lunes, 3 de enero de 2011

EL MENSAJE A LA IGLESIA EN ESMIRNA

EL MENSAJE A LA IGLESIA EN 

ESMIRNA


“Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto”. Apocalipsis 2:8.

Conozco tu tribulación, pero eres rico
Vamos, hermanos, al libro del Apocalipsis 2: 8-11. Es la porción correspondiente al mensaje del Señor Jesús por el apóstol Juan, dirigido al ángel de la iglesia en Esmirna. El Señor nos concede esta nueva oportunidad de volver a refrescar esta palabra en nuestros corazones, volverla a considerar. Confiemos en que el Espíritu nos pueda aumentar la luz acerca de esta palabra que hemos leído; quizás a veces pensamos que lo vimos todo y de pronto el Señor nos alumbra más; así que, tengamos un corazón abierto al Señor, que el Señor realmente nos hable. Hermanos, si el Señor no nos habla, no nos toca cuando leemos Su Palabra, somos de aquellos que no tienen oído para oír. Tener oído para oír es ser tocado cuando la Palabra del Señor nos llega. Es triste cuando la palabra del Señor pasa de largo y no nos toca; solamente cuando la palabra del Señor nos toca es cuando tiene efecto positivo, efecto espiritual, efecto transformador.

La Palabra oída sin que nos toque no nos transforma, pero el espíritu de la Palabra nos transforma. Para que la Palabra del Señor nos toque debemos tomarla como del Señor, abrirnos a ella y pedirle al Señor que nos toque hoy, ahora, con Su Palabra; el Señor nos toque. Ustedes se han dado cuenta de que a veces en la televisión hacen propagandas donde el muñeco toca la pantalla para que la gente se de cuenta y no siga acostumbrado; porque a veces uno sigue como en una inercia y cuando le tocan la campana, uno dice: Bueno, como que sí es una propaganda; ponga atención a la propaganda que le voy a decir; y así también nosotros leemos la Palabra así como cuando vemos televisión; nos tienen que tocar la pantalla para que no nos siga de largo, sino para que nos toque. Estos dos capítulos, el 2 y el 3 de Apocalipsis, son la Palabra del mismo Señor a la iglesia. El Señor en dos capítulos le dice a la iglesia lo que tiene que decir, lo que es suficiente para que la iglesia avance, para que la iglesia camine.


Aquí en este pasaje, el Señor dice algo para la iglesia que sufre. La iglesia a veces no sufre, a veces está rica, no tiene necesidad de nada, como es el caso de Laodicea, y no sabe que es pobre. En cambio aquí es al contrario; ella vive pobreza, ella vive tribulación, ella vive blasfemia de otros, ella vive ataques del diablo, y sin embargo el Señor le dice que es rica. Entonces, hermanos, vamos a leer de corrido primero Apocalipsis 2:8-11, y luego volvemos sobre nuestros pasos para masticar, para digerir lo que leímos. Dice el Señor Jesús: “8Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto”. El verso 9 lo voy a leer conforme a los manuscritos más antiguos, entonces me voy a saltar la parte que dice: “tus obras”, que sólo aparece en manuscritos tardíos; ciertos escribas quisieron uniformizar todos los saludos, entonces los uniformizaron; pero los manuscritos más antiguos dicen así: “9Yo conozco tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico)”; y eso que lo diga el Señor Jesús, ¡qué consolador es! Hermanos en tribulación y hermanos en pobreza y que el Señor les diga: “tú eres rico”, como quien dice, no sabes lo que tienes y lo que tengo preparado para ti; “tu eres rico” y ya, lo considera ya; no, serás, “(eres rico), y la blasfemia...”. “9Yo conozco tu tribulación, y tu pobreza y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.” Esta expresión fuerte es de la boca del mismo Señor Jesús; el que habla aquí es el Señor Jesús. “10No temas en nada (en el griego dice: “nada temas”) lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. 11El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte”. Este es hasta aquí el mensaje directo del Señor Jesús a la iglesia en Esmirna.


Ubicación y trasfondo histórico de Esmirna
Esmirna era una ciudad que quedaba casi a 100 kilómetros, o un poco menos, al norte de Efeso; también era cercana a la costa de la península Anatolia, lo que es hoy Turquía sobre el mar Egeo; 58, 60, 70 kilómetros hacia el norte, estaba Esmirna, entre Efeso y Pérgamo. Pérgamo quedaba más o menos a la misma distancia de Esmirna que Efeso, pero hacia el norte; Efeso hacia el sur; Esmirna también era un puerto; o sea, estaba también cerca de un valle donde otro río desembocaba de la misma manera como Efeso, la ciudad hacia el sur; una ciudad bastante antigua y una ciudad misteriosa, porque es una ciudad que varias veces se levantó de las cenizas, muchas veces fue arrasada y sin embargo, no se quedó arrasada como se quedó Efeso, como se quedó Laodicea. Incluso Alejandro Magno, cuando él murió, se dividió su reino en cuatro gobiernos, cuatro generales; a uno de ellos, a Lisímaco le correspondió esa porción del imperio de Alejandro Magno, lo que hoy es Turquía; de manera que Lisímaco levantó de las cenizas otra vez a la ciudad de Esmirna que había sido destruida.

Es curioso que cuando miramos estas ciudades de las siete iglesias del Asia Menor: Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea, solamente aquellas dos ciudades donde estaba la iglesia a la cual el Señor no le reprochó nada, solamente esas dos ciudades sobreviven hasta el día de hoy; ninguna de las otras ciudades existe hoy, ni Efeso, ni Pérgamo, ni Tiatira, ni Sardis, ni Laodicea. Laodicea fue barrida totalmente por un gran terremoto y nunca más volvió a ser levantada; a todas aquellas iglesias a las cuales el Señor las reprendió si no se arrepintieren, no sólo ellas desaparecieron, sino que las ciudades desaparecieron; esas ciudades no existen hoy.


Pero Esmirna es una de las principales ciudades que existe hoy en Turquía; se llama Izmir; Izmir se le llama a esa gran ciudad cerca de Estambul, un poco más hacia el sur, y existe hoy como una gran ciudad; el Señor conservó esa ciudad. Varias veces fue perseguida; esa ciudad también fue regalada por Atalo, que fue uno de los reyes que reinó en Pérgamo y que donó una porción de tierra de la península Anatolia, lo que hoy es Turquía, y que era el Asia Menor; se la donó a Roma; de manera que Esmirna pasó a ser de Roma; y entonces, como Esmirna quedaba en la terminación de un camino que venía desde el Oriente, que llegaba hasta ahí para luego pasar hacia Europa, entonces, cuando se venía de Europa, la primera ciudad grande en importancia a la que se llegaba, y desde donde salía influencia al resto del Asia Menor, era Esmirna.


Persecución en Esmirna
Este rey, pues, otorgó el gobierno de esta región y especialmente como cabecera a Esmirna; después la cabecera fue Pérgamo, pero en un tiempo fue Esmirna; sucedió una cosa: el Estado romano pedía que la lealtad se le demostrara adorando al emperador; de manera que por ser Esmirna un lugar importante, justamente, en Esmirna, no en las otras ciudades, pero sí en Esmirna, se estableció el templo al emperador y se estableció la adoración del emperador. Imagínense qué cosa tremendamente difícil le tocó a la iglesia en la ciudad de Esmirna, porque allá, si tú no adorabas al genio del Cesar, si no sacrificabas delante del Cesar, diciendo: ¡Ave Cesar! César es el kirios, es el Señor, entonces eras considerado traidor al Estado, traidor a la patria; entonces allí en Esmirna se desató una persecución terrible porque, aunque los hermanos le daban al César lo que era del César, el César estaba pidiendo más de lo que le correspondía, estaba pidiendo lo que le correspondía a Dios, estaba pidiendo la primera lealtad y adoración.

Los cristianos siempre son leales a la autoridad, y la reconocen como puesta por Dios, pero no pueden ir más allá de lo que Dios dice, no pueden adorar ídolos y menos hombres que se pudren y se hacen gusanos, como si fueran Dios. Entonces, los cristianos no adoraron al César, y justamente allá en Esmirna se desató una persecución donde muchísimos hermanos murieron; los cristianos eran considerados como si fueran ateos, porque no creían en los dioses del politeísmo romano. Policarpo era líder de la iglesia en Esmirna, en el tiempo cuando el apóstol Juan escribió esta carta de parte del Señor Jesús.

Juan estaba en la isla de Patmos y el Señor le dijo que le escribiera esa carta y la enviara a las siete iglesias; de manera que cuando Juan en vida envió la carta a Esmirna, quien estaba al frente de la iglesia en Esmirna, que era un discípulo de Juan, era Policarpo; Policarpo recibió esa carta de manera directa; y a los pies de Policarpo estaba Ireneo, que es también un personaje importante de la iglesia en Esmirna. Después de que murió Policarpo, que fue martirizado, entonces hubo otro hombre de Dios llamado Pionio de Esmirna, que estuvo asumiendo la dirección por parte del Señor de la iglesia en Esmirna y también fue terriblemente martirizado; en Esmirna muchos mártires murieron. Los hermanos de Esmirna escribieron un documento que, si tenemos tiempo, voy a leerles sobre el martirio de Policarpo, pero al final cuando terminemos, por lo menos 10 minutos o 15, si tenemos tiempo.


La Deidad en servicio para muerte
No debemos interpretar el mensaje a Esmirna solamente en el sentido histórico. Este mensaje fue primeramente, históricamente, de Juan a Esmirna, en mano de Policarpo; en el primer sentido gramático-histórico, esta carta fue dirigida a la Esmirna del Asia Menor; y en ese primer sentido histórico, los diez días de la persecución fueron 10 días de veinticuatro horas que se cumplieron en la historia de la iglesia en Esmirna, la Esmirna local; pero también debemos entender que este libro no es solamente una carta a una iglesia histórica, sino que es una profecía; o sea que esa iglesia histórica, las condiciones en que ella vivía, servían de profecía, de modelo, proyectaba una profecía para aquel período de los mártires en la historia de la iglesia. La palabra Esmirna justamente quiere decir: “amargura”, lo mismo que la palabra “Mara”. Cuando estuvimos viendo las jornadas, vimos la palabra “Mara”. La palabra Mara es en griego, pero inclusive tiene raíces parecidas. Mara se dice también: “Morra”, se le dice también “Mirra”. Ustedes recuerdan la mirra; eran unas plantitas de las cuales se sacaba una esencia, un perfume con el cual se embalsamaba a los muertos, y era un perfume para que la muerte fuera vencida por el perfume; o sea, la mirra es el perfume que vence la muerte; esa es la mirra. Al Señor Jesús, cuando era niño, los magos de Anatolia (porque en el griego, lo que se traduce Oriente, dice Anatolia), le trajeron tres cosas: oro, incienso y mirra; como diciendo: el oro representando la divinidad; el incienso representando el sacerdocio, el servicio, y la mirra representando la muerte; como diciendo que ellos reconocían al rey de los judíos como la deidad en servicio para muerte. Esa fue la venida del Señor Jesús: Emanuel, Dios con nosotros. El Señor se hizo hombre para salvarnos muriendo; la deidad en servicio para muerte. Oro, incienso y mirra.

En Cantar de los Cantares ustedes ven que la esposa dice que su amado es para ella como un manojito de mirra que reposa entre sus pechos; o sea que Cristo es mirra en el corazón de la amada. Aquella que es la iglesia que ama al Señor, tiene al Señor en su corazón como una cruz viviente.


Cuando uno vive en el Espíritu, negándose a sí mismo, uno vive con ese manojito de mirra entre los pechos. Si uno anda en la carne, en el yo, sin negarse a sí mismo, uno no es como una esposa amada; el Señor anda por Su lado y uno anda por el de uno; pero la amada no anda lejos del Señor, sino que sigue al Señor en la cruz, sigue al Señor en la negación de sí mismo. Constantemente el Señor permite que a nuestra vida lleguen asuntos, a veces pequeños, a veces grandes, a veces medianos, a veces inesperados, a veces bien esperados, difícilmente esperados; a veces sin que nos demos cuenta por la derecha, a veces por la izquierda, a veces por detrás, a veces de frente; todos esos casos son que el Señor los permite para conducirnos a la cruz; Él quiere darnos una nueva oportunidad de negarnos a nosotros mismos; no debemos considerar las molestias como molestias, sino como oportunidades que el Señor nos está dando ese día para negarnos a nosotros mismos; es decir, para cargar a nuestro amado como un manojito de mirra entre nuestros pechos. Dice la palabra del Señor en Cantar de los Cantares. “Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa entre mis pechos” (Cnt. 1:13); o sea, la muerte a sí mismo, la muerte sacrificial, pero no la muerte, sino el olor del perfume, la fragancia que vence la muerte. La mirra es la fragancia que vence la muerte; ahí está la muerte, pero la mirra vence la muerte; o sea, la vida de resurrección en el Espíritu es la fragancia de la mirra que vence la muerte. Entonces, la iglesia en Esmirna, es la iglesia en la fragancia que vence la muerte. La palabra Esmirna viene también de Mirna, también de mirra, morra, Mara, también la palabra Marta y Mirta; todas esas palabras están relacionadas: Marta, morra, Mirta, mirra, Mara, mirna y Esmirna; todas esas palabras están relacionadas y significan eso: la amargura, el sufrimiento, pero no un sufrimiento sin sentido, sino el sufrimiento que desprende la fragancia que vence la muerte. Esmirna es mirra, es el perfume que vence la muerte; por eso es que a los muertos los embalsamaban con mirra; por eso, cuando las mujeres fueron a embalsamar al Señor Jesús, entre las especies que llevaban, llevaban mirra; claro que el Señor se les adelantó y no lo pudieron ungir; sólo María Magdalena, cuando estaba vivo, lo pudo ungir; Jesús dijo: se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.


El período de los mártires
Entonces, Esmirna, además de ser esa iglesia histórica, representa, en la historia de la Iglesia, el período específico de los mártires; ustedes saben que la historia cristiana ha tenido el período apostólico, que está representado y continuado por Efeso; entonces después vinieron aquellas persecuciones que hubo en el siglo I, en el siglo II y en el siglo III y hasta comienzos del siglo IV; todo ese período fue de grandes persecuciones; hubo muchas persecuciones pequeñas, pero comandadas, como decirlo así, desde el Estado romano, desde el César, en diez grandes persecuciones; la peor fue la última, la de Diocleciano que duró diez años; o sea que lo que allí (en Esmirna) fue diez días, en el período histórico fueron diez años y diez persecuciones; o sea que el Señor está hablando en forma profética cuando leíamos allí de los diez días. Entonces, después de ese período apostólico, viene el período de los mártires, la era de los mártires, después seguida por los otros períodos de la iglesia, de Constantino, luego el edicto de tolerancia; hubo la mezcla del cristianismo con el paganismo, con el Estado; después viene el absolutismo medieval, después la época de la Reforma, la época de los hermanos y de las misiones y la época contemporánea; esos períodos de la historia cristiana, de la Iglesia cristiana, están profetizados por el Señor Jesús, y cada período se corresponde con la situación que vivía cada una de estas iglesias, la cual proyectaba profecía de parte del Señor. Había muchas otras iglesias. Cerca de Laodicea estaba Colosas; por ahí cerca estaba también Hierápolis, estaba Filomelia, estaba Magnesia, estaba Nicea, estaba Calcedonia; todas esas eran iglesias que había, pero el Señor escogió siete, y cada una de esas siete vivía una situación por medio de la cual el Señor estaba profetizando y estaba hablándole, no sólo a esa iglesia, sino por el Espíritu a todas las iglesias y profetizando profecía. La segunda iglesia mencionada fue Esmirna y el segundo período de la historia de la iglesia fue la era de los mártires; y hay una perfecta concordancia entre la era de los mártires y el mensaje a Esmirna.

Volvamos a leer un poquito el mensaje a Esmirna. El Señor sabe cómo se presenta a cada iglesia, ya lo hemos dicho; el Señor se presenta a cada iglesia según lo que la iglesia necesita. Si tú necesitas ser pastoreado, Él se presenta como el Pastor; si estás perdido y necesitas ser salvado, él se presenta como el Salvador; pero a veces se presenta como el Señor; a veces como el Maestro, según lo que se necesite. Aquí la iglesia está pasando por una situación terrible y va a pasar más todavía; entonces el Señor se presenta como el primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió; eso es lo que necesita la iglesia que está en persecución, reconocer del Señor Jesús. La iglesia debe verlo a Él como el Primero; Él es el originador de todas las cosas, nada existe sin Su voluntad, ni siquiera una hoja de un árbol se mueve sin que Dios lo quiera, y el Primero, aquel por quien Dios creó todas las cosas, aquel que tiene que dar incluso permiso al diablo, porque el diablo no actuaría sin permiso; el diablo quería probar a Pedro y el Señor le dijo: Simón, Simón, Satanás te ha pedido para zarandearte; no podía zarandearlo sin permiso; entonces el Señor, en una situación tan terrible, cuando parece que todo está en contra de nosotros, porque no sólo había tortura, había también despojo, había también hambre, había división de las familias, destrucción; la persecución es algo terrible: fuego, espada, despojo y cautividad; es terrible la persecución; entonces el Señor se presenta a la iglesia como el Primero, el Señor le habla a la iglesia como el que tiene el control de todas las cosas; y no sólo como el Primero, porque en la historia humana hay algunos que se han subido, pero los han bajado; el Señor no sólo es el Primero, Él también es el Postrero; Él es el Último, Él es el que tiene la última palabra; a Él no se le escapa nada, Él es el Primero y Él es el Último; el Principio y el Fin; el Alfa y la Omega; entonces, la iglesia en persecución tiene que ver esto.

Siempre que estamos en una situación difícil, no es porque Dios no lo haya permitido, porque el diablo se le escapó a la mano de Dios, lo agarró por sorpresa, en un descuido Dios se durmió, entonces el diablo nos puso una trampa; no es así; debemos saber esto, que hay un Soberano que es el que permite, el que pone reyes, el que quita reyes, el que hace el día bueno y también el día de la adversidad; el que dice: Yo hiero y Yo sano; y como dice en Lamentaciones: “¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado” (Lm. 3:39). ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?” (Am. 3:6). O sea que Dios se presenta como el Soberano, como el que dirige todo, el que permite incluso a los demonios hacer hasta cierto punto algo, pero sólo hasta cierto punto.


Al Señor no se le escapan los frentes; eso se le puede escapar a algún jefe guerrillero o paramilitar que parece que gobierna, pero los frentes hacen lo que quieren por su lado; al Señor no le sucede eso, al Señor ningún frente se le escapa. Pero el Señor dice: diez días y son diez días. He aquí el diablo hará esto; el Señor podría decir: diablo, no lo hagas; pero el Señor dice: hará esto y dice porqué, para que seáis probados. Dios explica para que permite los problemas, para que seáis probados. Dios no nos evita el ser probados, Dios nos prueba, Dios quiere qué nuestro amor, nuestra fidelidad sea probada y por eso a veces permite días de adversidad; la iglesia debe saber esto, y cuando lo esté viviendo debe acordarse, Señor, tú eres el Primero y el Último, pero añade más: yo estuve muerto; el que estuvo muerto y vivió dice esto; el que habla es alguien que tiene autoridad para pedirnos que seamos fieles hasta la muerte porque Él fue fiel hasta la muerte; parecía que había sido abandonado.


Estuvo muerto y vivió
Hoy dicen, si usted se mete de Cristo va a ser crucificado, como diciendo que no se meta de Cristo; pero el Señor sí se metió de Cristo, porque si no nadie se salvaba, y Él dijo: nadie me quita mi vida, sino que yo de mí mismo la pongo; tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar, y la puso; por eso dice: yo estuve muerto; como quien dice, yo no les pido a ustedes que hagan algo que yo no hice; yo pasé primero, yo sé lo que es eso y yo estoy en ustedes para ayudarles a pasar por esto; yo pasé primero, yo estuve muerto, pero he aquí que vivo por los siglos de los siglos. Yo tengo las llaves del Hades y de la muerte. Él es el que tiene el control; por lo tanto, Él puede colocarnos en una situación que a la carne no le gusta, pero que al espíritu le conviene. Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios; y esa palabra “muchas” y “necesario”, es delicada, pero es palabra de Dios. “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hech. 14:22). Como dice: “Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan” (2 Ts. 1:6); y también dice que nosotros estamos demostrando que somos dignos del reino por el cual padecemos; “si padecemos con Él, también reinaremos con Él”. Yo pienso que cuando estemos en la gloria, lo que más nos va a alegrar es haber estado dispuestos a caminar con el Señor por el camino más difícil y más estrecho; cuando estemos en lo más difícil, acordémonos de que esa es la base con Cristo de lo más glorioso. Si no nos acordamos de que Él es el Primero, que Él es el Postrero, que estamos siendo probados y que tenemos que salir airosos en unión con Él de esa prueba, podemos flaquear; pero Él habla esto para que no flaqueemos; hay que tener en cuenta todo esto para no flaquear en los momentos difíciles. Él tiene el control, Él me está probando, pero Él vivió para ayudarme, Él vive y porque Él vive, yo vivo, y yo sé que esto que es tan difícil va a producir fruto de gloria. Como dice Pablo: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Co. 4:17). Eso es lo que busca el Señor y Él quiere impresionarnos en lo profundo con sus mensajes, porque Él sabe lo que nos espera; el tiempo final no es tiempo fácil, es tiempo de dificultades, y si nos engañamos, hermanos, vamos a ser sorprendidos; pero Dios no quiere que seamos sorprendidos. “Acordaos que ya os lo había dicho antes”, dice el Señor. “Viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios”. “Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Tm. 3:12). “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia (y todas las clases de cosas que haga la llamada “justicia” contra nosotros, dice el Señor), porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5:10). Grande es vuestro galardón en los cielos; por eso es que le dice a la iglesia: tú eres rico, porque grande es tu galardón.

El Señor conoce nuestra tribulación
Dice en el verso 9: “yo conozco tu tribulación”; qué bueno que el Señor diga eso: “conozco tu tribulación”. Hermanos, los manuscritos más antiguos dicen: “yo conozco tu tribulación”; no dicen: “yo conozco tus obras”. Claro, el escriba dijo: Bueno, pero aquí dijo: yo conozco tus obras, allí también, allí también; bueno, seguro fue un error de Juan, del Espíritu Santo, entonces vamos a homogeneizar las cosas y le puso: “conozco tus obras”. Eso dicen los manuscritos últimos, pero el Señor no se pone a hablarnos de obras cuando estamos en persecución; no, Él no. Porque es que cuando estamos en problemas, estamos en apretura, pensamos que Él no sabe, pensamos que Él no oye, pero Él dice: “Yo conozco tu tribulación y tu pobreza”. Uno piensa: Señor, pero no me alcanzó; Señor, está todo tan apretado.

“Yo conozco”; ¡ah! entonces algo está haciendo el Señor; si Él conoce y todavía no lo quita es porque es necesario y es para bien. Cuando el Señor dice. “yo conozco”, es para que no tengamos ese sentimiento de abandono. Señor, pero estoy en tribulación, estoy en pobreza. Yo conozco. Un hermano, como él lo ha dicho públicamente, yo lo voy a decir públicamente. El hermano Ariel, ustedes lo conocen. Una vez él nos contó que le pedía a Dios y le pedía y le pedía; parecía que el Señor no le oía. Señor, pero tú no me oyes, Señor, pero tú no me oyes; y le habló con voz audible: “Yo no soy sordo”. El miró y no había nadie por ahí cerca; eso le pasó a Ariel, él nos contó esa experiencia. El Señor no es sordo y el Señor nos ama. Fíjense en lo que estaba pensando y diciendo Job; y sin embargo, ¿qué era lo que Dios decía de Job? Satanás, ¿no has visto a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra? Eso era lo que Dios pensaba y sentía de Job, pero Job, como estaba en problemas, se le murieron los hijos, perdió los bienes, perdió la salud, los amigos, la esposa, quisieron que se suicidara, que maldijera a Dios, ¡terrible caso! Él no sabía lo que le pasaba, y él calculaba según lo que vivía subjetivamente y pensaba que Dios había sido injusto con él; decía un montón de cosas y sin embargo después dijo: Yo hablaba lo que no entendía; después entendió; ¿para qué el Señor inspiró el libro de Job? Para darnos ánimo; Él sabe, como dice la Escritura: “El hombre nace para la aflicción” (Job 5:7); eso está escrito: El hombre nace para la aflicción.

No vinimos a esta tierra a pasar vacaciones, vinimos para vencer y conocer la gloria de Dios; para eso vinimos; no solamente para pasar vacaciones; entonces hay que saber eso: que el hombre nace para la aflicción. Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33); eso es lo que dice aquí: Confiad en mí, yo he vencido el mundo. Entonces Él dice: Conozco tu tribulación; no pienses que Dios no sabe donde te aprieta el zapato, no sabe cuánto te falta; Él sabe. “Conozco tu tribulación y tu pobreza, (pero tú eres rico)”; aun en tribulación tú eres rico, aun en pobreza eres rico; y lo dice Dios que sí sabe de verdadera riqueza.


Y dice: “y conozco la blasfemia...”. Uno dice: Señor, ¿no te das cuenta de lo que me están haciendo? Sí me doy cuenta. A veces nos hacen cosas: Conozco. “Conozco la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son”; o sea, había personas que para hacerse grandes sobre los demás, decían algo de sí mismos que no era; solamente para merecer pleitesía, merecer honra, para manipular, para controlar; entonces decían ser judíos y no lo eran. ¿Qué era lo que en verdad eran? Sinagoga de Satanás. ¡Es terrible! Porque las sinagogas eran de Dios; en las sinagogas se reunían los judíos a adorar a Dios; pero estas personas llegaron a aborrecer tanto a los cristianos que en sus propias sinagogas se hicieron instrumentos de Satanás y blasfemaban contra el Señor, contra la verdad y contra los santos; pero el Señor dice: “yo conozco”. ¿Lo permites? Sí, el Señor lo permite, pero lo conoce. Este mensaje es para que sepamos: Él es el Primero, es el Postrero, estuvo muerto mas vive, y conoce la tribulación y la pobreza y nos considera ricos. Conoce la blasfemia y luego dice: “No temas en nada”, nada temas; “no temas en nada” traduce aquí bien Reina y Valera. No temas en nada. ¡Ay Señor! porque cuando uno está frente a la tribulación, frente a la muerte, frente al despojo, frente a la pobreza, frente a la tortura, frente a la persecución, frente a la disgregación de la familia, frente a la clandestinidad, en las catacumbas como los cristianos de esa época, tú no temas; el Señor en medio de esa situación dice: “no temas”. Uno dice: Señor, pero quítame el problema y no temo; no, en medio de todo, no temas. Uno dice: ¡Uy! por fin ya tengo el salario seguro, la cuenta corriente segura, mataron a Tirofijo, mataron al Mono Jojoy, mataron al de las AUC; no, no es eso; el Señor dice: no temas, en medio de los problemas. Dice: “En nada temas lo que vas a padecer”. Vas a padecer; no temas lo que vas a padecer; o sea que el temor aumenta el padecimiento. El temor a veces es peor que el padecimiento; uno ve que le van a poner una inyección y grita, y se desmaya, y después era un chuzoncito de nada, pero el susto era lo terrible, ¿verdad? El temor. La amígdala del cerebro segregando nuestro temor, pero sí el Señor nos dice que no temamos, Él sabe, Él nos ayuda.


Debemos ser probados
Hay hermanos que han pasado terribles persecuciones. El hermano Richard Wumbrant estuvo catorce años preso en Rumania bajo el gobierno comunista; sufrió mucho; él llegó a un punto cuando se olvidó de todo y de lo único que se acordaba era del Señor Jesús; lo ponían frente a una pared, levantado con una tiza entre la nariz y la pared y no podía dejar caer la tiza de la pared, porque si no, lo golpeaban y sin dormir; cuando estaba durmiendo, lo despertaban.

¡Terrible! Dice que a él todo se le olvidó y de lo único que se acordaba era: ¡Señor Jesús! Todo se le olvidó, menos el nombre del Señor Jesús; terrible sufrimiento; sólo se acordaba del nombre del Señor Jesús; y él dice: Céntrense en el Señor Jesús, respire despacio, tranquilo, concéntrese en el Señor Jesús, no esté temiendo que me van a hacer algo, concéntrense en el Señor Jesús. El Señor dice: “10No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará (el Señor ya lo sabía y lo dejó, ¿se dan cuenta?) a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días”. Algunos, no son todos, pero el Señor ha asignado que algunos vayan a prisión; el Señor anuncia cautividad para algunos, no todos, pero algunos. Siempre hay la posibilidad de que algunos vayan, por una trampa de Satanás, a parar en la cárcel; hay esa posibilidad; porque estamos hablando no sólo de la histórica Esmirna, ni sólo de la era de los mártires, sino que el Espíritu habla esto a todas las iglesias. En cualquier momento puede suceder, pero entonces ¿qué dice allí? “Para que seáis probados”; esa es la explicación; el Señor ya explicó; debemos saber que cualquier pequeña o grande molestia, cualquier sorpresita o gran sorpresa, es para que seamos probados; no nos debe sorprender la situación; es para que seamos probados; y el deseo de Él y de todos los ángeles, es que venzamos la prueba; y Él venció, y vive, para que nosotros vivamos; ojalá confiemos, ojalá creamos. El Señor no nos deja engañar; en este mundo eso es lo normal; el camino es estrecho.


Las diez persecuciones
1. Nerón Claudio César. “Y tendréis tribulación por diez días”. Aparte de esos diez días de la Esmirna histórica, la era de los mártires constó de diez grandes persecuciones que están profetizadas allí, proyectadas en esos diez días. Cada día una persecución. La primera, la de Nerón donde murió Pablo que fue decapitado y Pedro que fue crucificado, y para no sentirse muriendo como el Señor pidió que lo pusieran cabeza abajo, que lo crucificaran cabeza abajo. Andrés murió crucificado en unos maderos en forma de una equis; por eso a la equis le llaman la cruz de San Andrés. San Lorenzo fue quemado, asado vivo; muchas otras cosas; se pueden contar multitudes de mártires. Nerón incendió la ciudad de Roma y le echó la culpa a los cristianos, y Satanás metió unos prejuicios terribles contra los cristianos. Decían que los cristianos eran ateos, decían que se reunían en secreto y que ponían un niño debajo de la harina, y a los que los iniciaban, les hacían clavar la harina con un cuchillo y apagaban las luces; no había luces de éstas, sino que habían unos candelabros y que el candelabro estaba amarrado a un perro y movían el perro y el perro tumbaba el candelabro, y ahí se empezaba a tener incesto y toda clase de orgías y comiéndose esos niños. Eso creía la gente romana, porque eso era lo que decía la gente; y lo más triste era que principalmente eran los judíos que habían rechazado a Cristo los que soltaban esos cuentos para que la gente se imaginara lo peor; pensaban que adoraban la cabeza de un asno y de las cosas peores; el diablo hizo creer a la gente y la gente que cree lo primero que le digan, que estaban acostumbrados a las luchas de gladiadores y de las fieras, ahora querían a los cristianos en el circo; y cuando Nerón quemó la ciudad de Roma, porque él se creyó un gran arquitecto y quería hacer una nueva Roma hecha por Nerón, entonces le echó la culpa a los cristianos y empezó la primera gran persecución en que murieron los apóstoles principales allí. 

2. Domiciano Tito Flavio. Después, cuando el apóstol Juan, que fue en la época del Apocalipsis, vino Domiciano, que fue llamado un segundo Nerón, fue llamado un Nerón redivivo o revivido; él hizo hacer una imagen de sí mismo y mandaba que se le adorara; por eso, cuando los cristianos de la iglesia primitiva hablaban de la bestia revivida, ellos la aplicaban primeramente a Domiciano y a la adoración de su estatua, lo cual era una proyección anticipada de un tipo de la persecución final, de la bestia final; porque la bestia era, pero no es y será; es decir, tuvo un cumplimiento, pero sólo típico, porque el final está en el futuro; o sea que el lenguaje de Juan servía para proyectar la situación en el futuro. Entonces este Domiciano fue el segundo gran perseguidor y fue el que mandó a Juan a la isla de Patmos. Cuando él murió, entonces Juan fue librado de Patmos; regresó a Efeso, escribió su evangelio y escribió tres cartas más que están en la Biblia.


3. Trajano Marco Ulpio. El tercero fue Trajano; Plinio el joven, quien a la sazón servía como legado imperial en Bitinia, le escribió a Trajano una carta, diciéndole: Yo no sé si vamos a matar a todos los cristianos, sin que hayan cometido ningún error; no sé qué debo hacer, porque son cantidades y no son personas malas; ¿qué hacemos? Entonces Trajano le contestó: Bueno, si nadie los denuncia, déjelos tranquilos, pero sí los denuncian, los castigan. ¡Qué terrible justicia! Entonces Tertuliano, que era un abogado, escribió una apología, una defensa, defendiendo a los cristianos; se la dirigió a los emperadores mostrándoles cómo eran de injustos; cómo si no había por qué perseguirlos, porque eran personas sanas, normales, por qué si alguien los denunciaba los castigaban, pero si no los denunciaban los dejaban; si verdaderamente son peligrosos, había que matarlos o había que encontrarlos y castigarlos, pero si les dejaban sin buscarlos, es porque realmente tenían conciencia que eran inocentes; entonces, lo que se perseguía era el nombre cristiano, no era porque hubiera matado, o robado; es cristiano, sí, adore al Cesar: no, entonces a la muerte, directamente. Allí en la biblioteca tenemos las actas de los mártires; terrible es conocer esto, pero es bueno conocerlo, aunque es terrible. Pero eso ha sido así, y en toda la historia de la iglesia ha habido persecución en algún momento. Aquí en Colombia misma, hay hermanos de nuestra generación que están muriendo, que están siendo matados; hay hermanos en los Llanos Orientales que los han aserrado con motosierra; a un hermano le sacaron un ojo con una cuchara; a otros les hacen cavar su propia tumba y luego los matan; a algunos los queman con gasolina. ¡Cosas terribles! No estoy hablando sólo de la época aquella, también hay peligro en esta época.


4. Marco Aurelio. Fueron diez persecuciones: Nerón, Domiciano, Trajano; después vino Marco Aurelio, el famoso emperador filósofo, escritor de Meditaciones. Hoy los grandes estadistas leen a Marco Aurelio, porque en el papel, en la filosofía, era muy bueno; pero si ustedes vieran las crueldades que se hicieron contra los cristianos; un gran emperador filósofo. Séneca era un gran filósofo, fue el preceptor de Nerón, pero ¿qué hizo Nerón? De qué servía una filosofía y una ética sin Dios? Eso es lo que ha demostrado la ética sin Dios; los mejores hombres, los mejores gobernantes, los filósofos y los más rectos, fueron los peores perseguidores del Cristianismo; ninguna otra religión era perseguida. El imperio romano se jactaba de ser civilizado. Cuando iban a azotar a Pablo, Pablo dijo: ¿Se permite azotar a un ciudadano romano? Inmediatamente se asustaron, porque los romanos eran civilizados, aprobaban toda las religiones, aún los judíos estaban aprobados, menos los cristianos; los cristianos eran los únicos perseguidos, porque era delito ser cristiano; no hacer algo; si se confesaba cristiano, merecía la muerte, nada más; y emperadores como Marco Aurelio hicieron de las persecuciones más terribles; esa es la contradicción de la filosofía y ética humana; no conoce a Dios. 


5. Septimio Severo Lucio. Vino el quinto que se llamó Septimio Severo, fue la quinta persecución. 


6. Maximino Tracio Cayo Julio Vero. Después vino uno que, bueno, nuestro hermano Maximino se va a querer cambiar el nombre. El sexto emperador que hizo una persecución terrible, se llamó Maximino. 


7. Decio Cayo Mesio Quinto Trajano. El séptimo emperador que fue también terrible, fue Decio; la séptima persecución general contra los cristianos fue la del emperador romano Decio. 


8. Valeriano Publio Licinio. El octavo se llamó Valeriano, fue terrible.


9. Galerio. El noveno fue Galerio.


10. Dioclesiano Cayo Aurelio Valerio. El décimo, que fue el más terrible, él se propuso sistemáticamente barrer el cristianismo, matar a todos los cristianos, destruir las Biblias, quemarlas; diez años duró esa persecución de las más sistemáticas, de las más terribles.

Diocleciano, esa fue la última de aquellas persecuciones, y lo que hizo fue que los cristianos se multiplicaron. Como decía Tertuliano: la sangre de los cristianos es semilla. La gente veía gente correcta muriendo feliz para el Señor, glorificando a Cristo, perdonando a los verdugos, y muchos se convertían, incluso algunos jueces; algunos soldados que llevaban a los tribunales, al ver la entereza, la alegría con que los cristianos iban a la muerte, veían sus rostros llenos de luz, de confianza, se maravillaban.


 Una vez un cristiano débil negó al Señor, y uno de los soldados vio que se le quitaba una corona, y dijo el soldado: Yo quiero esa corona; y se fue y murió con el otro. ¡Qué cosa tremenda! Ninguno quite tu corona. Sucedieron historias tremendas.


Entonces dice: “Tendréis tribulación por diez días.” Ahí está, diez grandes persecuciones generales del imperio romano en la era de los mártires: Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Maximino, Decio, Valeriano, Galerio y Diocleciano, terribles personajes que persiguieron al Cristianismo; pero el Señor dice: “Sé fiel hasta la muerte”. Esa frase es importante, porque uno dice: Hasta aquí, ya no doy más. No, hasta la muerte. Yo estuve muerto, pero he aquí que vivo. Yo te daré la corona de la vida. “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Y dice: “11El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” O sea, Dios quiere hablarnos a todos, y quiere estar hablando hoy. El número 10 de las persecuciones también representa el rechazo del mundo en general, pues con el 10 se representa también a la humanidad. Y luego la recompensa es conforme a la prueba. ¿Cuál era la prueba? La muerte, la tribulación, el fuego, la espada, la cautividad, la cárcel, el despojo, te quitan las cosas, pierdes todo. “Hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Entonces, la recompensa tiene que ver con aquella clase de lucha.


La recompensa
¿Cuál es la recompensa? “El que venciere”. El Señor siempre apela a los vencedores; habrá vencedores. “El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte”. Como venció la primera muerte, el Señor lo exime de pasar por la segunda muerte. ¿Cuál es la segunda muerte? La segunda muerte es el lago de fuego y azufre, el lago que arde con fuego y azufre. En Apocalipsis 20, usted ve que eso lo dice así, en el verso 15: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”; y en el verso 14: “Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda”. Ser echado al lago de fuego; el Hades no es todavía la Gehena, que es el lago de fuego. Las personas mueren; si muere en Cristo va al Paraíso; si muere sin Cristo va al Seol, y luego después del reino del milenio, de los mil años, vendrá el juicio del trono blanco; y todos los seres humanos, todos los que murieron, van a ser presentados en el trono blanco; lo que la persona pensó, actuó, sus intenciones, sus hechos, sus obras, están escritas en libros; se abrieron los libros. Solamente de aquellos que reconocieron sus pecados y fueron perdonados por la sangre de Cristo, han sido borrados de los libros sus pecados. Como dice el Señor: nunca más me acordaré de tus pecados; cuando los ha reconocido y pedido perdón; si no, todo está expuesto. ¿Con qué motivo hiciste las cosas? ¿Qué hiciste? ¿Qué dijiste? Todo está registrado; viene el juicio y el que no se halló inscrito será echado en el lago de fuego, y esa es la muerte segunda; o sea que la muerte segunda es la Gehena, la perdición eterna. En lo general es la perdición eterna, pero hay algo que se llama el daño de la muerte segunda.

Daño de la segunda muerte
Hay la posibilidad de que un cristiano no vencedor conozca el daño de la segunda muerte de manera temporal, dice la Escritura. Es necesario entender esto; o sea que si es un cristiano, el Señor le es fiel; pero si siendo cristiano vivió como un mundano, tiene que conocer, por lo menos en parte, lo que merece su conducta. Por eso el Señor dice: “El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte”; pero no habla del que no vence. Mas ¿qué habla el Señor del que no vence? Vamos a leer eso en Mateo; vamos al evangelio de Mateo; palabras del Señor Jesús para que nosotros temamos sanamente y no vivamos como cristianos una vida irresponsable. Miren lo que dice el capítulo 5; primero les llamo la atención al inicio de la conversación: “1Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. 2Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo...”. ¿A quién le está hablando el Señor Jesús? A los discípulos, a los suyos; no al mundo. Dice: Bienaventurados vosotros, los que lloráis, porque seréis consolados. Vosotros los pobres de espíritu, porque vuestro es el reino. El está hablando a sus discípulos y todo el Sermón del Monte, desde las bienaventuranzas, es todo hablando el Señor Jesús a los discípulos. Vosotros sois la sal de la tierra. Vosotros sois la luz del mundo. No penséis, vosotros, discípulos, y entonces, llega el verso 21, en el contexto del Sermón del Monte; Jesús hablándonos a los discípulos, no a los incrédulos: “21Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; (está hablando a los hermanos) y cualquiera que diga: Necio, (cuanto más algo peor) a su hermano, será culpable ante el concilio; (será juzgado, incluso por varias personas) y cualquiera que le diga: Fatuo, (cómo será algo peor) quedará expuesto al infierno de fuego”. Si tú ves esa palabra en el griego, no dice Hades, sino Gehena; o sea que quedará expuesto al daño de la muerte segunda. Si no venciere, quedará expuesto al lago de fuego. Ahora, ¿será eso eternamente? No, es temporal, porque el Señor murió por la persona que creyó, pero porque creyó el Señor le es fiel, pero porque el otro fue infiel, conoce un poco lo que experimenta el perdido. Por eso a continuación dice: “23Por tanto”; fíjense en que lo que va a decir a continuación, tiene base en lo anterior; Él acaba de decir que si nosotros pecamos de esta manera contra los hermanos, o puede ser por ejemplo, con la pornografía, si uno mira una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón; y si ella se coloca para hacerse codiciar, también es responsable. Y dice: mejor es que entres en el cielo sin un ojo; se lo dice a sus discípulos; que con ambos ojos ser echado a la Gehena de fuego; eso, el paso temporal por el fuego de la Gehena, se llama el daño de la segunda muerte. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte, pero ¿y el que no venciere? es como este hermano aquí, que es un hermano, que es un discípulo, pero que trata mal, odia, aborrece a su hermano, o vive una vida libertina diciendo que es cristiano, dice que es hermano, pero se emborracha, fornica, miente, es egoísta, etc. etc., no lucha contra sí mismo, sino que se da la libertad de pecar; sí, habla del Señor, menciona al Señor, pero no corrige su vida. El que venciere, ese sí, no sufrirá daño de la segunda muerte, pero ¿y el que no venciere?

“23Por tanto, (fíjense en que Él viene hablando en continuidad; lo que va a decir a continuación, es sobre la base de lo que ha dicho, no es algo distinto de lo que Él está hablando; Él está desarrollando la misma idea) si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. 25Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, (no hay que ser lerdos en esto, no hay que pensar que vamos a tener mucho tiempo. ¿Qué es ese pronto?) entre tanto que estás con él en el camino, (mientras no ha muerto ninguno de los dos o no ha venido el Señor, tenemos que arreglarnos porque si se acabó el camino, se murió el uno, se murió el otro o vino el Señor, entonces ¿qué va a pasar? Si no nos hemos puesto de acuerdo, si no hemos arreglado nuestros problemas, si no hemos confesado nuestros pecados y nos hemos arrepentido, entonces ¿qué va a pasar?) no sea que el adversario te entregue al juez.” Para que no pensemos que eso es injusto, no siempre hace correcciones inmediatas, porque entonces nadie sería libre, todo mundo estaría aterrado; cada vez que pecas te mueres, entonces todos van a obedecer a Dios, pero nadie lo va a amar. Entonces, a veces parece que Él no hace nada, pero de vez en cuando hace algo, antes del juicio, para que la gente tema. Entonces dice acá: “No sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. 26De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta...” Gracias a Dios que no dijo: punto; por eso estoy diciendo que es temporal; esta cárcel es aquel infierno de fuego. ¿Se dan cuenta? El daño de la muerte segunda, no es la muerte segunda definitiva, pero lo tocará. Si la persona vivió como un impío, conocerá lo que vive un impío; pero como creyente, cuando haya pagado el último cuadrante, entonces saldrá; pero hasta que no haya pagado el último cuadrante, no saldrá de allí: “De cierto te digo que no saldrá de allí, (allí, la cárcel, y viene hablando cuál era esa cárcel: el infierno de fuego, o sea, la Gehena de fuego) hasta que pagues el último cuadrante”. Eso significa que el Señor va a hacer justicia. El salmista dice que el baldón de cada uno se volverá sobre su cabeza; como tú hiciste, se hará contigo; todo lo que salió de ti, se volverá sobre ti. Si salió odio, recibirás ese odio; si juzgaste con dureza, se te juzgará con dureza. Si fuiste misericordioso, te será misericordioso. Si no juzgaste, no serás juzgado, pero si juzgaste, serás juzgado con el mismo juicio con que juzgaste; o sea que, hermanos, el daño de la segunda muerte quiere decir, un castigo temporal; no dice que es eterno; dice: “hasta que pagues el último cuadrante”; pero sí es un castigo de siervos.


Siervos fieles e infieles
Vamos al evangelio de Lucas 12:41. Aquí se habla no de los incrédulos, sino de los siervos, de los discípulos, de los hermanos, de los hijos de Dios, de los nacidos de nuevo. Dice: “41Entonces Pedro le dijo: Señor, dices esta parábola a nosotros, o también a todos? (la parábola del siervo que debía estar esperando a que su señor venga, vivir con la expectativa de encontrar al Señor) 42Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración?” Está hablando de los siervos, del ministerio mismo; no está hablando del mundo entero.

¿Quién es el mayordomo al cual su señor puso sobre su casa, para que les dé el alimento a tiempo? Habla de siervos que tienen encomienda de Dios, y luego dice: “43Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, lo hallé haciendo así.” Ojalá nos halle el Señor dando alimento a Su casa siempre. Dice el Señor: “44En verdad os digo, que le pondrá sobre todos sus bienes. 45Mas si aquel siervo (ese mismo) dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; (voy a darme aquí una canita al aire; es por un rato, puede ser que el Señor no venga mientras estoy aquí bailando) y comenzare a golpear a los criados (tratar mal a los otros siervos del Señor) y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, (vivir para la carne) 46vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles”. ¿Cuál es el lugar de los infieles? La cárcel, la Gehena; “y le pondrá con los infieles”; a los siervos infieles; o sea que hay castigo también; no sólo recompensa para los que venzan, sino castigo para los que no venzan de entre los siervos. “47Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, (hay que prepararse para servir al Señor y ser hallado fiel; a veces no le servimos porque no nos preparamos; hay que prepararse para servirle y recibirle) ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes”. Aquí no habla de eternidad, habla de parte y de muchos, no habla de eternidad, pero sí habla de castigo y duro: “48Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; (no todos tendrán el mismo número de azotes, sino según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo; y el Señor pagará a cada uno según sean sus obras) porque a todo aquel a quien se ha dado mucho, mucho se le demandará; (¡Señor Jesús! ¿Ustedes no piensan que el Señor nos demandará mucho a nosotros?) y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”. Si le dio cinco, ¿qué hiciste con los cinco? Si le dio dos, no le va a decir qué hiciste con los cinco, sino ¿qué hiciste con los dos? si le dio uno, ¿qué hiciste con el uno?


Salvo como por fuego
Vamos a 1 Corintios 3. Es solamente para terminar de ilustrar un poquito esto relativo a la corrección, el castigo, el daño que recibe el creyente no vencedor. En 1 Corintios 3:12 y siguientes, dice: “12Y si sobre este fundamento (Jesucristo, el Señor) alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, (son cosas de valor, o si no) madera, heno, hojarasca, (lo que hicimos para el Señor fue pura paja) 13la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará”. El oro pasa más puro al otro lado del fuego, el fuego no le hace nada, más bien lo purifica; lo mismo la plata y las piedras preciosas, salen más preciosas; pero la madera, el heno y la hojarasca no salen al otro lado; aumentan el fuego. “14Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, (estos son creyentes, están en el fundamento) recibirá recompensa. 15Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida”. Fíjense en la palabra “sufrir” y fíjense en la palabra “pérdida”, pero no es de la salvación, es sufrimiento y es pérdida, pero no es pérdida de la salvación, sino del galardón que es el reino en el milenio; entonces si pierde el galardón que es en el milenio, ¿dónde estará durante el milenio? En la cárcel, sufriendo el daño de la segunda muerte. Entonces dice acá: “15Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 16Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, (es sufrimiento, es pérdida, pero no de la salvación, sino del galardón) aunque así como por fuego”. Salvo por fuego, es un salvo que tiene que pasar por el fuego. ¡Cosa terrible! Entonces, hermanos, yo pienso que el Señor nos ha ayudado a entender un poquito. El que venciere no sufrirá daño de la segunda muerte. El Señor no lo dice del que no venciere, pero aquí dice lo que pasa con el siervo malo, negligente, el que peca y no se arrepiente, el que no corrige sus asuntos a tiempo, entre tanto está en el camino; entonces, hermanos, pienso que esas palabras son importantes.

Pienso que por causa de la hora, ya no voy a tener el tiempo de leer lo que iba a leer. De manera que vamos a dar por terminado aquí. ☐

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