis; vamos a abrir por ahora en el primer capítulo. En las dos ocasiones anteriores hicimos una introducción necesaria en lo relativo a las consideraciones de alta crítica; o sea, relativo al autor del libro, etc. y lo relativo también a la baja crítica en relación con los textos, a la transmisión textual desde el siglo I hasta hoy de este precioso libro y su canonicidad. Hoy, antes de entrar, con la ayuda del Señor, después, si Él así nos lo concede, verso por verso, capítulo por capítulo, quisiera hacer una consideración general acerca del libro, ya no acerca del autor, ni tampoco de los manuscritos en que se ha contenido, sino acerca del libro mismo y acerca de las herramientas que necesitamos, con la ayuda del Señor, para entenderlo. Habíamos mencionado la vez pasada que la sopa nos viene en un plato y nos la tomamos con una cuchara; la sopa es el alimento, la sopa es el contenido, la sopa nos la tomamos por medio de la exégesis; o sea, leyendo y entendiendo, con la ayuda del Espíritu Santo y su promesa, este libro que es para todos sus siervos; pero claro que esa sopa viene en un plato, o sea, en un documento que es la Biblia, que tiene una historia, que ha pasado muchos combates y ha prevalecido sobre esos combates y ataques, y eso es lo que se trató la vez pasada. La vez pasada se trató algo del plato en que nos viene el Libro; pero antes de pasar a tomarnos la sopa, vamos a tratar de la cuchara, o sea, de la herramienta de la hermenéutica necesaria a tener en cuenta para leer este libro; o sea que el plato es la bibliología en sus aspectos de alta y baja crítica; o sea, la autoría, la legitimidad, la canonicidad, la transmisión textual que es la base de estas traducciones; ese es el plato; y la hermenéutica que es el arte o ciencia de la sana interpretación, el conjunto de normas, métodos, principios, reglas para interpretar sanamente, esa es la hermenéutica, esa es la cuchara. Entonces, necesitamos también valernos de una cuchara adecuada para tomarnos esta preciosa sopa, este alimento del Señor.

El corpus de la revelación
Hoy no vamos a estar haciendo una exégesis ordenada de los versos, sino mirando solamente de manera general el libro, mirando su ubicación dentro del contexto de toda la revelación. Ustedes recuerdan una frase que dijo el apóstol Judas Tadeo Lebeo, hermano del Señor Jesús y de Santiago, y yo quisiera en relación con el Apocalipsis, leer esa expresión de Judas; al final del verso 3 de la epístola, él dice por el Espíritu Santo una expresión que es la siguiente: “La fe que ha sido una vez dada a los santos”; esa frase significa mucho, esa frase significa que ya no vendrá después de la primera generación apostólica una revelación nueva, una supuesta nueva revelación con un anuncio nuevo; ya lo que Dios tenía que anunciar a nuestra fe, ya fue anunciado; la fe ya fue dada una sola vez y no tenemos que añadirle nada nuevo; todo el contenido de lo que Dios ha revelado ya salió del corazón de Dios, ya está inspirado su registro y ya está contenido en las Sagradas Escrituras; claro que de ahí en adelante el Espíritu Santo viene a iluminarnos, a darnos revelación de lo que está escrito en la Palabra, pero ya no va a aparecer una nueva Biblia; cualquiera otra supuesta Biblia, cualquier otro libro, así sea el Corán, así sea el Libro del Mormón o cualquiera otro escrito que pretenda traer un nuevo evangelio, es declarado anatema por parte de Dios, por parte de Su palabra. El apóstol Pablo dijo que ni siquiera ellos (los apóstoles), ni siquiera un ángel del cielo, así se llame Moroní o pretenda ser Gabriel, ni siquiera un ángel del cielo puede anunciar un evangelio diferente del que reveló Jesucristo y que anunciaron los apóstoles. No es un evangelio de los apóstoles, es un evangelio de Dios por Jesucristo; y el Padre dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd”; y el Señor ya reveló todo lo que tenía que revelar, ya la palabra de Dios está completa, el corpus de la verdad ya fue manifestado, ya está escrito; ahora lo que podemos hacer es procurar penetrar en él, entenderlo con la ayuda del Espíritu Santo; pero ya una revelación nueva que venga a quitarle o a agregarle o a modificar la que tenemos en la Biblia no puede darse; ya Dios pronunció un anatema sobre cualquier otro pretendido evangelio o anuncio diferente al que Él ya anunció; los apóstoles ya anunciaron y el Espíritu Santo inspiró que se registre y ya está escrito en la Biblia; por eso se habla de la fe que una vez fue dada a los santos; es lógico que ese proceso de revelación de Dios duró muchos años; Dios ya algo reveló al primer hombre, y lo que Dios reveló al primer hombre ya fue registrado en la Biblia; y luego ya hubo todo el proceso de los patriarcas, todo el proceso de Moisés, de Israel en el desierto, de Israel en Canaán, de Josué, de los Jueces, de los profetas, luego vino la cautividad babilónica, entonces vino el período de Esdras, luego vino Juan el Bautista anunciando la venida del Mesías y vino el Mesías cumpliendo las profecías, conforme a una primera venida que tenía que ser para pagar el precio de nuestros pecados conforme a la tipología y la profecía, y resucitar al tercer día ante testigos y enviar el Espíritu Santo y los apóstoles. Con la muerte del último de los doce apóstoles del Cordero, que fue el apóstol Juan, se cerró el canon de las Sagradas Escrituras y se completó el corpus de la verdad, la fe que había de ser revelada; la fe que una vez fue dada a los santos. Ahora, no estamos esperando revelaciones nuevas, sino solamente penetrar, con la ayuda del Espíritu Santo, en la revelación que ya está completa, ya fue dada y ya está en la Biblia; fue precisamente al apóstol Juan al que le correspondió completar el canon de las Sagradas Escrituras.

El libro de la consumación
El apóstol Juan fue aquel que el Señor escogió para que escribiera los últimos libros de la Biblia; ya Mateo, Marcos y Lucas habían escrito su Evangelio, pero el Espíritu Santo movió al apóstol Juan para que él escribiera cosas que ni Mateo, ni Marcos, ni Lucas habían escrito; es decir, con el Evangelio según el apóstol Juan, se completan los evangelios. Las últimas cartas o las últimas epístolas en ser escritas también fueron las del apóstol Juan; el apóstol Juan fue el último en escribir; él escribió prácticamente a fines del siglo I y también el Apocalipsis es el último libro profético y el último libro apocalíptico de la Biblia; ya en el Antiguo Testamento habíamos tenido algunos libros apocalípticos, especialmente Daniel que es considerado un apocalipsis veterotestamentario; también Ezequiel y también Zacarías; estos tres profetas tienen características apocalípticas.

Basado en ese Apocalipsis, principalmente el de Daniel, después en el período intertestamentario surgieron otros apocalipsis espúreos, tratando de presentar una visión futurista, escatológica, pero no fueron inspirados por el Espíritu Santo, no están en el canon de las Sagradas Escrituras; se pueden leer, se basan en cuestiones del Antiguo Testamento, pero no son el Antiguo Testamento mismo; luego, en el Nuevo Testamento hay algunos pasajes apocalípticos del mismo Señor Jesús; por ejemplo, los que aparecen en Mateo 24, en Marcos 13, en Lucas 17, en Lucas 21; esos son pasajes de tipo apocalíptico del Señor Jesús; pero el Apocalipsis por excelencia, el Apocalipsis que culmina la revelación, es este Apocalipsis del apóstol Juan que fue colocado al final de la Biblia. Yo creo que esa es la ubicación mejor que se le puede dar a este libro; es posible que el evangelio y las epístolas hayan sido escritas por Juan un poco después, para completar la revelación acerca del Señor Jesús, pero la culminación de la Biblia, allí donde se termina todo el desarrollo del programa de Dios, se da en el Apocalipsis. El Apocalipsis es el libro donde aparece la cosecha final; o sea que todo lo que se sembró en el Génesis, en el Pentateuco, todo lo que fue desarrollándose en el trabajo de Dios, en la economía divina, a lo largo de todos los siglos, tiene una culminación en el Apocalipsis; podemos decir que el Apocalipsis es el libro de la consumación; es un libro principalmente, no únicamente, pero principalmente escatológico.


La revelación divina trata acerca de Dios, trata acerca del Mesías, trata acerca de la caída, acerca de la salvación, trata acerca de la Iglesia; de manera que varias de las materias de la Teología Sistemática encuentran en otros libros de la Biblia sus principales contenidos; pero dentro de la Teología Sistemática lo último en tratarse es la escatología, la que trata de la consumación de las cosas.

 Existe un sentido en la historia y existe un propósito eterno de Dios, que es el que le da sentido a la historia; es un Dios Soberano y un Dios que muchas veces ha profetizado y sus profecías se han cumplido; pero tenemos también profecías para el futuro, y el libro que contiene las profecías finales es precisamente el libro del Apocalipsis. El Apocalipsis es como un libro donde están todas las terminales de la Biblia. ¿Qué quiero decir con todas las terminales? Cosas que comenzaron a ser reveladas desde el Génesis y en otros libros a lo largo de la Biblia, fueron teniendo un desarrollo; la revelación fue progresiva, se fue añadiendo algún detalle más a la revelación, hasta que toda la revelación culmina en el Apocalipsis; todo lo que comienza en cualquier otro libro de la Biblia tiene su terminación en el Apocalipsis; en el Apocalipsis encontramos el final definitivo de la mano de Dios de todos los asuntos; Dios le da conclusión a todos los asuntos y revela eso en el libro del Apocalipsis; o sea que para el Apocalipsis, para leerlo y entenderlo, se necesita tener en cuenta toda la Biblia.


Una de las razones por la cual el hereje Marción, a comienzos del siglo II, rechazó el Apocalipsis, es precisamente porque él era antijudío; él decía que el Dios del Antiguo Testamento era un demiurgo inferior, que el Padre de nuestro Señor Jesucristo era otro Dios; él no entendió que era una revelación progresiva; él dijo que era otro Dios; entonces él rechazó todo lo de los judíos, él fue un gnóstico. Simón el Mago tuvo un discípulo llamado Cerdón y éste tuvo otro discípulo llamado Marción y este Marción rechazó el Apocalipsis porque lo consideraba muy judaico; él rechazó los escritos de los apóstoles Pedro, Jacobo, Juan, así como hoy en día hacen en «Creciendo en Gracia», y solamente aceptaba algunos escritos del apóstol Pablo mutilados y solamente un evangelio, el de Lucas, también mutilado; ese es el canon de Marción, sólo Pablo mutilado y Lucas mutilado; él rechazó el Apocalipsis porque el Apocalipsis tiene mucho de semítico, tiene mucho del Antiguo Testamento; ¿por qué? porque allí están las terminales de toda la Biblia. Si tú ves un candelero en Apocalipsis, tienes que, para entender esa figura, retroceder a la primera mención, a la segunda y a la tercera y a las demás menciones del candelero; si tú encuentras unas bestias y unos cuernos en el Apocalipsis, tienes que regresar a las primeras menciones de las bestias y de los cuernos anteriores; si tú ves un trono en el Apocalipsis, tienes que regresar atrás; si tú ves un tabernáculo en el Apocalipsis, cualquier figura o señal, o profecía que tú encuentras en el Apocalipsis, se remonta a la Biblia atrás de él; o sea, el Apocalipsis es un libro no aislado, sino es el libro que culmina la Biblia; en el Apocalipsis están las terminales de la Biblia; todo lo que comienza en algún punto de la historia del pueblo de Dios se desarrolla y se culmina en el Libro del Apocalipsis; o sea que el Apocalipsis es un Libro que no se puede leer sin el resto de la Biblia. De los alrededor de 400 versículos casi 280 son alusiones al Antiguo Testamento, casi 280; o sea que para poder entender esas frases, esas alusiones, esas figuras, esas señales, necesitamos acudir a todo el Antiguo Testamento y también al resto del Nuevo Testamento.


Señales claves en el Apocalipsis
El Apocalipsis es el libro de la culminación y allí encontramos el estadio final de todas las cosas y también encontramos las señales claves que resumen toda la Escritura. Ustedes recordarán que en el Evangelio de Juan, él habla así: “Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria”; y luego más adelante dice: y esta señal hizo; como siete veces aparece de parte de Juan la mención de que el Señor Jesús hizo señales. La palabra señal, semeion [σημείων] en el griego, significa algo más que prodigio; algo más que milagro; un milagro puede ser una cosa prodigiosa, pero la palabra señal quiere decir más que milagro y quiere decir más que prodigio; una señal es un signo. Un signo o una serie de signos son instrumentos de revelación y de mensaje. Cuando un milagro se considera solamente como milagro todavía no estás viendo la señal; pero cuando el milagro sirve de señal para un mensaje de Dios acerca de Cristo, de nuestra condición, de la salvación, ahora le podemos llamar que existe una señal, no sólo un milagro; o sea que Dios usa los milagros como señales, usa visiones, usa figuras como señales.

Si ustedes me acompañan al primer capítulo de Apocalipsis, ustedes van a ver, aunque aquí en el castellano no está tan claro eso, en el idioma griego es sumamente claro; allí en Apocalipsis 1:1 dice: “Apocalipsis de Jesucristo”; ese artículo “la” no está en el griego; no es “La revelación de Jesucristo”, sino “Revelación de Jesucristo”, “Apocalipsis de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto, y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”. Por ahora no me voy a detener sino en el contexto de lo que venimos diciendo en forma inmediata en la palabra “declaró”; lo que aquí se traduce “declaró”, la revelación de Jesucristo que Dios le dio, esa palabra “declaró” es una palabra griega que tiene como raíz esa palabra “semeion”, que quiere decir “señales”; o sea la declaró por medio de señales; la idea de declarar por medio de signos, de figuras, de símbolos para dar un mensaje a través de esas señales, está debajo de esta palabra “la declaró”; o sea, la manifestó con señales, con signos, con símbolos, con figuras.


Eso quiere decir principios espirituales primero, proyecciones proféticas segundo, realidades históricas que cumplen esas profecías y manifiestan esos principios son declaradas por medio de señales. Las señales no son solamente algo histórico y no es solamente algo profético; la señal es algo para mostrar principios. Por ejemplo dice Juan: Vi una señal en el cielo, una mujer, y la describe, para dar a luz un niño, y lo describe, y luego dice: Vi otra señal: un gran dragón con tantas cabezas y cuernos, y lo describe; esas cosas son señales; o sea, Dios está dando un mensaje, revelando principios a través de esas señales. Claro que esos principios que son de Dios y que revelan el carácter de Dios se manifiestan también en las profecías y lógicamente también en las coyunturas históricas, pero principalmente las señales, lo que hablan, son mensajes y principios.


Una clave triple
Primera clave: Interpretación histórica. Entonces hablábamos de una cuchara que tenemos que tener preparada para tomar la sopa; o sea, una hermenéutica, unas reglas, normas, métodos, principios de interpretación que necesitamos usar para el Apocalipsis. Como el Apocalipsis es un libro de señales, las señales revelan principios así vengan de profecías o dentro de casos históricos. Nos damos cuenta de que debemos interpretar el Apocalipsis en un triple nivel por causa de que es un libro de señales. Un milagro como ejemplo, la conversión del agua en vino en Caná, no era solamente un milagro; era una señal; o sea el milagro fue algo histórico, pero ese milagro estaba proyectando una enseñanza, un principio; no era solamente un milagro que aconteció, sino que ese milagro significaba algo, algo en relación a Dios, algo en relación a nosotros, algo en relación al plan de Dios, algo en relación al lugar de Cristo en ese plan. Entonces quiero decirles que a este libro de Apocalipsis debemos leerlo en una triple clave, puesto que es una revelación declarada en señales. La primera clave es una clave histórica; es decir, el libro se dio en un contexto específico de la historia; algo aconteció en la historia y algo Dios estaba respondiendo con ese libro para la historia. Cuando, por ejemplo, el Apocalipsis fue enviado a las siete iglesias que están en Asia, esas iglesias eran iglesias históricas que estaban en una determinada situación histórica y que estaban pasando por una determinada situación, y el Señor responde a las necesidades coyunturales históricas de sus iglesias en ese tiempo y les escribe con figuras que ellos podían entender y que podían utilizar para interpretar su propia coyuntura, ser consolados y ser inspirados en su situación histórica. Por ejemplo, Abraham vivió una historia y esa historia de Abraham está registrada en la Biblia y fue algo que aconteció con Abraham. Él tuvo dos mujeres: una se llamó Sara, otra se llamó Agar; tuvo de Agar un hijo que se llamó Ismael, tuvo de Sara otro hijo que se llamó Isaac y todo aquello fue una historia; sin embargo, hay otra lectura que tenemos que hacer después y encima o detrás, como usted lo quiera decir, de la primera lectura histórica.

Segunda clave: Interpretación profética. Pablo, cuando leía la historia de los patriarcas, él se dio cuenta por el Espíritu Santo que le abrió los ojos, que detrás de aquella historia, detrás de aquellas coyunturas históricas, Dios estaba usando esa historia para proyectar una alegoría. Entonces Pablo en el Libro de Gálatas, cuando cuenta la historia del patriarca Abraham y de sus mujeres Sara y Agar y de sus hijos Ismael e Isaac, dice Pablo: “24Lo cual es una alegoría, pues estas dos mujeres (no son sólo dos mujeres) son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. 25Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual (la Jerusalén terrenal), pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud”. Vemos, pues, que Agar representa el Antiguo Pacto, Sara representa el Nuevo Pacto. Ismael representa el hijo de Agar, nacido por el esfuerzo humano, en cambio Isaac representa al hijo nacido por la intervención soberana y sobrenatural de Dios, por el Espíritu; o sea que detrás de la historia el apóstol Pablo pudo discernir, no solamente que Dios nos estaba contando una historia en Génesis, sino usando esa historia como alegoría; lo mismo sucede en el Apocalipsis. En el Apocalipsis, ciertamente la iglesia en Efeso era una iglesia histórica; ciertamente que lo que se dice ahí sucedió allá; seguramente que el personaje Antipas que aparece mencionado en Pérgamo era un hombre real a quien realmente mataron; seguramente que Jezabel, la que aparece en Tiatira, era una mujer específica que se llamaba Jezabel y lo que se dice aconteció en forma histórica; pero no hay que quedarnos solamente en leer estos pasajes solamente como historia, puesto que Dios mismo dice que además de historia son proféticos; por eso en el libro de Apocalipsis se habla de que este libro es una profecía; y luego en Apocalipsis 1:3, dice: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía”; o sea que el Apocalipsis es una profecía y es una profecía no solamente en relación con acontecimientos pasados, sino en relación con acontecimientos futuros; por eso miren lo que dice en el versículo 1: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”; cosas que deben suceder; o sea que no todo lo que está en el Apocalipsis es una revelación de algo histórico pasado, sino que se proyecta hacia el futuro. “Cosas que deben suceder”, cosas que están en el futuro, y por eso lo llama este libro “profecía”. “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca”. Claro que esta palabra que dice aquí: “que deben suceder pronto” y “cerca”, es desde el punto de vista del que da la revelación, que es el Señor Jesús; para Él un día es como mil años; los últimos días para nosotros es un largo período, pero para el Señor es como un pestañeo, porque Él es eterno.

Entonces la palabra “cerca” y la palabra “pronto” debemos saber que provienen de la boca de Jesucristo y no necesariamente de la boca de Juan.


Entonces en Apocalipsis 22, se nos declara lo mismo. Apocalipsis 22:19 y luego en el versículo 10. En el 19 dice: “Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro”; o sea, “el libro de esta profecía”; éste es un libro de profecía. En el 22:10: “Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca”. Entonces, hermanos, tenemos tres versos que nos dicen claramente que el Apocalipsis es un libro de profecía; de manera que la cuchara para tomar la sopa, la hermenéutica para interpretar, nos indica que debemos leer este libro como una profecía y no sólo como algo histórico. Ah, claro que ha habido intérpretes que han tenido intereses de solamente tomar el Apocalipsis como un libro histórico del pasado; especialmente aquellos que son denunciados en este libro; les gusta que se interprete el libro como algo del pasado; es una cuestión de Nerón; esos siete reyes, ya pasaron; esa es una cosa del pasado, que había una persecución; entonces como para darles un poco de tranquilidad en esa persecución, les dijo unas cuantas cosas; esa es una cosa del pasado y no tiene nada que ver con el ahora. Claro, como habla de la gran ramera vestida de púrpura y de escarlata, la ciudad de Roma, y como habla otras cosas posteriores, muchos intérpretes no quieren verse retratados en esa profecía y prefieren considerar el libro desde el punto de vista meramente histórico, como cualquiera otro de los apocalipsis judíos que había en el período intertestamentario, y a lo mejor no fue el apóstol Juan, sino otro Juan, porque Eusebio, porque Papías, y empiezan con ese espíritu de escepticismo a tratar de desembarazarse de este libro. ¡Qué cosa seria! Si quitarle una parte a esta profecía es serio, cuanto más quitarse el libro de encima es más serio. Este libro no es para quitárselo de encima; es para leerlo, oírlo y guardar las cosas que en él están escritas.


Entonces, hermanos, además de percibir en el libro, porque sí se perciben acontecimientos históricos, esos mismos acontecimientos históricos sirven como tipología para proyectar alegoría y profecía; así como la historia de los patriarcas, no sólo fue historia, sino que proyectaban alegoría y profecía, así también los acontecimientos históricos, como el de Nerón, como el del Nerón revivido llamado Domiciano, fueron acontecimientos históricos; pero esos acontecimientos históricos, al igual que los acontecimientos históricos patriarcales, proyectaban profecía para el futuro; esto es profecía, no es sólo historia; esto no es para describir sólo situaciones del pasado reciente de Juan, sino del futuro de todos los siervos de Dios. Este libro, dice, es para revelar a sus siervos o manifestar a sus siervos, o sea a los siervos; aquí no habla de un predicador especial, sino de todos los hijos de Dios, que son todos siervos de Dios; manifestar a ellos las cosas que deben suceder pronto. Este libro es una profecía; de manera que cuando leemos algunas cosas, aunque hayan tenido un cumplimiento histórico, Dios escogió esos acontecimientos históricos como lenguaje, como señal para proyectar profecía y también principios


Tercera clave: Interpretación arquetípica, de los principios. El tercer nivel de interpretación que tenemos que tener en cuenta es el nivel de los principios. Hay una interpretación histórica inicial; sobre ella una interpretación profética; pero Dios, tanto en el cumplimiento histórico, como en la profecía, manifiesta principios; “arqué”, es la palabra que quiere decir “principio”; por eso le podemos llamar interpretación arquetípica; percibir el arquetipo, el principio. Entonces está una interpretación histórica, pero como no es solo una historia, proyecta profecía, proyecta tipología, proyecta alegoría, hay una segunda interpretación profética que es obligatoria, porque es una profecía; no podemos tomar esto solamente como un libro histórico, aunque sí lo es, pero es más que eso, es una profecía; pero esta profecía nos obliga también a ver que Dios revela principios en las señales.

Fíjense, por ejemplo, conmigo en Apocalipsis 2 y 3, como después de que le habla a siete iglesias históricas, está proyectando profecía acerca de la iglesia; pero luego de proyectar profecía acerca de la iglesia, al final de cada mensaje a cada iglesia, dice lo siguiente (2:7, cuando le habló a Efeso): “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. En el verso 1 decía: “El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:” o sea, este es el Hijo, el Hijo de Dios habla esto a una iglesia histórica que existió en el tiempo de Juan, que era la iglesia en Efeso; pero en la iglesia de Efeso está tipificado lo que caracterizaría un período profético de la historia de la iglesia; entonces usando las situaciones coyunturales se está proyectando profecía; pero no sólo se proyectan profecías, porque ahora dice: “Oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”; o sea, a las iglesias en general, no sólo a estas siete, no sólo a las de aquella época, sino a las iglesias, todas las iglesias, cualquier ocasión que suceda en cualquier iglesia, un asunto semejante al que sucedió en Efeso, o en Esmirna, o en Pérgamo, o en Laodicea, Dios está revelando cómo Él entiende eso, cómo lo trata Él, qué aprueba Él, qué desaprueba Él.


¿Qué diferencia hay entre lo profético y lo arquetípico? Lo profético quiere decir que unas determinadas condiciones prevalecen en una determinada época de la historia de la iglesia; eso es lo profético. Por ejemplo, Dios sabía que en la edad media iba el cristianismo, la cristiandad, a tomar determinado cariz; entonces, tomó una iglesia histórica de la época, por ejemplo Tiatira, donde acontecía lo que iba a prevalecer en esa época medieval; entonces le habló primeramente a Tiatira en lo histórico; pero al hablarle a Tiatira en lo histórico, profetizó acerca de lo que prevalecería en determinado período de la historia de la iglesia, y Dios trató con la iglesia en sus períodos futuros; eso es lo profético, pero lo arquetípico es que no importa si tú no estás en determinado período histórico donde prevalecen determinadas situaciones; puedes estar en cualquier período, puedes estar en cualquier país, en cualquier lugar de la historia de la iglesia, de la geografía y del espacio, Dios está revelando principios. “Oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”; o sea, si tiene oídos espirituales, capte los principios. Si por ejemplo en tu iglesia, en tu localidad, están sucediendo cosas semejantes a las que acontecieron históricamente en tal iglesia o en determinado período de la iglesia, Dios habló ya, reveló sus principios de tratamiento, reveló sus aprobaciones, reveló sus desaprobaciones; entonces hay que tener en cuenta lo que revelan de Dios, de su trato, de sus evaluaciones y valoraciones estas profecías; tanto lo histórico como lo profético revelan lo arquetípico.

Lo histórico sirve de lenguaje para proyectar profecía, pero tanto en lo histórico como en lo profético se revelan los principios de Dios. A veces nosotros queremos ver el aspecto profético y queremos aplicarlo minuciosamente a determinada época de la historia de la iglesia o de la historia humana, determinados acontecimientos; pero resulta que en otros acontecimientos de otra época histórica, tú también puedes aplicar esas profecías. De hecho, durante veinte siglos, los cristianos han estado aplicando las profecías de la Biblia.

¿Por qué eso? Porque detrás de los acontecimientos históricos, detrás de la prevalencia en determinada época de ciertas condiciones, o sea, el aspecto profético, existen principios que siempre se mueven, no importa si estás en la edad media, el Apocalipsis te sirve proféticamente en la edad media; por causa de los principios; te sirve en la edad moderna por causa de los principios; te sirve en el primer siglo por causa de los principios.


Los arquetipos detrás de la historia
Dios es el Señor de la historia, y quisiera que mis hermanos recordaran unos versículos que están en el libro del Eclesiastés. Eclesiastés 3:10-11; y vamos a ver unas palabras que Dios dice allí que nos ayudan a entender este asunto de los principios; dice así:

“10Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. 11Todo lo hizo hermoso en su tiempo”; ok, ahí vemos el tiempo, ahí vemos la coyuntura histórica; pero resulta que los hombres, que en su cuerpo son temporales, fueron creados para la eternidad; y dice lo siguiente: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”; o sea que el hombre vive en el tiempo, pero el hombre tiene algo en su interior que es para la eternidad, que no se limita al tiempo, que lo hace levantarse de lo meramente accidental y coyuntural a un significado perenne; eso lo hizo Dios en el hombre.

Entonces el hombre necesita interpretar los principios detrás de la historia. Así como se descubren leyes biológicas; por ejemplo, Mendel comenzó a hacer unos experimentos con las plantas, con unos guisantes, y descubrió las leyes de la genética; o sea que no era que esta vez esta plantita, si yo siembro esto, produjo esto, pero eso fue esta vez; la próxima vez puede ser que produzca otra cosa; pero después produjo lo mismo, después lo mismo y después lo mismo; se dio cuenta de que de todas las coyunturas, todas, reflejaban un principio que siempre se repetía; ahí fue cuando descubrió las leyes de la genética.


Bueno, también la historia es como un cumplimiento alegórico de la teología. Fíjense que el Señor hablaba en parábolas; Él hablaba de la viña, cómo hay que sembrar esto, cómo se siembra aquello y cómo se recoge esto y cómo se recoge aquello; o sea, el reino de los cielos es semejante a un hombre que siembra una semilla y luego crecen unas hojitas verdes, luego le sale la espiga, luego el grano llena la espiga y cuando el grano ya está maduro, se mete la hoz porque la siega ha llegado; o sea, Él tomó algo que aconteció una vez, dos veces, tres veces, hasta que se volvió la ley de la naturaleza; ahora tomó la naturaleza y la usó como figura de la historia. El Señor interpretó la historia con el lenguaje de la naturaleza; o sea que la naturaleza es una señal para convertirse en parábola y hablar cosas de la historia, del tiempo de la siega, del tiempo de la siembra, del tiempo de regar y por eso se habla: vosotros sois plantío de Jehová y uno siembra, otro riega; o sea, lo que servía de algo natural, histórico, que sirvió para mostrar leyes naturales, ahora sirve como parábola para mostrar leyes o principios espirituales; o sea, existe un control de Dios; así como hay una providencia, un ciclo completo con un desarrollo completo en lo natural en una planta, por ejemplo en una espiga de trigo, lo mismo existe entre los seres humanos. El Señor habla de las vides que ya están maduras y hay que pisar el lagar y exprimir el jugo de la uva y subirá sangre hasta los frenos de los caballos; ahora él utiliza la siega: un ángel con una hoz. Mete tu hoz porque la siega ha llegado y ahora resulta que esas vides y esas espigas son naciones, son personas. Vemos, pues, que Dios revela cosas espirituales a través de las naturales. Las naturales son la figura, son el símbolo, pero existen realidades espirituales de las cuales Dios habla y esos son los principios, los arquetipos.

Pero la Biblia nos revela no sólo profecía lineal, sino principios; entonces en el Apocalipsis tenemos que tener en cuenta también ese tercer nivel hermenéutico; después de lo histórico y de lo profético, tenemos que ver el nivel arquetípico: los principios. Cuando dice: Oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias, ya no está hablando solamente de la iglesia de Efeso específica de aquella época ni del período de la iglesia primitiva representado por ella, sino que Dios reveló principios cuando trató con aquella iglesia histórica y con aquel período de la iglesia; reveló principios de Su reino que aparecen en cualquier situación. En cualquier momento tenemos que discernirlo y aplicarlo.

Por eso es que los hermanos del siglo II y del siglo III podían leer Apocalipsis, podían interpretar sus acontecimientos históricos coyunturales desde la época y ser beneficiados; pero pasada la edad media vino el cambio de milenio, el primer milenio; hubo nuevas situaciones y resulta que lo que había acontecido antes, volvía a acontecer después, y aquellos primeros cumplimientos servían de tipología, alegoría y enseñanza, porque revelan los principios para interpretar otra época posterior, la del primer cambio de milenio; y ahora nosotros estamos comenzando otro milenio y también las mismas cosas comienzan a acontecer y a revelarse; o sea que existe un cumplimiento típico y un cumplimiento final. Cuando está aconteciendo el típico puede parecernos que es el final, pero luego la historia nos muestra que era típico y no el final; por eso es que dice: La bestia que has visto, ese es el discernimiento de la situación política internacional; la bestia que has visto, era y no es y será; entonces cuando dice: era, está mostrando que sí realmente hubo un cumplimiento de la profecía. La profecía había dicho que iba a suceder eso y sucedió; pero no sucedió en forma definitiva, porque después va a suceder en forma definitiva otra vez. Entonces, era, pero no es todavía la final, pero será. Las cosas son y no son. Son porque es un cumplimiento de lo típico, pero no son todavía el definitivo, porque el definitivo viene después; por eso el Señor Jesús llamó la atención: Cuando vean guerras y rumores de guerra, terremotos y falsos profetas, tranquilos, eso es necesario que acontezca, pero todavía no es el fin; porque había la tentación de creer: Bueno, aquí hubo una guerra, ya es el fin inmediato; otra guerra, ahora sí es el fin inmediato; otra guerra, ahora si es el fin inmediato; tampoco era; en el siglo III otra guerra; ahora sí es el fin inmediato; tampoco era.

Después del siglo III otra guerra, ahora sí, no; por eso el Señor Jesús dijo: todavía no es el fin inmediato; es decir, lo que tenemos que hacer es vivir los principios, porque si tú vives en los principios de Dios, cualquiera que sea el cumplimiento, cualquiera que sea, puede ser provisorio, transitorio, tipológico, final, tú vas a estar correcto.

Pero si tú te pones a decir: Bueno, el anticristo es Hitler y resulta que no era él, entonces, ¿se equivocó la Biblia? No, no fue la Biblia; fuiste tú; la Biblia no habla de Hitler, pero habla de personas que actúan como Hitler; pero no sólo Hitler actúa así; o sea, arquetipos, cosas que se repiten en distintas coyunturas; la Biblia nos habla de sus principios y nos consuela y nos dirige en cualquier coyuntura; por eso está hablando a Efeso, sí, está tratando con Efeso histórico, está tratando de un período tipificado por Efeso, pero ahora dice: El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a todas las iglesias; o sea, está hablando para todas las épocas, para todos los lugares, para todas las situaciones; ¿para qué? para sacar los principios del asunto.


Ciclos de cumplimiento
Yo quiero llegar a un verso donde esto que les estoy diciendo, lo dice aquí la Biblia. Fíjense aquí en Eclesiastés 3:14-15; ahí está revelado por la palabra de Dios este asunto de los ciclos de cumplimiento tipológico hasta un cumplimiento definitivo. Por favor, guarden estos dos versos: Eclesiastés 3:14-15, porque ahí se revela en pocas palabras esto que yo emplee mucho tiempo diciendo. Miren lo que dice aquí Salomón por el Espíritu Santo: “14He entendido”; ah, por fin dejó de solamente estar mirando la coyuntura para ver el principio.

¿Entienden, hermanos? Muchos quieren leer el Apocalipsis sólo para ver la coyuntura. Ahora esto, ahora aquello, y se quedan sólo en lo coyuntural y no pasan detrás de la coyuntura a ver el principio. Las señales son para mostrar el principio, ya sea en ésta o en cualquier coyuntura parecida; hay que sacar el principio. Ahora Salomón, después de haber vivido muchas coyunturas, entendió el principio. Dice Salomón:


“14He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. 15Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó”.

¿Se dan cuenta de este principio tan importante? Todo lo que Dios hace será perpetuo. ¿Para qué? para que todos los hombres de todas las épocas, de todos los lugares, al ver los principios de Dios manifestados en toda coyuntura y cumplidos proféticamente, teman los hombres; Dios está en el control. “Aquello que fue, ya es”. Cuando ustedes leen en el libro I de los Macabeos, se dan cuenta que la profecía de Daniel 11 tuvo cumplimiento con Antíoco Epífanes en el tiempo de los Macabeos. Lean Daniel capítulo 9, capítulo 10, capítulo 11, especialmente el 11, y miren lo que va a pasar: la abominación desoladora, y cómo profanará el santuario y perseguirá a los santos y tal; y luego lean el primer libro de los Macabeos, la historia de Antíoco Epífanes, y se dan cuenta de que Antíoco Epífanes cumplió la profecía de Daniel 11; pero luego viene el Señor Jesucristo, toma la misma profecía de Daniel 11, se refiere al mismo Daniel 11 y dice: “Cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel”; y aplica esa profecía para el futuro, como si Antíoco Epifanes no hubiera cumplido nada; o sea que lo que sucedió en tiempo de Antíoco Epífanes fue un cumplimiento tipológico. ¿Por qué? porque hay dos simientes que se están moviendo.

Cada simiente manifiesta sus principios; siempre que Dios se mueve, se mueve según sus principios; y el diablo tiene sus antiprincipios o antivalores y se mueve también, y él siempre quiere controlar, dominar y hacer lo que hizo Antíoco Epífanes; tiene oportunidad el mismo espíritu y hace lo mismo con Nerón, y si tiene oportunidad hace lo mismo con Domiciano, y luego hace lo mismo por allá con el sultán Saladino, y hace lo mismo con Hitler o con Napoleón, o con cualquiera de los actuales. ¿Por qué? porque el espíritu es el mismo.

Miren: las personas se mueren, pero no los espíritus: éstos continúan, y los principios continúan. Si tú siembras un grano de maíz hoy, te va a dar una planta de maíz; pero si tomas otro grano de maíz y lo siembras de aquí a diez años, te vuelve a producir otra mazorca de maíz; ¿por qué? porque era la misma genética, el mismo principio.

¿Se dan cuenta? Entonces eso es lo que quiere decir interpretación arquetípica, percibir el arquetipo, el principio. Hay algo histórico, verdadero, algo profético también verdadero y algo arquetípico también verdadero. Necesitamos las tres cosas, verlo en los tres niveles y no verlo en un solo nivel. Oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias; aquello que fue, fíjate, con Antíoco Epífanes, ya es otra vez con Pompeyo; aquello que fue con Pompeyo, año 63 a.C., ya es otra vez con Vespasiano y con Tito, año 70 d.C.; y después vuelve y es con Adriano y la revolución de Bar Cochba en el 135, y después vuelve y sucede en el tiempo de las cruzadas, y ahora en los tiempos modernos; estamos más cerca de lo definitivo; vuelve y acontece.

Todo lo que Dios hace será perpetuo, sobre ello no se añadirá, ni de ello se disminuirá, y lo hace Dios para que delante de Él, teman los hombres, y para que los hombres conozcan a Dios.


Y ahora dice: “Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya”. ¿Tú quieres saber cómo va a ser el tiempo del anticristo? Léete el libro de los Macabeos y ve como fue Antíoco Epífanes; cuando lees la historia de Antíoco Epífanes, vas a ver cómo va a ser el tiempo del anticristo; y cualquier anticristo tipológico o típico que aconteció en la historia de la iglesia, porque el espíritu de anticristo, el misterio de iniquidad ya está en acción desde el principio de la historia de la iglesia, y cada vez que tiene oportunidad se acerca más a su cumplimiento final, porque es un mismo espíritu. “Aquello que fue, ya es, y lo que ha de ser, fue ya”. ¿Quién hace esto? Dios, Dios restaura lo que pasó; entonces debemos captar a Dios. El Apocalipsis es para conocer a Dios, es para conocer a Cristo y es para estar preparados para cualquier coyuntura histórica, para cualquier situación. Ahora, no vayan a desanimarse en este sentido: Bueno, si esto es solamente típico, puede ser que éste no sea el cumplimiento final, las cosas como están ahora. Yo les digo: hermanos, vivan como si fuesen a morir mañana; que si no es, hayan vivido conforme a los principios del Señor, pero si es, no los agarre desprevenidos. ¿Se dan cuenta? Los apóstoles vivieron como si el Señor fuera a venir en esa generación; bueno, no vino, pero vivieron como había que vivir. La segunda generación lo mismo. Nosotros debemos vivir como si ésta fuera la última y que puede ser o puede no ser; no podemos ser dogmáticos, pero sí puede ser. ¿Entienden, hermanos? Hay que aprender de toda la historia, de todas las coyunturas, de la profecía y de la interpretación actual de los acontecimientos, porque lo que está siendo ahora ya fue en otra vez. No sabemos si sea la última; puede ser, no sabemos. ¿Amén, hermanos? Pienso que por hoy, podemos parar aquí. ☐

LAS PRIMICIAS

LAS PRIMICIAS


“Éstos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Éstos son los que siguen al Cordero por doquiera que va. Éstos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero”. Apo. 14:4.

Comentarios de crítica textual
Hermanos, vamos a estudiar la palabra del Señor. Vamos a continuar con esta aproximación al Apocalipsis, y estamos llegando hoy al capítulo 14. En el día de hoy vamos a considerar, Dios mediante, los versos del 1 al 5, y algunas concomitancias, o las relaciones de este pasaje. Apocalipsis 14:1-5. Como acostumbramos a hacerlo, voy a leer esta versión de Reina-Valera 1960, que la mayoría tenemos adelante, y vamos a hacer los comentarios de crítica textual; es decir, examinando esta traducción a la luz de los manuscritos griegos más antiguos.

“Y miré”; griego kai, “y”, vi o miré; la palabra más exacta es “vi”. “1Y vi, y he aquí el Cordero que estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el nombre de su Padre escrito en la frente (la frase “el nombre” se repite dos veces; no es solamente el nombre del Cordero y el Padre, sino el nombre del Cordero y el nombre, otra vez; “onoma” aparece dos veces en el verso 1). 2Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como citaristas que citareaban sus cítaras (la palabra es “cítara” más que arpa; es literal, “cítara”; el original usa citarear y cítara). 3Y cantaban como (aquí aparece la palabra jos, como si, como que, entre la palabra cantaban y un cántico) un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatros seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. 4Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; 5y en sus bocas no fue hallada mentira; y son sin mancha”. La expresión “pues” está agregada por el traductor, lo mismo que la parte “delante del trono de Dios”; solamente aparece en dos manuscritos griegos tardíos. De los 300 manuscritos griegos del Apocalipsis, en ninguno, sino en dos tardíos, se le añadió esta parte: delante del trono de Dios; algunos otros le añaden otra cosa, pero la mayoría y los manuscritos más antiguos terminan donde dice: “y son sin mancha”.


De manera, pues, que si ninguno de los manuscritos más antiguos, sino dos muy tardíos tienen esa frase, entonces significa que es un agregado de algún escriba; porque ¿cómo puede faltar en casi los 300 manuscritos de los antiguos, y solamente son dos manuscritos tardíos en que aparece, frente a 300? Además, como el Textus Receptus se basó en estos dos tardíos, lo incluyó; y como Reina-Valera se basó en el Textus Receptus, por eso Reina-Valera los incluye. Entonces estamos haciendo el examen de la traducción de Reina-Valera a la luz de los manuscritos más antiguos, y también más numerosos. Bueno, hermanos, esto era por ahora el comentario de crítica textual acerca de este pasaje de Apocalipsis 14:1-5. Vamos, entonces, a volver sobre nuestros pasos y a analizar verso por verso esto que estamos leyendo.


Haciendo hincapié entre las dos partes de la misma profecía
En primer lugar, fíjense en dónde aparece el capítulo del pasaje; está en la segunda parte del Apocalipsis. Ya en el capítulo 10 nos dimos cuenta de que el Apocalipsis está dividido en dos grandes partes: La primera parte que va desde el capítulo 1 al 11, y la segunda parte que es cuando se vuelve a profetizar otra vez. Allí, terminando el capítulo 10, el ángel le dice a Juan: Mira, Juan, es necesario que profetices otra vez sobre las tribus, lenguas, naciones, pueblos, reyes, etc. Profetiza otra vez. ¿Qué quiere decir eso? que la segunda parte, es decir desde el capítulo 12 hasta el 22, corresponde a ese profetizar otra vez. Por lo consiguiente, hermanos, es necesario tener en cuenta otra vez esa frase, para interpretar este pasaje de Apocalipsis 14-. No podemos dar una continuidad cronológica entre la primera y la segunda parte de Apocalipsis, porque la primera parte termina con la séptima trompeta, y la séptima trompeta consuma el misterio de Dios; por lo tanto, después de la séptima trompeta, o sea desde el capítulo 12 hasta el 22, no hay continuidad cronológica con el capítulo 11, porque el capítulo 11 termina, consuma el misterio. El ángel lo que le dijo a Juan fue: profetiza otra vez; es necesario que profetices otra vez; es decir, vuelve a profetizar. Ya trataste unos asuntos aquí, ahora es necesario que vuelvas a tratarlos otra vez. No es una profecía en continuidad, sino que es profetizando otra vez sobre lo pasado.

Identificación de los 144.000 sellados de los capítulos 7 y 14
Es por eso que no podemos interpretar los 144.000 del capítulo 14 como si fuesen otros diferentes de los del capítulo 7, porque la profecía del capítulo 14 es volver a hablar otra vez de lo que ya había hablado antes. ¿Qué había hablado antes de los 144.000? en el capítulo 7 había hablado que el Señor dijo que fueran sellados sus siervos de las doce tribus de Israel, ¿recuerdan? Y de ahí vinieron esos 144.000. Un principio de hermenéutica es que no se puede hacer doctrina con un solo verso. Dios mismo se sujeta a sus propias leyes.

Dice Él en su palabra, a través de sus siervos, que en boca de dos o tres testigos conste todo negocio; es decir, que si se va a hacer una doctrina sobre los 144.000, tiene que haber, por lo menos, otro versículo que hable de lo mismo para que se pueda cumplir esa regla hermenéutica. No se puede hacer doctrina de un versículo; tiene que haber otro pasaje paralelo que hable de lo mismo; quizá con otros términos, pero más o menos de lo mismo, para que uno confirme al otro y el otro confirme al uno.


Entonces estos 144.000 de Apocalipsis 14:1-5, considero sinceramente que son los mismos de Apocalipsis capítulo 7; porque entonces ¿dónde estaría confirmado lo del capítulo 7 si fueran otros los del 14? y si los del 14 fueran unos, ¿dónde estarían confirmados los del 14, si no es con los del 7? Esa cifra se confirma en el 7 con el 14, y el 14 con el 7. Además vamos a ver otras cosas que los identifican.


Significación espiritual del monte de Sion
Primero, fíjense en el primer verso: “Y vi, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion”. Aquí estos 144.000 aparecen en el monte de Sion; tenemos que tomar todos los otros versículos de la Biblia que se refieren al monte de Sion para ver y entender a qué se refiere este monte de Sion. El monte de Sion es una palabra espiritual; es una palabra que abarca algo muy grande; no es solamente el monte físico de Jerusalén donde está una parte de la ciudad de Jerusalén, la parte más sagrada donde está el templo, sino que en la Biblia se le llama el monte de Sion al monte del reino, al futuro.

Por ejemplo, hay profecías que hablan del monte de Sion en Isaías 11, en Miqueas. Miremos, por ejemplo, Miqueas capítulo 4, donde aparece una cita típica acerca del monte de Sion. Miqueas 4:1 en adelante: “1Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. 2Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion (este Sion es el monte de Sion) saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. 3Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. 4Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado”. Vemos que el monte de Sion se refiere al reino de los cielos. Hay una parte en la era de la iglesia y una parte en la era del Milenio. Por lo que vimos en Miqueas, una parte es en el Milenio.


Si ustedes toman los capítulos del 41 al 46 del profeta Isaías, él habla del monte de Sion; él aclara todo lo relativo al monte de Sion; y estamos viendo que el monte de Sion es el cumplimiento del reino; sin embargo, hay una parte espiritual durante la época de la Iglesia que se refiere también al monte de Sion, hablando del monte de Sion como de los cielos en un cierto sentido.


La ciudad del Dios vivo
Vamos a ver eso en Hebreos 12:22: “22Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, 23a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, 24a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”. Entonces en este contexto dice que los israelitas se habían acercado al monte Sinaí con truenos y tuvieron temor; pero ahora no; ahora nosotros nos acercamos al monte de Sion; aunque esta carta está dirigida a los hebreos, se aplica también a la Iglesia, porque ahora no hay judío ni gentil en Cristo. “Os habéis acercado al monte de Sion”; pero ¿cuál es este monte de Sion de Hebreos 12:22? La ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial. Jerusalén la celestial es la esposa del Cordero; solamente que antes de que Él descienda ella está en los cielos; es después del Milenio cuando la Nueva Jerusalén desciende de los cielos a la tierra; mientras tanto está en los cielos.

Habrá un reino en el Milenio, y también la Nueva Jerusalén descenderá desde los cielos a la tierra. Aquí la palabra monte de Sion está refiriéndose a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial; es un significado espiritual; por lo tanto aquí en el capítulo 14 de Apocalipsis aparece el Cordero estando en pie sobre el monte de Sion, y con Él 144.000 que tenían el nombre de Él y el nombre de Su Padre escrito en la frente.


Los 144.000 de Apocalipsis 7 fueron sellados también en la frente con el sello del Dios vivo; ese es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo se refiere a los que han creído en Cristo; estos 144.000 de Apocalipsis 7, que son de las tribus de Israel, que son israelitas en lo natural, son el remanente de Israel que Dios había prometido que sería salvo; porque Dios prometió a Israel el reino.


El remanente de Israel
Dice Romanos capítulo 11, que ya una vez lo mencionamos, pero ahora vale la pena volverlo a considerar, allí dice que hay un remanente en Israel que será salvo. “25Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, (en parte, no es total. Algunos piensan que el endurecimiento de Israel fue total, no; fue parcial y es temporal) hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles”. Eso es cuando de los gentiles habían de formar pueblo para Su nombre, cuando ya hayan entrado; entonces es la hora del Señor volverse a Israel y tomar a Israel y salvar a Israel; no quiere decir a cada israelita, sino a la nación de Israel representada en las doce tribus, en doce mil de cada tribu. Esos 144.000 son el Israel que recibirá a Cristo en el tiempo final.

El remanente de Israel será de creyentes
Seguimos con Romanos 11: “26Y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. 27Y este será mi pacto con ellos, cuanto yo quite sus pecados. 28Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; (por ahora los judíos que no reciben a Cristo) pero en cuanto a la elección, (Dios eligió a Israel) son amados por causa de los padres. 29Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios”. Dios llamó a Israel y Dios consideró a Israel su primogénito y sus primicias; por lo tanto, aunque los Israelitas se han apartado del Señor, Él salvará un remanente. Entonces no solamente se trata de judíos individuales, sino las doce tribus; 12.000 de cada tribu formarán el Israel, el remanente de Israel que cumplirá las promesas hechas por Dios a Israel; pero ellos recibirán a Cristo, porque tienen el nombre de Dios y del Cordero escrito en su frente; eso significa que recibirán al Señor; por eso dice que todo Israel será salvo. Cuando dice que todo Israel, se refiere a la nación, no se refiere a los israelitas individuales. Si un israelita personal no recibe a Cristo, se va al infierno; si recibe a Cristo se salva; pero Dios hizo promesas no sólo a las personas, sino a la nación de Israel; y por eso Él reservó 144.000 sellados, escogidos por gracia, que recibirían al Señor y serían sellados con el sello del Dios vivo en sus frentes, que es el Espíritu Santo, y con el nombre del Cordero; o sea, serían cristianos; de ahí el nombre de Dios y del Cordero.

Vamos a ver otros pasajes donde, aunque sin mencionar el nombre, se nos habla del remanente de Israel; y vean cómo habla de ellos con lenguaje similar a este del capítulo 14 de Apocalipsis. Miremos en Sofonías 3:13; sin embargo, quiero que veamos el contexto general del capítulo 3 de Sofonías. “13El remanente de Israel (esos son los 144.000) no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice. 14Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén. 15Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal. 16En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No temas; Sion, no se debiliten tus manos. 17Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos. 18Reuniré a los fastidiados por causa del largo tiempo; tuyos fueron, para quienes el oprobio de ella era una carga”.

Tuyos fueron. ¡Qué cosa!  “19He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus opresores; y salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra. 20En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues os pondré para renombre y para alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando levante vuestro cautiverio delante de vuestros ojos, dice Jehová”.


Israel, primogénito y primicias de Dios
Con toda claridad, hermanos, la Palabra del Señor nos muestra que Dios restauraría a Sion; y Romanos 11 venía diciendo eso, que cuando haya entrado la plenitud de los gentiles, todo Israel, o sea, la nación como nación, los 144.000 que representarán la nación, serán salvos; y aquí en Sofonías ¿qué decía de este remanente? “El remanente de Israel no hará injusticia, ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa”. ¿Qué era lo que decía en Apocalipsis 14:4?: “4Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; 5y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha”. Exactamente lo que se profetizaba del remanente de Israel, se está profetizando de estos 144.000. ¿Por qué el Señor, además de escoger de las demás naciones una multitud que nadie puede contar, de las doce tribus de Israel escogió 12.000 de cada tribu? Porque Dios tiene también primogénito.

Vamos a encontrar aquí que la palabra “primicias” se relaciona con la palabra “primogénito”. Dios dice que Israel es Su primogénito, es Sus primicias; por lo tanto, de todas las naciones, tribus, lenguas y naciones habrá gente salva; pero ¿cuál es el hijo primogénito de Dios en cuanto a los pueblos? Es Israel; por eso aparecen estos 144.000, también llamados primicias.


Vamos a leer eso en Jeremías 2:3. Miren cómo hablaba Dios de esta nación: “Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová”. Aquí Dios, hablando por el profeta Jeremías, está diciendo que Israel era sus primicias; Dios lo dice claramente, ¿amén?


Vamos a mirar otros versículos que hablan de esto. En Romanos 11:16 podemos ver una expresión interesante: “Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz  es santa, también lo son las ramas”. Estas primicias de Romanos 11:16 se refiere al Israel primitivo, que después, pasado el tiempo, se rebeló, y Dios los castigó; temporalmente los puso a un lado; temporalmente, parcialmente fueron endurecidos; mientras tanto trabajó con los gentiles; pero Dios va a volver a trabajar con ellos; de hecho a Israel y a Jerusalén se le dieron 70 septenarios o semanas de años, en la profecía de Daniel 9; 69 de esas semanas se cumplieron con Cristo; en la cruz de Cristo la bendición de Dios pasó a los gentiles, y el tiempo de los gentiles ha sido todos estos 2000 años de historia; pero al final, Dios restaurará a Israel; por lo tanto, habrá 144.000 que recibirán al Mesías, que serán de ese remanente, que cumplirán todas estas profecías que hablan del remanente de Israel de los últimos tiempos; a ese remanente se le llaman las primicias. Los patriarcas de Israel primero fueron llamados “primicias”; aquí en Romanos 11:16 leemos: “Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas”; por eso a los 144.000 finales se les llama también “primicias para Dios y para el Cordero”.


Vamos a mirar otros versículos interesantes aquí. Joel 2:32. En el versículo 32, hablando del final, del tiempo del fin, ya para la venida del Señor, dice: “Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado”. El remanente al cual Dios ha llamado, esto es el contexto del tiempo del fin; hay un remanente, hay un monte de Sion.


El capítulo 14 de Apocalipsis nos muestra, en contraste con el capítulo 13, a los adoradores de Dios y el Cordero. El capítulo 13 nos mostró a los adoradores del dragón y de la bestia; el 14 nos muestra a los adoradores de Dios y del Cordero; es un contraste, ¿amén?


Israel, cabeza de las naciones
Miremos otros versículos interesantes para confirmar esta calidad de la nación de Israel, por amor a Abraham, a Isaac, a Jacob, a David, a los profetas. Éxodo 4:22. Miren cómo Dios mismo habla aquí: “Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito”.

Entre las naciones de la tierra, el primogénito de Dios es la nación de Israel; de las demás naciones, de toda tribu, lengua, pueblo y nación, el Señor tendrá escogidos, pero Israel es el primogénito, es las primicias, es el primero que menciona. En Apocalipsis 7 mencionó primero los 144.000 y luego una multitud de todas las demás tribus; lo mismo aquí al principio de Isaías 14. Los cinco primeros versos de Apocalipsis 14 hablan de Israel; ahora miren lo que dicen los siguientes versos. “6Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo”. Vemos que después de mencionar a Israel, menciona a toda nación, tribu, lengua y pueblo; lo mismo que hizo en Apocalipsis 7, lo hizo en Apocalipsis 14, ¿amén, hermanos?


Vamos a ver otro verso en relación con esto que estamos viendo acá. Jeremías 31:7: “7Porque así ha dicho Jehová: Regocijaos en Jacob con alegría, y dad voces de júbilo a la cabeza de naciones; (miren cómo se le llama a Israel: la cabeza de naciones) haced oír, alabad, y decir: Oh Jehová, salva a tu pueblo, el remanente de Israel (para que vean que es el contexto del fin, vean el verso siguiente). 8He aquí yo los hago volver de la tierra del norte, y los reuniré de los fines de la tierra, y entre ellos ciegos y cojos, la mujer que está encinta y la que dio a luz juntamente; en gran compañía volverán acá”. Aquí se le llama claramente a Israel, “cabeza de naciones”, se le llama “el primogénito,” se le llama “las primicias”.


Entonces no podemos interpretarlo en forma diferente a la exégesis que estamos exponiendo; por lo menos yo de mi parte no me atrevo. El hermano John Nelson Darby pone a estos israelitas en la tierra y pone a la Iglesia en el cielo; pero aquí aparecen ellos en el monte de Sion, que es o el Milenio, o por ahora el cielo. ¿Será que durante la persecución del anticristo van a ser sacrificados, como también muchos cristianos de toda tribu, pueblo y nación? y morir con Cristo es bienaventurado; el hecho es que aquí aparecen en el monte Sion y el Cordero con ellos.


Citaristas que citarean sus cítaras
Volvamos a Apocalipsis 14:2: “Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de citaristas que citareaban sus cítaras”. Estos citaristas que citareaban sus cítaras no son los 144.000; son celestiales, pero lo que el cielo canta, sólo lo pueden aprender estos 144.000; o sea, estos, como decir, la gente más preciosa de entre los seres humanos, redimidos de entre los hombres, son también cristianos, pero son del remanente de Israel ahora cristianos, que lideran y aprenden lo que otros no pueden aprender; no son ellos solos los que cantan, no; sólo ellos pueden aprender. Si ellos lo aprenden, quiere decir que el canto existía en el cielo antes de que ellos lo aprendieran. Miren lo que dice: “2Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de citaristas que citareaban sus cítaras. 3Y cantaban como (esa palabra, “como”, porque es que Juan no lo dice con toda claridad: cantaban un canto; él dice la palabra griega “jos”, “como”, es decir, él trataba como de explicar y no lo podía explicar) un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico (nadie estaba tan en sintonía en la tierra con el cielo como estos 144.000) sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra”.

Son vírgenes
Ahora, si son los mismos de Apocalipsis 7, son de las tribus de Israel, son israelitas y son varones; porque aquí en el versículo 4 dice:

“4Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes”. No solamente eran casados que no adulteraron, no; porque un casado no es virgen, aunque no adultere; son varones, ciento cuarenta y cuatro mil que no se contaminaron con mujeres; significa que son célibes para el Señor; gente del tiempo del fin que conoce lo que va a pasar con las mujeres, con los niños en Israel, que va a haber tiempo de angustia, que estrellarán los niños contra las piedras y violarán las mujeres, pero se mantuvieron célibes para el Señor en el tiempo del fin. Dice: “no se contaminaron con mujeres”. No quiere decir que tener relaciones dentro del matrimonio sea pecado; pero de ellos dice: “son vírgenes”, eso significa que son célibes; y dice más:

“Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va”. O sea, de entre todos los de la tierra, el Señor se reservó a este primogénito de entre los hombres, ciento cuarenta y cuatro mil de las tribus de Israel. “Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; 5y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha”.


Aspecto gramático-histórico de primicias
Ahora quiero detenerme un poquito en la palabra “primicias”; porque esto ha sido la causa de varias interpretaciones; entonces hay que estudiar bien lo relativo a las primicias, desde el principio hasta el fin.

Primero, hay que ver el aspecto gramático-histórico de las primicias literales, de las fiestas físicas de Israel; pero Colosenses 2:16 nos dice que aquellas fiestas, junto con los sábados, comidas, bebidas, novilunios, eran sombra del que había de venir, es decir, de Cristo.

Ciertamente aquellas fiestas fueron históricas, pero a la vez proyectan una sombra acerca de Cristo. La pascua habla de Cristo crucificado; los ácimos hablan de Cristo compartido como un pan; las primicias hablan de Cristo resucitado; Pentecostés habla de Cristo derramando su Espíritu: no os dejaré solos, vendré otra vez; ese aspecto de Cristo es Pentecostés; trompetas es Cristo anunciado; expiación Cristo abogado, porque ya hubo la pascua, pero en base al sacrificio de la pascua hay expiación, hay propiciación. Si hubiereis pecado, hijitos, abogado tenemos; Él es la propiciación; la sexta fiesta, de la propiciación habla de Cristo abogado; y la de los tabernáculos, la final del año, Cristo esperado, cuando Él vuelve y empieza el reino, el Milenio; esa es la fiesta de los tabernáculos.


Esas fiestas eran figura de Cristo; entre esas fiestas estaba la fiesta de las primicias. Aquí en Apocalipsis habla de las primicias, y aparecen como primicias los ciento cuarenta y cuatro mil; pero en la Biblia aparecen tres clases de primicias. Las primicias del Nuevo Testamento son: Cristo las primicias de los resucitados de los muertos; los ciento cuarenta y cuatro mil las primicias de los redimidos de entre los hombres, y los cristianos en general que tienen las primicias del Espíritu, que dice Romanos 8, que son primicias de sus criaturas, como dice Santiago. Entonces tenemos tres niveles de primicias:


1. Cristo: las primicias de los resucitados entre los muertos;


2. Los ciento cuarenta y cuatro mil: primicias de los redimidos entre los hombres; y


3. La iglesia, los cristianos, los que tenemos el Espíritu: primicias de las criaturas. Vamos, pues, a ver esos tres niveles en los distintos versículos. El de los ciento cuarenta y cuatro mil ya lo leímos.


Cristo, primicias de los que durmieron
Miremos el de Cristo, que es muy importante. ¿Por qué es importante mirar aquí a Cristo como primicias? Para que cuando leamos la tipología de las primicias, no apliquemos a la Iglesia lo que es de Cristo; porque algunos dicen que algunas primicias eran antes tomadas al cielo y las otras eran después, y entonces dicen que las que eran antes se refieren a unos hermanos más perfectos que otros que son raptados primero, y otros que son dejados después; pero hay que detenerse a interpretar la tipología con base en el Nuevo Testamento.

Miremos 1 Corintios 15:20: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho”. Aquí aparece Cristo como primicias; por eso la tercera fiesta de las siete de Israel era la fiesta de las primicias; y todas esas fiestas son figura de Cristo; por lo tanto, la fiesta de las primicias significa la resurrección y ascensión de Cristo para presentarse como una gavilla mecida antes de las demás. De manera, pues, que Cristo es la fiesta de las primicias, y las primicias es Cristo. Por eso en Apocalipsis 12, el varón que es arrebatado es Cristo, y las primicias son Cristo. Dice 1 Corintios 15:23: “Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias”. Se refiere al orden de la vivificación en Cristo; el verso 22 decía: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”. ¿Cómo? ¿Cómo va a ser la vivificación? Dice: “cada uno en su debido orden”. Noten, ¿cuál es el debido orden que el Espíritu le dio al apóstol? este es el debido orden; no hay otro orden; este es el debido orden: “Cristo, las primicias”. Algunos leen así: Cristo coma, como si fuera uno, las primicias como si fueran otros; pero no podemos interpretar Cristo uno y las primicias otros; porque en el verso 20 había dicho: “Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho”; o sea, Cristo es las primicias. Entonces cuando dice: Cristo las primicias, quiere decir que las primicias es Cristo; Él es la primera gavilla, el primero que resucitó entre los muertos, que ascendió y fue presentado ante Dios.


El orden de la resurrección
Cincuenta días después vino el Espíritu Santo y vino sobre la Iglesia; ahora sí, la Iglesia llegó a ser primicias de sus criaturas por tener las primicias del Espíritu; pero antes es primero Cristo. Cristo las primicias primeras, el que tiene la preeminencia en todas las cosas; entonces el verso 23 se tiene que interpretar en relación con el verso 20 y en relación con Colosenses 2:16. Estas primicias del verso 23, es Cristo. Entonces el orden: “Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”. Si lo de las primicias fuera distinto, diría: Cristo, luego las primicias, luego los que son de Cristo, luego el fin; pero no, Cristo las primicias; ese es el orden: Cristo es las primicias, luego los que son de Cristo, en su venida; aquí este es el orden del Espíritu Santo por Pablo, los que son de Cristo en su venida; aquí no hace divisiones de raptos parciales, no; los que son de Cristo en su venida.

“24Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, (el Milenio, porque cuando Él viene, establece el Milenio y luego entrega el reino) cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia”. Vemos que aun cuando el Señor entregue el reino, es decir, al final del Milenio, los demás muertos resucitan y van al juicio del gran trono blanco. Ese es el orden de la resurrección. Primero fue Cristo, luego los que son de Cristo en su venida, y luego los demás cuanto entregue el reino al Dios y Padre, o sea después del Milenio; ese es el orden. Entonces aquí aparece: Cristo las primicias; en 1 Corintios 15:20,23, y en Colosenses 2:16.


La Iglesia tiene las primicias del Espíritu
Continuamos el desarrollo de la consideración de las primicias en Romanos 8:23 y Santiago 1:18. Romanos 8:23 dice: “23Sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”. Ahora habla de las primicias del Espíritu. ¿Qué pasó? Vamos a ver ahora en la tipología que después de que se ofrecía la primera gavilla, cincuenta días después, por eso se le llamó Pentecostés, porque eran siete semanas, y el siguiente día, o sea, el día cincuenta, se ofrecían las otras primicias; y justo en el día de Pentecostés, cincuenta días después de la ascensión del Señor, viene el Espíritu Santo con las primicias del Espíritu y nos hace primicias de sus criaturas. Entonces dice aquí en el verso 23: “... también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu”. Las primicias del Espíritu se refiere a las otras primicias que son después de los cincuenta días, de lo cual vamos a ver ahora la tipología; pero no podemos interpretar la tipología sin el Nuevo Testamento; porque si vamos a leer la tipología desvinculada de los versos del Nuevo Testamento, la podemos interpretar de otra manera. Por eso leí primero el Nuevo Testamento para que controle nuestra lectura tipológica del Antiguo, ¿amén?

Santiago, el hermano del Señor Jesús, dice en 1:18: “El, (o sea Dios, el Padre de todas las luces) de su voluntad, (como dijo Juan: no por voluntad de carne, ni voluntad de varón, sino de Dios) nos hizo nacer (esta es la regeneración) por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”. Entonces Santiago ¿a quién le está llamando primicias de Sus criaturas? A todos los regenerados. Cuando recibimos las primicias del Espíritu, nacemos del Espíritu, y nos convertimos, por tener las primicias del Espíritu, en primicias de sus criaturas, ¿amén?


Ahora sí vamos a pasar a mirar la tipología de las primicias. Primero, acordémonos de que eran unas órdenes físicas; Israel tenía que dar primicias de todo lo que cosechaba; pero aquello también tenía un sentido espiritual, como lo acabamos de ver en el Nuevo Testamento, ¿amén?


Las primicias son para Dios
Pasemos ahora a mirar a Éxodo 22:29, donde comienza la primera mención de toda la Biblia, acerca de las primicias. Antes de Éxodo 22 no hay ninguna otra mención acerca de las primicias; esta es la primera mención acerca de las primicias que hay en toda la Biblia. Dice Éxodo 22:29: “No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar”. Como lo va a explicar después, Dios quería que de todo lo que cosechemos, lo mejor y lo primero se lo demos al Señor. Por eso dice en Proverbios 3:9: “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos”. Cuando cosechamos, no las primicias que se presentan antes de las siete semanas, sino las de después, de todo lo que se cosecha, de las mieses, de los productos del trigo, de la cebada, se presenta al Señor las primicias, se le dan al Señor; el Señor dijo: mías son las primicias. Cuando en Malaquías Dios habla de que me habéis robado, no dice, en vuestros diezmos y ofrendas, sino que dice en vuestros diezmos y primicias; porque las ofrendas son voluntarias; en cambio de las primicias Dios dijo: son mías. Cada primogénito es mío; los primeros frutos son míos, me los darás a mí. Entonces por eso dice: “No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar”; y en el 23:19 explica a qué clase de primicias se refería:

“Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios”.


La fiesta de las primicias
Pasemos a Éxodo 34:22: “También celebrarás la fiesta de las semanas”; desde cuando se ofrecía la primera gavilla, desde ese día se comenzaba a contar siete semanas, o sea, cuarenta y nueve días; y en el siguiente día, o sea en el día cincuenta, se ofrecía otra vez las primicias. Hay unas primicias antes de los cincuenta días y otras después. Entonces pongamos atención a la tipología en donde aparece la fiesta de las primicias. Éxodo 34:22: “También (¿por qué también? Porque las otras también, la pascua también, los ácimos también, las trompetas también, la expiación también, tabernáculos también, pero ésta, la de las primicias y la de las semanas) celebrarás la fiesta de las semanas”; y luego la fiesta de las semanas se divide en dos partes: lo que comienza las semanas y lo que termina. Miren el verso 22: “También celebrarás la fiesta de las semanas, (primera parte) la de las primicias de la siega del trigo, (segunda parte) y la fiesta de la cosecha a la salida del año”; o sea, en la fiesta de las semanas, comenzaban las semanas con la primera gavilla, que es figura de Cristo, y luego la otra parte, “la cosecha a la salida del año”, que es después de las siete semanas. Esa es la parte que corresponde con el pueblo de Dios, con la Iglesia: judíos y gentiles.

Éxodo 34:26: “Las primicias de los primeros frutos de tu tierra llevarás a la casa de Jehová tu Dios”. Eso se refiere a la de después, o sea, después de los cuarenta y nueve días.


Las primicias leudadas
Levítico 2:11,12. Viene hablando de que no se debe ofrecer al Señor nada leudado; solamente como ofrenda de primicias. Se debe tener en cuenta que la gavilla que se presentaba antes representa a Cristo, es totalmente pura; pero vamos a ver ahora más adelante, que las primicias que se presentan después de las semanas, sí eran con levadura, porque la iglesia tiene pecado; entonces por eso sí eran con levadura; por eso dice aquí en los versos 11 y 12: “11Ninguna ofrenda que ofreciereis a Jehová será con levadura; porque de ninguna cosa leuda, ni de ninguna miel, se ha de quemar ofrenda para Jehová.

12Como ofrenda de primicias las ofreceréis a Jehová; mas no subirán sobre el altar en olor grato”. Las primicias, no las de antes de las semanas, sino las de después, sí tenían levadura, porque se refiere a la Iglesia, y en la Iglesia hay pecado, y el Señor representó el pecado del pueblo de Dios en la levadura de las primicias después de los cincuenta días. Pasemos ahora al verso 14: “Si ofrecieres a Jehová ofrenda de primicias, tostarás al fuego las espigas verdes, y el grano desmenuzado ofrecerás como ofrenda de tus primicias”.


Las primicias de la siega
Pasemos al capítulo 23 de Levítico, que es supremamente importante. Levítico 23 es la principal tipología. En el capítulo 2 estaban siendo introducidas las primicias y la fiesta de las primicias; pero donde explica la tipología es aquí en Levítico 23 desde el versículo 9: “9Y hablo Jehová a Moisés, diciendo: (vamos a ver con cuidado la tipología) Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies...”; aquí no dice trigo; generalmente lo primero que se recogía de la mies era la cebada, porque el trigo representa la muerte de Cristo, la cebada representa la resurrección  de Cristo, por ser el grano de las primicias; ya no dice trigo, dice mies: “Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega”. Esta gavilla representa a Cristo, las primicias, el primero de los resucitados. ¿Qué pasó? Cristo resucitó, y para que supieran que tenía que presentarse al Padre como primicias, se apareció a María Magdalena, y cuando ella lo iba a abrazar, Él le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre. María no lo pudo tocar antes de que se presentara como primicias al Padre; después Él se presentó, porque mientras Él se desaparecía, se presentó al Padre en secreto, como primicias; después se apareció otra vez y lo pudo abrazar María Magdalena, y lo pudieron tocar; pero primero se presentó al Padre sin que nadie lo tocara. ¿Por qué? porque era primicias para el Padre.

Cristo, la gavilla por primicia
Por eso dice: “traeréis al sacerdote una gavilla por primicia (este es Cristo presentándose en resurrección y ascensión a Dios) de los primeros frutos de vuestra siega. 11Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo, la mecerá”. El día de reposo era el sábado; el día siguiente es el domingo, porque Cristo resucitó el domingo; por eso es que el día siguiente al día de reposo, o sea, el domingo, había que presentar a Dios esa gavilla, ese es Cristo, las primicias de los resucitados entre los muertos. “12Y el día que ofrezcáis la gavilla, ofreceréis un cordero de un año, sin defecto, en holocausto a Jehová”. Significa que Cristo iba a presentar el sacrificio que Él hizo por nosotros; holocausto, es decir, para que la gloria, la santidad y la justicia de Dios fueran vindicadas. La expiación es para nosotros; el holocausto es para Dios.

La muerte de Cristo es para Dios; una parte, para vindicar Su justicia que fue ofendida, Su gloria que fue ofendida, Su santidad que fue ofendida; por eso el holocausto es un aspecto de la obra de Cristo. La expiación es otro aspecto; esa es para perdonarte el Señor; la ofrenda de paz es para reconciliarte, pero el holocausto es para agradar a Dios; lo otro es para salvarme a mí. Cristo murió para reconciliar a los dos, para que Dios fuera vindicado y satisfecho y nosotros fuéramos perdonados. El aspecto de holocausto es lo que debemos a Dios; el aspecto de expiación, de ofrenda de paz, es lo que recibimos nosotros de la obra  de Cristo en la cruz; por eso cuando se presentaba la gavilla había que presentar, junto con la gavilla, el cordero para holocausto, sin defecto.


Sigamos leyendo en Levítico 23:13: “Su ofrenda será dos décimas de efa de flor de harina amasada con aceite, (Cristo fue molido por nuestros pecados; por eso fue amasado con aceite) ofrenda encendida a Jehová en olor gratísimo; y su libación será de vino, la cuarta parte de un hin”. Sobre este holocausto se derramaba vino, que representa que Cristo dio su vida por nosotros; o sea que junto con la gavilla se presentaba todo esto, porque Cristo se presentó como abogado, pagando el precio de nuestros pecados.


Miren lo que dice Dios en el verso 14: “No comeréis pan, ni grano tostado, ni espiga fresca, hasta este mismo día, hasta que hayáis ofrecido la ofrenda de vuestro Dios; estatuto perpetuo es por vuestras edades en dondequiera que habitéis”. Quiere decir que nadie podía comer nada hasta que no se ofreciera la gavilla de las primicias; o sea que hasta que Cristo no resucitara, ascendiese y se presentara por nosotros, no podíamos comer; no teníamos derecho a vivir, sino después de que Él pagara el precio de nuestros pecados y se presentara delante de Dios.


Esta es la primera parte de las primicias. Cristo las primicias; Cristo primicias de los que durmieron es hecho; primero en resucitar glorificado para nunca más morir. Antes resucitaron otros: cuando Eliseo y otros, pero vivieron y murieron de vuelta; Cristo es el primero en resucitar glorificado para nunca más morir.


Pentecostés: La Iglesia es el nuevo grano
Ahora, ¿cuál es el lugar de la Iglesia? Entonces ahora nos toca a nosotros. “15Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán”. Es el domingo; se empieza a contar siete semanas; cuando llegan los cincuenta días; porque dice: “16Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová”. Cristo fue el primogénito pero entre muchos hermanos. Primero se presentó Él; pero después de los cincuenta días, ahora viene el nuevo grano. Después de las siete edades de la Iglesia, el Señor recoge a Su Iglesia: judíos y gentiles para Él, pero después de las siete edades de la Iglesia; por eso, en la tipología después del día de las primicias, cincuenta días después es el Pentecostés. Cristo ascendió en el día de las primicias, y luego cincuenta días después, justo en el día de los cincuenta días, Pentecostés, ese día vino el Espíritu Santo a la Iglesia; o sea que el nuevo grano es la Iglesia; pero la Iglesia está formada por judíos y gentiles; porque miren lo que dice acá en el verso 16: “Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová”. Significa que desde el día de Pentecostés hay la Iglesia; esa fue las primicias del Espíritu, pero en resurrección y ascensión después de las siete edades de la Iglesia, al final, ¿amén? El séptimo después de Adán fue Enoc, que fue arrebatado como figura del arrebatamiento de la Iglesia después de las siete edades de la Iglesia.

Dos panes: judíos y gentiles
Entonces dice en el verso 17: “De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová”. Aquí están las otras primicias; estas otras primicias son dos panes, los gentiles e Israel en la Iglesia. Como eran dos candeleros, dos olivos, entonces son dos panes: los gentiles e Israel. Vemos los ciento cuarenta y cuatro mil como primicias y vemos la Iglesia en general como primicias; y aquí aparecen después de los cincuenta días dos panes de primicias, número de testimonio, porque hay dos testigos que Dios tiene en la tierra: Israel y la Iglesia, que después se juntan y dan un mismo testimonio; dos panes. Entonces dice: “17De vuestras habitaciones”; ¿por qué dice: de vuestras habitaciones? Porque ya no es esta primicia la de la gavilla que se presentó antes de los cincuenta días, no; esta es la del pueblo de Dios; ese es pueblo de Dios que también será llamado “primicias”. Santiago nos llama “primicias de sus criaturas”; los ciento cuarenta y cuatro mil, primicias de los redimidos de entre los hombres; Israel es un testigo, un candelero; la Iglesia es otro testigo, es otro candelero. Son dos olivos: un olivo es Israel y el otro olivo es la Iglesia.

Entonces dice: “De vuestras habitaciones”; ya todo Israel; pero el Señor tomó a los primogénitos a nombre de Israel; luego tomó a los levitas a nombre de los primogénitos; y lo mismo aparece aquí: “De vuestras habitaciones”; tomad de los primeros frutos; no aquel primero, sino lo que vino después, el grano nuevo. Entonces dice en el verso 18: “18Y ofreceréis con el pan (ya no es uno) siete corderos (porque es todo el período de las siete edades de la Iglesia cubiertas por Cristo) de un año, sin defecto, un becerro de la vacada, y dos carneros; serán holocausto a Jehová, (primero es holocausto) con su ofrenda y sus libaciones, ofrenda encendida de olor grato para Jehová. 19Ofreceréis además (porque no sólo hay que satisfacer a Jehová, sino que nosotros debemos ser expiados) un macho cabrío por expiación, y dos corderos de un año en sacrificio de ofrenda de paz”. Todo representa lo que hizo Cristo; primero lo que hizo para el Padre, holocausto; lo que hizo para perdonarnos, expiación; lo que hizo para reconciliarnos, ofrenda de paz. Entonces dice: “20Y el sacerdote lo presentará como ofrenda mecida delante de Jehová, con el pan de las primicias y los dos corderos; serán cosa sagrada a Jehová para el sacerdote”. Vemos, pues, que Levítico 23 es una tipología perfecta del asunto de las primicias. No se pueden tomar las primeras primicias como los arrebatados antes del resto de la Iglesia, porque la primera gavilla es Cristo resucitado el primer día de la semana, antes de la era de la Iglesia. Levíticos 23:22 habla de un último rebusco que tipológicamente se refiere a los que se recogen en el Milenio de las naciones sobrevivientes.


El sacerdocio participa de las primicias
Pasemos a Números 15:21, donde, para completar, dice algo de las primicias: “De las primicias de vuestra masa (aquí ya se refiere a la Iglesia) daréis a Jehová ofrenda por vuestras generaciones”. Esta ya no es la gavilla, sino el grano nuevo con que hacemos pan para nosotros, y, bueno, los primeros y principales panes son primicias para Jehová. Números 18:2,13, dice: “Y a tus hermanos también, la tribu de Leví, la tribu de tu padre, haz que se acerquen a ti y se junten contigo y te servirán; y tu y tus hijos contigo serviréis delante del tabernáculo del testimonio”. El verso 2 nos dice lo que tenían que hacer ellos; luego dicen los versos 12 y 13:  “12De aceite, de mosto y de trigo, todo lo más escogido, las primicias de ello, que presentarán a Jehová, para ti las he dado. 13Las primicias de todas las cosas de la tierra de ellos, las cuales traerán a Jehová, serán tuyas; todo limpio en tu casa comerá de ellas”. Significa que Dios determinó que el sacerdocio comiera de las primicias que el pueblo le daba a Dios.

Números 28:26. Estamos haciendo el seguimiento de todo lo que hay de primicias para que esto nos quedé ojalá claro. “26Además, el día de las primicias, cuando presentéis ofrenda nueva a Jehová en vuestras semanas, (ese es el grano nuevo, ese es de la Iglesia) tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos haréis”. Aquí cuando dice: el día de las primicias, cuando presentéis ofrenda nueva a Jehová en vuestras semanas, eso es después de las cuarenta y nueve; por eso es una ofrenda nueva; entonces, “tendréis santa convocación”; es un día especial, es un día de la recogida.


En el lugar escogido por Dios
Deuteronomio 12:6,17: “Y allí llevaréis vuestros holocaustos, (al santuario único; allí es donde se celebran las primicias, en la casa, o sea en la comunión del cuerpo de Cristo, es allí; las primicias es en el cuerpo de Cristo) vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias, y las primicias de vuestras vacas y de vuestras ovejas. 17Ni comerás en tus poblaciones el diezmo de tu grano, de tu vino o de tu aceite, ni las primicias de tus vacas, ni de tus ovejas, ni los votos que prometieres, ni las ofrendas voluntarias; ni las ofrendas elevadas de tus manos; (entonces ¿dónde hay qué comer?) 18sino que delante de Jehová tu Dios las comerás, en el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido”; o sea, en Cristo, en el Espíritu y en el cuerpo de Cristo; ese es el santuario único; representa a Cristo, al Espíritu y  al cuerpo de Cristo; habitar en Cristo, habitar en el Espíritu y habitar en la comunión del cuerpo de Cristo; allí es donde se presentan las primicias y se vive el gozo de las primicias.

Pasemos a Deuteronomio 14:23: “Y comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días”. Todo lo demás se comía de manera secular, en su casa, pero el Señor decía que lo primero, lo mejor, lo comen en mi presencia, lo comen conmigo; eso quiere decir que Dios tiene el primer lugar y Cristo tiene la preeminencia en todas las cosas.


Pasemos a Deuteronomio 18:4: “Las primicias de tu grano, de tu vino, y de tu aceite, y las primicias de la lana, de tus ovejas, le darás”. ¿A quién? a los levitas y a los sacerdotes. Deuteronomio 26:2,10: “2Entonces tomarás de las primicias de todos los frutos que sacares de la tierra que Jehová tu Dios te da, y las pondrás en una canasta, e irás al lugar que Jehová tu Dios escogiere para hacer habitar allí su nombre. 3Y te presentarás al sacerdote que hubiere en aquellos días, y le dirás: (y ahí empieza a decir todo lo que decía y llegamos al verso 10) 10Y ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la tierra que diste, oh Jehová. Y lo dejarás delante de Jehová tu Dios, y adorarás delante de Jehová tu Dios”. Este es un caso normal; a veces había casos pervertidos.


Primicias de anatemas
Miremos 1 Samuel 15:21. Vemos que ellos quisieron ofrecer primicias del anatema, y esas Dios no las recibe. Cuando Saúl fue y  perdonó el anatema, y el pueblo perdonó el anatema, y vinieron a presentarle a Dios cosas inmundas, ¿qué sucede? que Dios no las recibe. Por ejemplo, una ramera va y vende su cuerpo y quiere diezmar de lo que ganó de sus clientes; o alguien por allá va y hace negocios de narcotráfico y gana dinero, y luego quiere ayudar a construir un templo con lo que ganó del narcotráfico; esas cosas son anatema, eso no lo recibe Dios. “Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová Dios en Gilgal”. Debido a eso vino el juicio de Dios, y por eso tuvo que venir Samuel y hacer lo que no quiso hacer Saúl.

Pasemos a 2 Reyes 4:42. Aquí estamos en el tiempo de Eliseo. “Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma”. Aquí tenemos un ejemplo de dar las primicias.


Primicias en tiempos de restauración
2 Crónicas 31:5,12. Aquí está la época de reforma, de restauración cuando Ezequías. Hubo un tiempo de restauración con Ezequías y otro tiempo de restauración con Nehemías. Siempre que había restauración, el pueblo daba las primicias; cuando no había restauración el pueblo se olvidaba de las cosas de Dios y abandonaba el servicio a Dios. Aquí era tiempo de restauración. 31:4: “4Mandó también al pueblo que habitaba en Jerusalén, que diese la porción correspondiente a los sacerdotes y levitas, para que ellos se dedicasen a la ley de Jehová. 5Y cuando este edicto fue divulgado, los hijos de Israel dieron muchas primicias de grano, vino, aceite, miel, y de todos los frutos de la tierra; trajeron asimismo en abundancia los diezmos de todas las cosas. 12Y en ellas (en aquellas cámaras que fueron preparadas) depositaron las primicias y los diezmos y las cosas consagradas, fielmente; y dieron cargo de ello al levita Conanías, el principal, y Simei su hermano fue el segundo”.

El otro ejemplo de período de restauración donde vuelven a haber diezmos y primicias está en Nehemías 10:35,37. Es algo parecido a lo que decía en el tiempo de Ezequías. “35Y que cada año traeríamos a la casa de Jehová las primicias de nuestra tierra, y las primicias del fruto de todo árbol. 37Que traeríamos también de nuestras masas, y nuestras ofrendas, y del fruto de todo árbol, y del vino y del aceite, para los sacerdotes, a las cámaras de la casa de nuestro Dios, y el diezmo de nuestra tierra para los levitas; y que los levitas recibirán las décimas de nuestras labores en todas las ciudades”.  Seguimos en Nehemías 12:44: “En aquel día fueron puestos varones sobre las cámaras de los tesoros, de las ofrendas, de las primicias y de los diezmos, para recoger en ellas, de los ejidos de las ciudades, las porciones legales para los sacerdotes y levitas; porque era grande el gozo de Judá con respecto a los sacerdotes y levitas que servían”.

Todavía seguimos en Nehemías 13:30-31: “30Los limpié, pues, de todo extranjero, y puse a los sacerdotes y levitas por sus grupos, a cada uno en su servicio; 31y para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados, y para las primicias. Acuérdate de mí, Díos mío, para bien”. Ahí termina Nehemías.


Estamos haciendo el seguimiento exhaustivo de todos los versículos que hablan de las primicias para que este asunto nos quede claro de una vez por todas; si Dios lo permite. Pasemos a los Salmos; allí vemos cómo Dios llama a los primogénitos, primicias de Israel.


Primogénitos, primicias de Israel
Salmo 78:51: “Hizo morir a todo primogénito en Egipto, las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam”. Entonces los primogénitos eran considerados las primicias; como Israel es su primogénito, es las primicias. Pasamos al Salmo 105:36: “Hirió de muerte a todos los primogénitos en su tierra, las primicias de toda su fuerza”.

Luego viene la mención de las primicias en Proverbios 3:9. Ustedes lo escucharon de memoria. Proverbios 3:9 dice: “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos”.


Pasemos al profeta Ezequiel 20:40. Esto ya es para el tiempo del fin: “Pero en mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice Jehová el Señor, allí me servirá toda la casa de Israel, toda ella en la tierra; allí los aceptaré y allí demandaré vuestras ofrendas, y las primicias de vuestros dones, con todas vuestras cosas consagradas”. Seguimos haciendo el seguimiento del asunto de las primicias en toda la Biblia.

Ezequiel 44:30: “Y las primicias de todos los primeros frutos de todo, y toda ofrenda de todo lo que se presente de todas vuestras ofrendas, será de los sacerdotes; asimismo daréis al sacerdote las primicias de todas vuestras masas, para que repose la bendición en vuestras casas”. Ezequiel 48:14: “No venderán nada de ello, (de las cosas santas, de la tierra reservada para Dios) ni lo permutarán, ni traspasarán las primicias de la tierra; porque es cosa consagrada a Jehová”. ¿Qué quiere decir que no se pueden traspasar las primicias? Que los primeros frutos pertenecen a Dios y no se pueden usar para otra cosa, sólo para Dios; no se traspasarán. Hasta aquí son todas las menciones acerca de la primicias que hay en la Biblia; ya después vienen las que vimos en el Nuevo Testamento de Romanos, de Santiago y las de Apocalipsis; eso es todo lo que hay sobre primicias en la Biblia, así que no podemos interpretarlo de otra manera.


Rememoricemos: antes de los 50 días, la primera gavilla, figura de Cristo primicias de los que durmieron es hecho; Cristo las primicias en su debido orden, luego los que son de Cristo en su venida; es decir, después de las siete semanas se trae las primicias de toda la tierra, ya de las que nosotros comemos; de eso lo mejor, lo primero, se le da al Señor, y de la masa se hacen dos panes; pero esos dos panes representan el testimonio ante Dios que son sus primicias; y Él tiene dos testigos en la tierra que son: Israel, que serán los ciento cuarenta y cuatro mil, primicias de entre los hombres redimidos para Jehová, y la Iglesia, los hijos de Dios que tienen las primicias del Espíritu y son primicias de sus criaturas. Entonces, hermanos, hasta aquí lo relativo a las primicias. Ese es el tema de hoy. “Las primicias”. Oremos. ☐