LA TERCERA COPA DE LA IRA
“4El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y llegó a ser sangre. 5Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. 6Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. 7Oí al altar diciendo: Sí, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos”. Apo. 16:4-7.
Comentario de crítica textual
Vamos a estudiar hoy lo relativo a la tercera copa de la ira, que está en Apocalipsis 16:4-7. Como nos recuerda nuestro hermano Jorgito, la palabra no es poterion, copa pequeña o cáliz, sino fiala, taza. Voy a leer los cuatro versos tal como aparecen en la traducción Reina-Valera, revisión 1960, y después de leer la traducción, haremos los comentarios de crítica textual para poder ajustarnos un poco más, en lo que sea necesario, si lo es, al texto griego. Apocalipsis 16:4-7:
“4El tercero derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. 5Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. 6Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les ha dado a beber sangre; pues lo merecen. 7También oí a otro, que desde el altar decía:
"Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos”.
Hasta aquí la traducción de Reina-Valera, revisión de 1960.
Hermanos, en esta ocasión sí va a ser necesario considerar algunos ajustes al texto griego, porque a veces uno que otro escriba de los manuscritos tardíos acrecentó algunas palabras, y a veces el traductor hizo algo un poco más extenso de lo que realmente está en el texto griego. Entonces por favor, vayan siguiendo con sus ojos la versión Reina-Valera y vayan viendo los ajustes al texto griego que estamos haciendo. De la misma manera que aconteció en la segunda copa en donde dice: El segundo derramó su copa, la palabra ángel no está en el texto griego, esa es una palabra implícita, pero, claro, el traductor la hizo explícita; pero dice: “4El tercero derramó su taza sobre los ríos y sobre las fuentes de las aguas, y llegó a ser sangre”. Aquí en el verso 4, donde dice: “y se convirtieron (aparece el plural) en sangre”, hay una serie de manuscritos, los más antiguos, también los más numerosos, en que dice el verbo: “Egenetó”, en singular; “y llegó a ser (egenetó) sangre”; pero algunos escribas al decir: bueno, aquí está hablando en plural: fuentes de las aguas, ¿cómo vamos a dejar esto en singular? vamos a traducirlo en plural; entonces en vez de decir: egenetó, dijeron egenonto; o sea, lo pusieran en plural; pero realmente los manuscritos más antiguos y también muchos de los minúsculos dicen en singular: “y llegó a ser sangre”; claro que aquella gramatización los escribas la hicieron algo más gramática; pusieron el plural. Ya recuerdan que cuando comenzamos al principio a hablar del griego sui géneris de Apocalipsis, pues, estas cosas se adelantaron.
Luego dice el verso 5: “Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, el que eres y el que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas”. Esa expresión: “oh Señor”, es una expresión literaria del traductor; muy pocos manuscritos tardíos la tienen; la mayoría lo omite; no lo tienen; fue un acrécimo para embellecer. Algunos manuscritos, pocos y tardíos, acrecientan donde dice: “el que eres y el que eras”; algunos lo acrecientan con la frase: “y que has de venir”; porque así lo decía en el capítulo 1 y también en el 4; entonces por eso algunos escribas le añadieron eso; pero aquí gracias a Dios, que dejaron esa parte como está en los manuscritos más antiguos.
El verso 6: “Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les ha dado a beber sangre; pues lo merecen”. No tiene ninguna diferencia. El verso 7 sí tiene una gran diferencia; la mayor de todas las diferencias está en el verso 7. Aquí dice: “También oí a otro, que desde el altar decía; ese es un arreglo literario; lo que dice el texto griego es: Oí al altar diciendo”. Esa es la frase exacta en el texto griego: “Oí al altar diciendo: Sí, (o ciertamente) Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos”. Eso en cuanto al primer comentario de crítica textual.
Desarrollo gradual de los juicios
Ahora pasemos al comentario exegético: “4Y el tercero derramó su copa (o su taza) sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y llegó a ser sangre”. Aquí nos damos cuenta otra vez de cómo la tercera trompeta se desarrolla en la tercera copa o en la tercera taza. Comparémoslo. Vamos al capítulo 8 de Apocalipsis, donde aparece la tercera trompeta, y nos vamos a dar cuenta de que es también juicio al hombre en las aguas que el hombre bebe; solamente que en la tercera trompeta el juicio sobre el hombre en las aguas abarca la tercera parte de las aguas y no se convierten en sangre sino que se hacen amargas por causa de Absinto, aquel astro que cae. Entonces mirémoslo para compararlo y darnos cuenta de cómo la trompeta es un tercio de lo que es la copa; o sea que las trompetas convocan el juicio, y Dios no hace juicio de golpe, sino que Él va apretando la tuerca a los pocos; primero hace un juicio más pequeño; y si las personas no se arrepienten, tiene que hacer un juicio más fuerte; y así ustedes lo ven como aparece en Deuteronomio. En Deuteronomio ustedes recuerdan las bendiciones y las maldiciones; cómo el Señor le está hablando a Su pueblo, y les dice que si ellos no tienen en cuenta Sus estatutos y no le obedecen, les va a venir una cosa; pero que si aún así no obedecen, les va a venir otra cosa peor; y si aún no obedecen, cada vez los juicios son peores hasta que al final dice que, inclusive, llegarán a comerse sus propios hijos. Así sucedió ya cuando Tito, el general romano, tomó a Jerusalén en el año 70 d.C.; en el sitio de la ciudad llegó a haber tanta hambre, que las mujeres se comieron a sus hijos; el propio Flavio Josefo, historiador contemporáneo que vivió la situación y fue testigo ocular, él llegó a decir eso, que él escuchó a una mujer diciéndole a la otra: Hoy nos comemos mi hijo, mañana nos comemos el tuyo. ¡Cosa horrible!
Comparando las trompetas con las copas
Miren que a veces Dios habla en gracia, habla en amor, pero la gente no entiende; entonces tiene que hablar más fuerte; no entienden; más fuerte, no entienden; ojalá algunos entiendan, ¿verdad? Por lo menos si la mayoría no entiende, que unos pocos entiendan, y valga la pena el método del flagelo de Dios, porque éste es un azote, una plaga, un flagelo. Miren lo que dice Apocalipsis 8:10-11 en cuanto a la tercera trompeta. Estos versos corresponden a la tercera trompeta, y los vamos a comparar con la tercera copa: “10El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo un gran astro, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre el tercio de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. 11Y el nombre de la estrella es Absinto, (traducido ajenjo) y el tercio de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas”.
Entonces aquí es la tercera parte de las aguas, ya no las del mar. La segunda copa se refiere también a la segunda trompeta; se refiere a las aguas del mar convertidas en sangre, y la vez pasada estuvimos leyendo la plaga de las primeras plagas que Dios trajo a Egipto por medio de Moisés, que era convertir las aguas en sangre. Sin embargo, la vez pasada recordamos eso en relación al mar, pero eso tiene mucho más relación con los ríos, porque realmente lo que se convirtió en sangre en aquella plaga en Egipto fue el río Nilo y las fuentes, inclusive las aguas que tenían en vasos de piedra, en vasos de madera; esas fueron las que se convirtieron en sangre. Si usted revisa Éxodo 7, se va a dar cuenta de que fueron las aguas del río Nilo; o sea que eso se corresponde más con la tercera copa.
Todos los ríos convertidos en sangre
Entonces dice acá, comparándola ahora con la tercera: “4El tercero derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y llegó a ser sangre (o se convirtieron en sangre)”, como traduce Reina-Valera. Aquí nosotros estamos viendo no una tercera parte, sino todo. Ahora, es una cosa gravísima, porque allí en la tercera trompeta dijo “la tercera parte de los ríos”. Bueno, no podemos beber de aquí porque las aguas están amargas; habrá que conseguir el agua carísima de cualquier otro lado; los que tienen el negocio del agua, que ahora está creciendo está en mano de los iluminati, el negocio del agua. En Europa ahora se compra más agua embotellada que gaseosa; los que tienen ese negocio, yo creo que van a hacer su agosto en aquellos días, trayendo agua importada de otras partes; pero ese negocio se les va a acabar cuando se apriete un poco más la tuerca; ahora, en la tercera copa, es las aguas en general, ya no es la tercera parte, sino todas las aguas.
El ángel de las aguas
“5Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas”. En este caso, este ángel de las aguas, no es un ángel caído, porque está reconociendo al Señor y la justicia del Señor; aunque a veces Dios permite la intervención de ángeles caídos. Por ejemplo, ustedes recuerdan en la sexta trompeta que dice que en el Eufrates hay cuatro ángeles atados que van a ser desatados para destruir a la tercera parte de los hombres; esos ángeles son ángeles caídos. Este ángel de las aguas es un ángel fiel; y es interesante que exista un ángel de las aguas; o sea que en la administración de Dios, en la economía divina, Dios le encarga a un ángel cuidar de las aguas, administrar el asunto de las aguas. Hay otros pasajes donde se habla del ángel del fuego; en otros pasajes habla de los ángeles de los vientos. Entonces se ve que Dios delega a algunos de sus ángeles, para cuidar algunos de los elementos de la naturaleza. Vamos a ver eso, por ejemplo, en Apocalipsis 14:18, donde dice: “Y salió del altar otro ángel tenía poder sobre el fuego”; otro ángel tenía poder sobre el fuego; o sea que la naturaleza no está entregada al caos ni a sus propias fuerzas intrínsecas, sino que existe un control sobrenatural sobre la creación.
Los cuatro vientos de los cielos
Dios sustenta la creación y Dios controla la creación; y aquí aparece un ángel que tiene poder sobre el fuego, así como aparece aquí un ángel que tiene poder sobre las aguas; sobre los vientos está en el capítulo 7. Miren conmigo Apocalipsis 7:1: “Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol”. Son ángeles ejerciendo dominio sobre los vientos, deteniendo los vientos; pero como en la Biblia se habla de los cuatro vientos, entonces hay cuatro ángeles; o sea que cada ángel controla a uno de los cuatro vientos. ¿Recuerdan que una vez lo leímos en Zacarías 6? Vamos a recordarlo de nuevo; allí aparecen estos misteriosos ángeles. Zacarías 6:1: “1De nuevo alcé mis ojos y miré, y he aquí cuatro carros que salían de entre dos montes; y aquellos montes eran de bronce. 2En el primer carro había caballos alazanes, en el segundo carro caballos negros, 3en el tercer carro caballos blancos, y en el cuarto carro caballos overos rucios rodados”. Miren cómo Dios le muestra lo espiritual a Zacarías. “4Respondí entonces y dije al ángel que hablaba conmigo: Señor mío, ¿qué es esto? 5Y el ángel me respondió y me dijo: Estos son los cuatro vientos de los cielos, que salen después de presentarse delante del Señor de toda la tierra”. Aquí vemos que detrás de los vientos hay un control angelical; ellos se presentan delante del Señor y ellos dan cuenta delante del Señor de lo que les fue encargado a ellos (los vientos). Sigue diciendo acá: “6El carro con los caballos negros salía hacia la tierra del norte, y los blancos salieron tras ellos, y los overos salieron hacia la tierra del sur. 7Y los alazanes salieron y se afanaron por ir a recorrer la tierra. Y dijo: Id, recorred la tierra”. Les está hablando como a personas. “Y recorrieron la tierra. 8Luego me llamó, y me habló diciendo: Mira, los que salieron hacia la tierra del norte hicieron reposar mi Espíritu en la tierra del norte”.
Las Escrituras nos muestran, pues, ángeles teniendo directa relación con los vientos, ángeles teniendo relación con el fuego; mejor, un ángel que tiene poder sobre el fuego; y aquí en esta tercera copa aparece un ángel que tiene poder sobre las aguas; quiere decir que los espíritus angélicos, los que son de Dios, tienen esos poderes de parte de Dios, según Dios les encomendó a ellos; pero a veces los ángeles rebeldes y el mismo Satanás afectan también estas cosas. Veamos un ejemplo en Job.
Cuando Dios le da permiso a Satanás y sus ángeles
Vamos al libro de Job y veamos un asunto interesante allí, que una vez lo analizamos en un campamento cuando estudiamos el asunto de Edificación y Guerra; vamos a volver a verlo aquí. Job capítulo 1.
Ustedes saben que Satanás vino a presentarse como los demás ángeles se presentan; y los hijos de Dios, que son los ángeles, se presentaron delante de Dios, y cada uno daba cuenta; y Dios le preguntó a Satanás: ¿De dónde vienes? No es que Dios no sepa de donde viene Satanás, sino que cuando Dios le pregunta es para exponerle a él su propia condición; y él le dijo que de rodear la tierra y andar por ella; y ahí empezaron a hablar de Job. Y entonces Satanás quería acusar a Job; porque él es un acusador que de día y de noche está acusando a los hombres y a los santos de Dios delante de Dios; entonces Dios le dio permiso a Satanás para actuar sobre Job.
Satanás puede hacer eso porque Dios le da permiso; si Dios no le da permiso, no puede hacer nada; el control lo tienen aquellos ángeles obedientes a quienes Dios les encarga esos elementos de la naturaleza; pero como le dio permiso, actuó. Quiere decir que aquellos ángeles que tienen el control sobre el fuego, sobre los vientos, sobre el agua, se hacen de lado porque Dios le da permiso.
“12Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él”; y entonces le dio permiso; y el ángel encargado del fuego se hizo a un lado, y miren lo que dice Job 1:16: “Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió; solamente escapé yo para darte la noticia”. Fuego de Dios, decía aquel siervo de Job, cayó del cielo. Ahora, uno puede ver rayos que producen incendios y cosas, y uno pensaría que son solamente cosas naturales, pero fíjense en cómo detrás de fenómenos naturales se puede esconder el propio Satanás. Es curioso que cuando el Señor Jesús estaba durmiendo en la barca, se armó una tempestad; la Biblia no lo dice, pero yo me sospecho que Satanás, aprovechando que el Señor estaba durmiendo, quería ahogarlo a Él y a los apóstoles; entonces despertaron al Señor, y el Señor se despertó y reprendió a los vientos y a las aguas, y se calmaron los vientos y se calmó el mar; probablemente detrás de esa tormenta, estaba interesado un personaje en la destrucción del Señor y los apóstoles, si no del Señor, por lo menos de los apóstoles.
Ahora, pasemos a unos versos más adelante, desde el 18, y miremos el informe del otro siervo de Job: “18Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito; 19y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia”. Significa que este viento fue un viento producido por Satanás. Eso nos dice que a veces Satanás actúa en los elementos del clima, de la meteorología; puede actuar a veces sobre las aguas, sobre el fuego, sobre los vientos, sobre la tierra; pero Dios tiene un ángel encargado del fuego, un ángel encargado de las aguas, cuatro ángeles encargados de los cuatro vientos; esos son los que la Biblia revela claramente.
Los ángeles en el libro de los Jubileos
Ahora, los judíos, en base a algunos versos de la Biblia, tenían una tradición todavía más amplia. En el Libro de los Jubileos, que es un libro muy famoso entre los judíos del período intertestamentario, en el capítulo 2 habla de los ángeles de la nieve, de los ángeles del granizo, habla del nombre de los ángeles del viento norte, del otro viento, etc.; vean cómo esa idea que aparece en la Biblia bosquejada, fue desarrollada en el judaísmo, especialmente en ese libro de los Jubileos. Hay una mención que hace Champlin, un comentarista de la Biblia, diciendo que los judíos le daban el nombre de “Niconías” a este ángel de las aguas; y él cita a Yalkut Simeoni y cita la Misná, el tratado shekelim de la Misná, donde aparece que al ángel de las aguas le llamaban Niconías. Yo no tengo aún acceso al Yalkut Simeoni, pero sí tengo acceso a la Misná; fui y revisé la Misná para ver si realmente lo que decía Champlin era real; pero me encontré, desde mi punto de vista, con una mala interpretación de Champlin. Cuando leí en la Misná a quién se refería Niconías, en ese capítulo de la Misná, el tratado shekelim, o sea, siclos, no habla de ángeles, sino de sacerdotes; dice: El sacerdote tal era encargado de tal cosa, el sacerdote cual era el encargado de esta otra cosa; da los nombres; y el sacerdote Niconías era encargado de los pozos de las aguas; entonces me parece que cuando Champlin leyó eso, no sé si en otro idioma, le dio otro sentido. Basado en el tratado shekelim de la Misná, él menciona como si Niconías fuera el ángel de las aguas; pero realmente es el sacerdote encargado de los pozos de las aguas.
Esto lo comento para que los hermanos, al leer este pasaje: “Oí al ángel de las aguas”, les llame la atención lo que hay detrás de eso; o sea que los elementos son encargados a ciertos ángeles; por lo menos los que aparecen en la Biblia; ya lo que dice Jubileos es como una aplicación más extendida. Yo no me atrevo a hacer esa aplicación canónicamente, pero por lo menos lo que la Biblia dice, hasta ahí lo tengo que aceptar.
Supuestos espíritus elementales
En Colosenses, me permiten los hermanos, hay allí un versículo que es muy curioso; porque la traducción de ese versículo ha sido motivo de controversias. En el capítulo 2 habla de los rudimentos del mundo, ¿recuerdan? Eso lo dice en dos partes; en el verso 8 y en el verso 20; en el verso 8 dice: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. La palabra que Reina-Valera tradujo “rudimentos”, en el griego es stoikeia, de donde viene la palabra “los estoicos”; stoikeia, que se puede decir: principios; algunos los llaman: “elementales”. Algunas personas hablan de los espíritus elementales que están en la naturaleza; especialmente la Nueva Era usa mucho ese asunto; entonces cuando se encontraron con esta palabra “stoikeia”, algunos traductores la tradujeron “los elementales”, y aquí se llama “rudimentos”, y “elementales”; sólo que aplicaron la palabra “elementales” a espíritus de la naturaleza. Esas son solamente discusiones que hay entre los eruditos para traducir esa palabra “stoikeia”; unos utilizan “principios”, otros utilizan “principios rudimentos”, otros traducen “elementales”, y otros llaman “elementales” a espíritus elementales que estarían en la naturaleza; y la gente ocultista generalmente está hablando de esos duendes que hay en las plantas, que hay en los bosques, etc.
En esto hay que tener mucho cuidado; no debemos especular más allá de lo que está revelado; amén. Debemos retenernos en lo que sí está revelado. Sí está revelado que hay ángeles, cuatro ángeles que detienen los vientos; hay un ángel que tiene poder sobre el fuego, hay este ángel de las aguas. Digamos que estos “stoikea”, filosofía según los elementales, pueden algunos ser espíritus de demonios, con doctrinas de demonios; no sabemos. Hay discusión de cómo traducir esa misteriosa palabra; vamos a dejarlo hasta aquí; les ruego no especulemos más de lo que está escrito, pero sí aceptemos lo que está escrito y sigamos examinando para que la Palabra nos hable.
Los juicios de Dios son verdaderos y justos
Entonces volvemos allí a Apocalipsis 16:5: “Y oí al ángel de las aguas que decía: (éste, por lo visto, es un ángel fiel, que no cayó) Justo eres tú, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas”.
En este contexto de un juicio tan terrible como de convertir los ríos y las fuentes de las aguas en sangre, aquí él utiliza dos palabras: Justo y Santo. Más adelante, en el verso 7, también el altar decía: “tus juicios son verdaderos y justos”. La gente cuando oye juicios tan terribles, como que tienen que beber sangre y no encuentran agua para beber, les parece que esto es muy terrible; pero aquí, quien está viendo y conociendo la realidad del pecado de los hombres dice: Eres justo y eres Santo; o sea, no toleras el pecado, no admites el pecado, lo tienes que juzgar, porque eres justo y tus juicios son justos y verdaderos. Los juicios justos se refieren a los principios del carácter del Señor, a Su naturaleza. Él es justo y Él es también verdadero.
Pero ¿por qué dice: Tus juicios son verdaderos? o sea que Dios había prometido juicios y esos juicios fueron cumplidos. Significa que Dios es verdadero cuando cumple sus juicios, y esos juicios son justos.
El quinto sello y la tercera copa: los mártires
Entonces dice: “porque has juzgado estas cosas”. Ahora, ¿cuáles son esas cosas qué has juzgado? Ese juicio vino porque Dios juzgó cosas.
Acuérdense de el quinto sello, porque el quinto sello tiene que ver estrechamente con la tercera copa. Vamos a recordar el quinto sello y ver la relación del quinto sello con la tercera copa. El quinto sello está en el capítulo 6 desde el verso 9. Vamos a leerlo de nuevo para que los hermanos podamos entender mejor la tercera copa, la tercera taza de la ira. “9Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar...”; este altar que aparece en el quinto sello es el mismo altar que aparece en el capítulo 8, y es el mismo altar que aparece en la tercera copa de la ira; es el altar de oro donde se presentan las oraciones a Dios; ese altar de oro del incensario se describe en el capítulo 8; vamos a ver también el 8, pero terminemos el 6: “9Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían”. Ellos habían estado hablando la palabra de Dios, testificando el evangelio de Dios, del amor de Dios, del propósito eterno de Dios, lo que hizo el Señor enviando a Su Hijo; de tal manera nos amó que murió una muerte expiatoria por nosotros, etc.; y en vez de ser recibido y agradecido, los mataron a ellos; y no a uno ni a dos; mataron millones de mártires. Ya hace tiempo que el solo martirologio de la inquisición era de 68 millones; así decían algunos; ese dato no es seguro, pero así recuerdo haber leído. Imagínense, cuántos hijos de Dios muertos cuando están presentando la palabra de Dios y el testimonio de Dios, y son rechazados. ¡Cómo el Señor todavía tiene paciencia! porque ellos dicen: “10¿Hasta cuándo, Señor Santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?”
Juicios para apresurar la venida del reino
Pero el Señor esperó, esperó y esperó para juzgar. “10¿Hasta cuándo no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra? 11Y se les dieron vestiduras blancas y se les dijo que descansasen (gracias a Dios estaban descansando, conscientes) todavía un poco de tiempo, hasta que se complete el número de sus consiervos y de sus hermanos que también habían de ser muertos como ellos”. Significa que Dios tiene un número de mártires que considera el colmo; y cuando la humanidad llegue a ese número, a ese colmo, Él va a juzgar; todavía descansen más, todavía no ha llegado el colmo; y ¡cuántos millones ya han muerto! y sin embargo, el Señor misericordioso puso un número muy alto; cuando llegue ese número ya Dios empieza a juzgar, empieza a responder las oraciones de debajo del altar de oro, porque es desde el altar de oro de donde suben las oraciones a Dios.
Apocalipsis 8:3: “Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono”. Fíjense en el principio; debajo del altar están los santos clamando a Dios para que Dios haga justicia, para apresurar el reino de Dios y la consumación del misterio de Dios; ese es el sentido de las oraciones. Señor, venga tu reino, hágase tu voluntad aquí en la tierra como se hace en el cielo; eso es lo que el Señor nos enseñó a pedir; entonces estos juicios son para apresurar la venida del Reino, la consumación del propósito de Dios y del misterio de Dios. Aquí en el 6 aparecen ellos orando debajo del altar, y aquí en el 8 aparece esta escena celestial; también el ángel ministrando esas oraciones de los santos; y dice en el verso 4: “4Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. 5Y el ángel tomó el incensario, (él no va a hacer algo por iniciativa propia, esta fue una dirección de Dios) y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; (cuando llegaron esas oraciones) y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto”. De ahí se les dieron las trompetas, y ahí empezaron a introducir el juicio con las trompetas, y lo consumaron con las copas.
Vamos allí de nuevo a la tercera copa de la ira. Entonces al final del verso 5, este ángel de las aguas que es el que permitió que las aguas se conviertan en sangre, porque fue un juicio celestial, dice: “Justo eres tú, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas”; y ya no dice “el que ha de venir”, porque está juzgando; “porque has juzgado”; ahora sí, has juzgado. “Señor, ¿hasta cuándo no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?” Esperen un poco; pero cuando ya llegan al colmo, ahora sí has juzgado estas cosas; hasta aquí. Señor, ¿hasta cuándo no juzgas? Esperen un momento, descansen un poco más, tengan paciencia; pero ahora ya la ira consumada de Dios, que se consuma en siete tazas, ahora sí ha juzgado estas cosas; y explica qué fue lo que ha juzgado. ¡Ah! “6Por cuanto (esas son estas cosas) derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen”.
¿Por qué un juicio tan terrible?
Eso tan terrible que las aguas de los ríos y las fuentes se convertirán en sangre, es lo que los hombres merecen; no es un castigo exagerado; no, los hombres lo merecen. Beberán sangre porque han derramado la sangre de los santos y de los profetas; cada persecución es peor que la otra; y ¿cómo será la persecución final del anticristo, matando a los 144.000, matando a los santos de entre los gentiles; ¡como nunca lo ha habido!? Si las persecuciones de los romanos, de los césares, del papado, y de otros lugares que ha habido, del comunismo, del nazismo, han sido terribles, ¿cuánto más será la final, la de la iniquidad, la del anticristo? entonces Dios les dijo a las almas de los mártires: Bueno, descansen todavía. ¿Hasta cuándo no juzgas? Esperen; pero cuando llegó el colmo, sobrevino el juicio.
El colmo llega en la tercera copa
Así como le dijo a Abraham: Mira, todavía no ha llegado al colmo la maldad de los amorreos; por tanto, ustedes van a esperar 400 años en Egipto; pero cuando llegue al colmo la maldad del amorreo, ahora sí voy a juzgar a los amorreos por medio de darles a ustedes la tierra; y fue con Josué que se tomaron la tierra de Canáan. El colmo, hasta que se complete el número. Ahora, hermanos, quiere decir que ya en la gran tribulación, apenas en la tercera copa, ha sido tal la persecución de santos, que ya el número fue completado; quizá siguió creciendo porque todavía no termina la tribulación. Entonces, has juzgado, ahora sí, estas cosas. “6Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre”. ¿Quieren ver sangre? Tomen sangre, beban sangre; ¡eso es lo quieren! Sangre, ¿no? entonces tomen sangre; bueno, lo merecen.
Vamos a ver tres versos donde este principio, de pagar lo que los hombres hacen, aparece bien descrito en la Biblia. Miremos 2 Crónicas 6:23; este principio que aparece en este versículo está íntimamente relacionado con lo que estamos viendo en la tercera taza: “23Tú oirás desde los cielos, (el incienso llegó a la presencia de Dios, ¿desde dónde? desde el altar, porque ellos clamaban bajo el altar y desde el altar subió el incienso, las oraciones) y actuarás, y juzgarás a tus siervos, dando la paga al impío, haciendo recaer su proceder sobre su cabeza”. ¿Cómo es que nosotros vamos a hacer las cosas sobre los otros y Dios no va a hacer nada? Él permite que hagamos muchas cosas, pero un día dirá: todo lo que ha salido de ti, vuelve sobre ti; ¿no es eso lo justo? ¿Cómo es que van a salir maldades, haciendo desastres? al final, todo lo que salió de ti, volverá sobre ti mismo. “Dando la paga al impío, haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo, al darle conforme a su justicia”. Qué versículo tan tremendo; íntimamente ligado con la tercera copa y el quinto sello.
Isaías 40:10: “He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro”.
Joel 3:7: “He aquí yo los levantaré del lugar donde los vendisteis, y volveré vuestra paga sobre vuestra cabeza”. Ese es el principio; puede que se demore mucho, puede que haya que orar mucho y decir: Señor, ¿hasta cuándo? Pero llegará un momento en que el Señor lo hace.
Jeremías 51:56; la última parte del versículo: “Porque Jehová”; y noten este título del Señor que a veces no nos acordamos de ese título; nos acordamos de otros títulos, pero miren otro título del Señor: “Jehová, Dios de retribuciones, dará la paga”.
La voz del altar
Llegamos a Apocalipsis 16:7, que es el último verso del pasaje, donde dice: “Y oí al altar diciendo:” El traductor aquí lo floreó; ¿cómo un altar va a hablar? Pero ¿cómo no va a hablar? ¿Acaso todas las oraciones de los santos no están pasando por el altar y subiendo en forma de incienso a la presencia del Señor? Acuérdense de por qué dice aquí: “Y oí al altar diciendo”; por qué no es un ángel, por qué no es una persona; acuérdense de lo que decía al final del capítulo 15, que cuando se llenó de humo el templo, nadie podía entrar en el templo hasta que se cumpliesen la siete copas; nadie podía entrar en el templo. Por eso no puede ser una voz de otras criaturas en el templo; es el altar; o sea, los santos que están debajo del altar son los que están clamando; por eso dice: “Y oí al altar diciendo:”. Ese es el altar de oro, el mismo del quinto sello, el mismo del capítulo 8 de Apocalipsis; ese es el mismo altar de oro siguiendo la secuencia.
Ahora sí, la voz que se oye en el altar es diferente; en el capítulo 6, cuando habla del quinto sello, Sellos dicen: Señor, ¿hasta cuándo no juzgas? Pero ahora dice: “Ciertamente”; o sea, está apoyando lo que el ángel de las aguas decía. ¿Qué decía el ángel de las aguas? “Has juzgado estas cosas”. ¿Hasta cuándo no juzgas? Bueno, en la tercera copa voy a juzgar. Entonces el ángel de las aguas dijo: “5Justo eres tú, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. 6Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen”.
Ahora los santos, los que estaban bajo el altar, cuando están viendo el juicio de Dios, dicen: “7Ciertamente, (están de acuerdo con lo que el ángel de las aguas dijo) Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos”. Verdaderos. El Señor había dicho: esperen, hasta que se complete el número. Bueno, los hombres quisieron ver la sangre de los santos derramada; ahora, a beber sangre; lo merecen; Él lo prometió; entonces lo cumplió; Sus juicios son verdaderos, justos; son justos, pues lo merecen. ¿Acaso no querían ver sangre y sangre y sangre? a beber sangre, no vino, ni whisky, ni aguardiente, ni agua potable, sino sangre. “Les has dado a beber sangre; pues lo merecen”.
Hermanos, ¡qué cosa tremenda! Nosotros también debemos decir como dijo el ángel de las aguas y como dijo el altar con las voces de los santos que han recibido respuesta a sus oraciones; tardó pero llegó; debemos decir nosotros lo mismo: Señor, has juzgado estas cosas. Justo eres tú, el que eres y que eras, el Santo. Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, que puedes hacer lo que quieres, tus juicios son verdaderos y justos.
Vamos a parar aquí hermanos.
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