CIERRE
“El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús”. Apo. 22:20.
Comentarios de crítica textual
Hermanos amados, con la ayuda del Señor hoy estamos llegando a la perícopa del cierre del Apocalipsis. Esta perícopa comprende Apocalipsis 22:6-21. Es la perícopa de cierre. Vamos a leer inicialmente toda la perícopa haciendo algunos breves comentarios de crítica textual, como solemos hacer; y luego volvemos sobre nuestros pasos como acostumbramos en la exégesis. “6Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”. Aquí la traducción de Reina-Valera, conforme al griego, es bastante exacta; solamente hay dos manuscritos tardíos, el 1 y el 34, que tienen una pequeña variante; pero realmente, así como está aquí, está perfecto. “7¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro. 8Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. 9Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. 10Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. 11El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía”. Respecto de la frase: “practique la justicia todavía” hay algunas variantes en los manuscritos, pero también, en esta ocasión, Reina-Valera tradujo muy exactamente. “12He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. 13Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. 14Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad”. También acerca de ese verso: “los que lavan sus ropas”, existen variantes, pero en esta ocasión Reina-Valera lo tradujo exactamente. Aviso de las variantes para que los hermanos sepan, pero la traducción está perfecta. “15Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira. 16Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. 17Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. 18Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. 19Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida”; aquí Reina-Valera colocó “libro”; realmente la frase es “árbol de la vida”; todos los manuscritos en griego, todos, dicen “árbol de la vida”; solamente algunas pocas versiones en latín lo tradujeron como si fuera libro. Cuando Erasmo tenía sólo el códice 1 en griego incompleto porque le faltaban los últimos versículos, este versículo le faltaba, estos versos finales; entonces él lo copió de un manuscrito latino y lo retradujo al griego, porque no se habían encontrado otros manuscritos griegos; Erasmo solamente contó con uno para su edición del texto griego. Entonces, otros libros tenían más testigos, pero del Apocalipsis, en la época de Erasmo, sólo estaba en manos de él, que era el erudito de la época, el códice 1; entonces él lo pasó del latín, pero realmente de todos los manuscritos griegos, todos, no hay ni uno que diga: “libro de la vida” en este verso 19; todos los manuscritos griegos dicen: “árbol de la vida” y no “libro de la vida”. Sólo hay, pues, unas pocas versiones en latín que lo traducen: “libro de la vida”; la Nueva Versión Internacional lo traduce: “árbol de la vida”. Entonces el verso 19 dice así: “19Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro. 20El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús”. Y el último verso dice así en los manuscritos más antiguos. Con este último verso acontece un fenómeno en los testimonios de los manuscritos: mientras más antiguos son los manuscritos, más breve es la despedida; van pasando los siglos y la despedida se va haciendo un poquito más florida; y pasan más siglos y la despedida se hizo más florida; así como llegó a Reina-Valera, que lo tradujo del Textus Receptus, ya aparece bien florida; los escribas le fueron agregando flores. Vamos a comparar cómo está aquí traducido y cómo dicen los manuscritos más antiguos. Los manuscritos más antiguos dicen así en el verso 21: “La gracia del Señor Jesús sea con todos”. Así terminó Juan. Los escribas fueron agregando. “La gracia de nuestro Señor Jesucristo”; le agregaron el “nuestro”, le agregaron el “Cristo”; “sea con todos vosotros”. ¿Cómo les podía faltar el amén? entonces le pusieron también el “amén”; los manuscritos más tardíos tienen florida la versión; los más antiguos son bastante simples. No habría ninguna razón, si Juan hubiera escrito una cosa florida, no habría ninguna razón para los escribas simplificarla; finalmente los escribas quieren florearla. Entonces, hermanos, así termina el Apocalipsis y así termina la Biblia: “La gracia del Señor Jesús sea con todos”. Precioso, ¿verdad? ¿Amén, hermanos. Ese era el comentario de crítica textual.
Ahora sí pasemos al comentario exegético. Volvamos sobre nuestros pasos al verso 6. ¿Se dieron cuenta de que el final, o el cierre, del Apocalipsis tiene tremenda relación con el principio? casi las mismas frases que aparecen en el principio, aparecen otra vez al final, mostrando que realmente todo lo que fue revelado es completamente coherente. Vamos a ir leyendo de nuevo despacio, y vamos viendo cómo se relaciona con el principio.
Palabras fieles y verdaderas
Aquí también en esta perícopa de cierre aparece hablando el ángel, a veces Juan, a veces el Señor; es hablando Dios por el Espíritu, ya sea a través del ángel o a través del Señor Jesús, o a través de Juan; a veces queda difícil saber quién es el que está hablando. Por ejemplo, en el verso 6, “me dijo”, no sabemos quién le dijo; ¿sería el ángel que le dijo? ¿sería el Señor que le dijo? pues, si hay continuidad con el siguiente verso, es el Señor. Entonces dice: “Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas”. Es por segunda vez que el Señor dice así; la primera vez, cuando reveló la venida de la novia descendiendo del cielo a la tierra, y reveló el lago de fuego, ustedes lo recuerdan, lo dijo de esta manera en el capítulo 21:5, a la mitad del verso dice: “Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”; y aquí Dios vuelve a repetir esto. Dios conoce el corazón de las personas; antes de que se manifieste el pecado de los hombres, sus opiniones, sus desvíos, sus herejías, el Señor se adelanta. Por ejemplo, usted lo ve en Génesis. Génesis es un libro antiquísimo que fue escrito muchísimo antes de los gnósticos, muchísimo antes de Marción, muchísimo antes de Platón y otros filósofos, de Zoroastro y los dualistas; sin embargo dice: Y creó Dios tal cosa, y vio Dios que era bueno; y dice que era bueno, ¿por qué? porque Dios sabía que algunos iban a decir que la creación era mala, que la materia es mala; entonces Dios se les adelanta. Y dijo Dios que era bueno; ahora aquí al final, otra vez Dios habla unas cosas tan maravillosas, tan gloriosas, que algunos no van a creer, y el Señor tiene que insistir que estas palabras son fieles y verdaderas. Si hay alguien a quién creerle es solamente a Dios; a Dios sí hay que creerle; y Él dice: Estas palabras, o sea, todo lo que ha dicho en el Apocalipsis, todo lo que está revelado, porque este es el cierre: Estas palabras son fieles y verdaderas. ¡Ayayay! yo no me explico por qué en la historia de la Iglesia algunos quitaron este libro de la Biblia. En Laodicea, a quien no le fue muy bien en el Apocalipsis, hubo un concilio, y en ese concilio no incluyeron el Apocalipsis; lo dejaron por fuera; en el Oriente, las iglesias del Oriente no aceptaron el Apocalipsis hasta el siglo V; solamente en el Occidente el Apocalipsis fue desde el principio bien apreciado, porque este es un libro bastante serio; y las personas tienen esa tendencia, que lo que les golpea, no se lo comen; pero sí quitarle un pedazo es serio, ¿cuánto más quitar el libro entero? ¡Dios mío! ¡Dios tenga misericordia! ¿verdad, hermanos? Entonces dice así: “Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”. Fíjense en cómo las palabras del final son semejantes a las del principio.
En el principio del Apocalipsis dice así: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”; y ahora dice lo mismo en el capítulo 22:6: “Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas...”. Noten que en la Biblia hay muchas palabras con que se describe al Señor; muchas palabras con que se le adjetiva; incluso, el mismo Señor se presenta a veces de distintas maneras; por ejemplo, a cada iglesia se le presenta conforme a lo que necesita la iglesia; es porque Él tiene todo lo que la Iglesia necesita; aquí la Iglesia necesita una cosa, entonces Él se presenta como eso; aquí la Iglesia está en otra situación, entonces Él se presenta como aquello otro, y allí conforme a lo que se necesita. Ahora, aquí está hablando una profecía; entonces ahora Dios podía presentarse como Dios de los ejércitos, pero aquí no está hablando de guerra; podía decir: Jehová nuestro pastor, pero aquí no está hablando de eso; este libro es una profecía; desde el comienzo hasta el final, al libro se le llama profecía. Entonces dice: “el Dios de los espíritus de los profetas”; ese es el que habla aquí: “el Dios de los espíritus de los profetas”; el Señor, creó los espíritus humanos para tener una función de comunicación con Dios; el Espíritu de Dios se comunica con el espíritu del hombre.
El espíritu de la profecía, dice en el capítulo 19 de Apocalipsis, es el testimonio de Jesús; entonces Dios se presenta como el Dios de los espíritus de los profetas; el Dios que se le reveló a todos los profetas, es el que también reveló esta profecía final. Esta es la final profecía, este es el cierre de toda la Biblia. “El Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”. El objetivo de Dios es mostrar a sus siervos; si la persona no es siervo, no entiende. Es como dice Daniel; el libro de Daniel dice así de los impíos: ninguno de ellos entenderá; los justos comprenderán, pero de los impíos, ninguno de ellos entenderá. La gente que no es sierva del Señor lee este libro; piensan que es un enredo, un montón de figuras, unas cosas misteriosas, y no entienden; ¿por qué? porque este libro está escrito en clave, en clave para los que le sirven al Señor, para los que le han creído y le han servido, y conocen Su Palabra; entienden lo que el Señor habla. Este libro está dirigido a los siervos. “Para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”; es una profecía que nos muestra el futuro: “pronto”; pronto en el lenguaje de Dios; acuérdense de que nuestra vida es como la flor de la hierba, que un día amanece y mañana se echa en el horno. Para el Señor un día es como mil años. Cuando el Señor dice: pronto, es pronto a los ojos del Señor; a nuestros ojos pueden pasar muchas generaciones, pero mil años es sólo un día para el Señor. Ese pronto es en el lenguaje del que habla, que es el Señor. Y luego dice Él qué es lo principal de lo que debe suceder pronto; bueno, lo principal es Su propia venida; porque miren, aquí no sólo habla de que viene el Señor; aquí habla de cosas que deben suceder pronto; sí, va a venir el anticristo, van a venir terremotos, van a venir esas copas de la ira, esas trompetas, van a venir todas esas cosas; pero a quién hay que esperar es al Señor; o sea, sí, el Señor fue fiel; antes de que las cosas sucedan, Él, a sus siervos, les dice las cosas. Por ejemplo, Él iba a destruir a Sodoma y a Gomorra, y dijo Dios: ¿Acaso no le voy a contar a Abraham, mi amigo, siendo que él va a enseñar a sus hijos en el camino de Dios? ¿acaso no le voy a contar a Abraham lo que voy a hacer con Sodoma y Gomorra? Entonces dijo: Mira, Abraham, voy a destruir a Sodoma y Gomorra; y allí empezó aquel diálogo, aquella intercesión de Abraham; Dios, a los amigos, les cuenta sus cosas. Entonces dice Dios que estas profecías del Apocalipsis, que es una profecía en general, la envía a sus siervos, y habla de cosas que han de suceder; pero de las cosas que han de suceder, la principal es la venida del Señor Jesús. Sí, hay legítimas expectativas acerca de todo lo que anuncia el Señor, pero nuestra principal expectativa debe ser el mismo Señor.
“12¡He aquí, vengo pronto!” Él hubiera podido decir: el anticristo viene, el falso profeta viene, las siete plagas vienen, los tres años y medio vienen, pero Él dice: “Yo vengo pronto”; Él ya dijo lo otro, pero ahora este es el cierre; todo comenzó con la revelación de Jesucristo, y ahora: “Yo vengo pronto”. En el cierre, tres veces dice el Señor que viene pronto; eso es muy significativo; está terminando, y la sensación que el Señor nos quiere dejar es la de expectativa, la de preparación, la de estar listos. Tres veces en el cierre dice: “Yo vengo pronto”; en el verso 7, en el 12 y en el 20; el Señor, tres veces, anunciando Su venida.
La Iglesia de Cristo establecida en el mundo
Yo quiero llamarles la atención al libro de Cantar del los Cantares, que se relaciona con esto. Vamos un momentito al libro del Cantar de los Cantares en el Antiguo Testamento. Allí en este libro se habla del amor del esposo y la esposa; del amado y la amada; porque el amor del hombre y la mujer, del marido y su esposa, es una figura del amor de Dios y Su pueblo, de Cristo y Su Iglesia; entonces aquí el marido representa al Señor, y la amada representa a Su pueblo, a la Iglesia del Señor. Entonces aquí hay un desarrollo de este drama, de la relación del esposo con la esposa, que aparece en el capítulo 1 y se sigue desarrollando hasta el final; pero cuando llegamos al capítulo final del Cantar de los Cantares, es, como decir, el final igual al del Apocalipsis. Cantares 8:11: “Salomón tuvo una viña en Baal-hamón”; ¿qué significativa esa frase? Salomón es el hijo de David, figura de Cristo; la viña es donde trabaja el Señor; pero ¿dónde trabaja el Señor? En Baal-hamón; en la multitud de baales; es decir, el Señor sembró una viña en el mundo donde está el diablo y sus cosas; el Señor sembró una viña en Baal-hamón. ¡Qué cosa interesante! Él vino al mundo para deshacer las obras del diablo, y estableció Su Iglesia en medio del mundo. Y dice: “la cual entregó a guardas, (a sus siervos) cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto”. Significa que el Señor espera de todos nosotros unos resultados; como Él nos dijo, que a cada uno le dio una mina: “Negociad entretanto que yo vengo”; porque cuando Él venga va a decir: ¿qué hiciste con lo que yo te di? ¿Qué hiciste para mí? porque, claro, todo el tiempo lo has ocupado para ti, tu dinero lo has ocupado para ti, todo lo has ocupado para ti, pero yo no te voy a pedir cuenta de qué hiciste para ti: ¿qué hiciste para mí? De eso es de lo que yo te voy a pedir cuenta. “Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto”. Ahora, dice la esposa, y noten qué diferencia cuando ella está al comienzo; cuando ella era nuevita en el capítulo 1, al final de versículo 6 dice: “Me pusieron a guardar las viñas; y mi viña, que era mía, no guardé”. Eso es cuando ella era nuevita; cuando no era responsable; se le encomendaba algo, y lo dejaba abandonado. “Me pusieron a guardar las viñas; y mi viña, que era mía, no guardé”, pero después al final, cuando ha madurado, y ha tenido todas esas experiencias, incluso esos dolores y separaciones que hubo en medio del drama del Cantar, ahora dice ella en el capítulo 8:12: “Mi viña, que es mía, está delante de mí”. ¡Qué diferencia! Al principio, mi viña no guardé. Ahora, “Mi viña, que es mía, está delante de mi”; ella se preocupa por su viña; pero miren, no solamente por la suya, sino por todas las de Salomón; dice: “Las mil serán tuyas, oh Salomón, y doscientas para los que guardan su fruto”; es la quinta parte; siempre el quinto es sagrado; el Señor lo deja para que los suyos compartan.
Y ahora fíjense en cómo termina Cantares y cómo termina Apocalipsis: “13Oh, tú, que habitas en los huertos, los compañeros escuchan tu voz; házmela oír”. Ese que habita en los huertos es el Señor; y ¿quiénes son esos huertos? Las iglesias; los compañeros son los que sirven al Señor, sus siervos; “ellos han oído tu voz”; ellos dicen que te han escuchado; ahora yo también te quiero escuchar. ¡Qué lindo! Ella no sólo quiere oír a los compañeros que hablan de él, sino que quiere oírlo a él mismo. Está muy bien oír lo que los compañeros dicen de Él. ¡Cuánto mejor es oírlo directamente a Él!. Y ahora dice: “14Apresúrate, amado mío, (como quien dice: Ven, Señor Jesús) y sé semejante al corzo, o al cervatillo, sobre las montañas de los aromas”. “Apresúrate amado mío”; eso es Él: Ven, Señor Jesús.
Hermanos, volvamos a Apocalipsis 22:7: “¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro”. Al principio, cuando todavía iba a contar la profecía, cuando apenas se iba a leer y a oír la profecía, en el 1:3, la bienaventuranza, dice: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”. Ahora, ya se leyó, ya se oyó, entonces ya no hace falta decir: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen”; pero ahora sí hace falta decir: “Bienaventurado...”, y esta es la sexta bienaventuranza del Apocalipsis: “Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro”. Eso implica no sólo guardar el Apocalipsis, sino obedecerlo; vivir conforme al Señor y sus principios como se revelan en este libro.
El estilo del apóstol Juan
Luego aparece aquí en el verso 8 la firma del autor de este libro: “Yo Juan”; pero si hubiera dicho solamente: “Yo Juan”; uno podría decir: ese es otro Juan, porque así discuten algunos, que es otro Juan; pero no. Miren el resto de la frase: “Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas”. ¿No le parece familiar ese lenguaje? “El que oyó y vio estas cosas”. Veamos 1 Juan 1:1: “1Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida 2(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); 3lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos”. ¿Se dan cuenta del estilo del apóstol Juan? Significa que el autor de la 1 Juan, es el mismo autor del Apocalipsis, el mismo estilo. Ahora vamos al evangelio de San Juan, y vamos a mirar allí también cómo Juan es el que habla con ese lenguaje. Tú no has oído a Pedro hablar con ese lenguaje, aunque Pedro también anuncia el evangelio; Pablo lo anuncia, Lucas, Marcos, Santiago, pero ellos no tienen ese estilo de lenguaje. Ese es estilo de Juan; Juan es el que habla con ese lenguaje. Dice Juan 1:14: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”. También el verso 34 del mismo capítulo 1 dice: “Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”. Entonces, hermanos, las personas tienen su manera de hablar, su estilo, ¿verdad? Ahí, no solamente al decir: “Yo Juan”, sino al decir toda la frase, se ve el estilo, la identidad del autor; es el mismo autor del evangelio, el mismo autor de las epístolas; es el mismo autor del Apocalipsis. Claro que el Apocalipsis lo escribió antes del año 86, porque Domiciano murió en el año 86 y Juan salió de Patmos en el año 86 cuando Nerva sucedió a Domiciano; entonces él salió; quiere decir que había escrito en Patmos en el 86 o antes del 86; pero, en cambio, el evangelio lo escribió un poco después, y también las cartas; pero es el mismo estilo, el mismo lenguaje, aunque en la época cuando escribió en Patmos, Juan todavía pensaba en arameo y hablaba el griego con pensamiento arameo; ya 10 años más, su griego es un poco más griego, como aparece en las epístolas, pero de todas maneras es la misma persona, es el mismo estilo, es el mismo apóstol Juan, hijo de Zebedeo y Salomé, hermano de Jacobo, y primo del Señor Jesús.
“8Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas”. Aquí otra vez vuelve a suceder lo que ya había sucedido en el 19; quiso postrarse a los pies del ángel porque era el ángel de Cristo; allá dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel”; es decir, es un ángel especial que es mensajero de Cristo; seguramente al estar en la presencia de Cristo irradia una presencia tan maravillosa que el mismo Juan se postró; ya en el capítulo 19, el ángel le dijo: No, no, levántate, levántate, no te postres, adora a Dios, no a mí; sin embargo, Juan otra vez volvió a postrarse, porque es que Juan sabía que Cristo, antes de la encarnación, era el ángel de Jehová; no un ángel creado, sino el Verbo divino; pero la palabra “ángel” no es nombre de naturaleza, sino de oficio; Él es mensajero del Padre; dice la Escritura que a Moisés le apareció en la zarza el ángel de Jehová; pero ¿cómo habló el ángel de Jehová? “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”; significa que el Señor aparecía como el Ángel de Jehová, como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; entonces, claro, Juan estaba como medio confundido y confundió al mensajero con el que lo enviaba; y bueno, alguna cosa le pasó a Juan; dos veces le pasó a Juan. Dice: “Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas”. “9Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios”. Noten esto: ¿qué quiere decir eso, terminando ya el Apocalipsis?, que Dios no quiere que nosotros nos inclinemos delante de ninguna criatura; un siervo de Dios no va a permitir que se le inclinen; a San Pedro le pasó eso; cuando llegó San Pedro a predicar, vino Cornelio y se postró, se inclinó con reverencia, y Pero le dijo: no, no, yo soy hombre igual que tú, levántate. También Pablo, cuando estuvo predicando, hizo unos milagros con Bernabé; ahí empezaron a decirles: dioses en forma de hombre han venido; y trajeron bueyes con guirnaldas; pero ellos no aceptaron. Hermanos, ¿cómo a alguien se le llama santísimo padre, cuando el Señor dijo: a nadie llaméis Padre en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre? ¿Como un hombre puede permitir que se le llame santísimo padre y permitir que se inclinen y le besen el anillo y los zapatos? Hermanos, la idolatría es abominación al Señor; nosotros debemos ser respetuosos con todas las personas, pero adorar sólo a Dios. “Adora a Dios”, ni siquiera a un ángel poderosísimo como ellos, ni siquiera a ellos; ellos se declaran consiervos nuestros, consiervos de los hermanos y de los profetas, consiervos de los que guardan las palabras de este libro, aunque no sean apóstoles ni profetas; consiervos; entonces todas las criaturas que seamos personas, ya sea humanas o angélicas, somos consiervos; sólo el Señor es digno de adoración; no se puede adorar, sino a Dios; nada de adorar a María, ni ángeles, ni al papa, ni santones, ni nada; sólo a Dios; nada de ídolos, nada de estatuas, nada de cuadros, nada de poner velitas aquí y allí; nada de ponerle floreros a fotos, nada de adorar a los antepasados; toda la idolatría antigua empezó por adorar a los antepasados; invocaban su espíritu en espiritismo, y luego los deificaban; y ahí surgieron cantidad de mitologías; todo eso es abominación al Señor, la idolatría. “Adora a Dios”.
Notemos la diferencia del verso 10 con Daniel. Vamos también a Daniel capítulo 12 y tenemos los dos pasajes abiertos uno con el otro, para hacer el contraste. ¿Cuándo estaba escribiendo Daniel? Por allá antes de la venida de Cristo. Daniel escribió en tiempos de Babilonia y el tiempos de Persia; y en el capítulo 12 Daniel está hablando en el año tercero de Ciro rey de Persia; la visión final de Daniel ocupa los capítulos 10, 11 y 12.
El tiempo está cerca
En el 10 dice: “1En el año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar”; en el tiempo del año tercero de Ciro el persa; recién estaba comenzando el imperio persa; después vino el imperio griego y todas sus divisiones, y después vino el imperio romano, ¿verdad? Daniel está escribiendo apenas en el comienzo de la historia, pues sólo había pasado Babilonia. Esta visión que aparece en el 10:1, ocupa todo el 10, el 11 y el 12, entonces al final del 12 dice así: “8Y yo oí, mas no entendí”. Daniel oyó lo que dijo, lo escribió, pero él no entendía las palabras. “Yo oí, mas no entendí”; entonces como no entendió, él preguntó: “Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?” y miren lo que le respondió el ángel. “9Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin”. Daniel, tú no entiendes por qué yo te estoy diciendo unas cosas, tú escríbelas; Daniel escribió lo que era, pero él no entendía; ¿por qué? porque las cosas no habían sucedido, las cosas estaban para empezar la historia, estaban en el comienzo de la historia. “Daniel, estas palabras están cerradas y selladas”; la gente va a leer y como esto es cosa del futuro, no está aconteciendo, la gente no va a entender qué es eso del rey del norte, el rey del sur; de la hija del rey tal, del príncipe del pacto y la abominación desoladora; y los del oriente, y los del occidente; él no entendía esas cosas, pero las tenía que escribir; pero, claro, él preguntó: oí y no entendí. “Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin”.
Vamos también a Daniel 8:26, que dice: “La visión de las tardes y mañanas que se ha referido es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para muchos días”; es para el fin; pero aquí en Daniel 12 se le dice que las palabras están cerradas y selladas; ¿hasta cuándo? Hasta el tiempo del fin; significa que las palabras que estuvieron selladas desde Daniel, en el tiempo del fin no estarían más selladas. Guarda las palabras y séllalas hasta el tiempo de fin; están cerradas y selladas, pero no eternamente; ¿hasta cuándo? Hasta el tiempo del fin; pero luego ¿qué ocurrirá en el tiempo del fin? “10Muchos serán limpios y emblanquecidos, y purificados”; miren cómo el mismo Espíritu que habló por Daniel habla por Apocalipsis. El que sea limpio, límpiese más; el que sea puro, purifíquese más. Daniel 12:10: “Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, (el impío será un impío) y ninguno de los impíos entenderá, (por eso dice las palabras cerradas y selladas) pero los entendidos comprenderán”. ¿Cuándo? No dice: ahora; tú mismo, Daniel, no entiendes ahora; esto no es para ti. Miren cómo Pedro les dice que ellos administraban cosas habladas por el Espíritu Santo, pero que no eran para la época de ellos.
Vamos a 1 Pedro 1:10 y siguientes: “10Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, (entre esos profetas estaba Daniel) inquirieron (Daniel preguntó: ¿cuándo será esto?) y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 11escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, (ahí está lo de las 70 semanas, etc.) el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. 12A éstos se les reveló (miren por ejemplo a Daniel) que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas (en el tiempo del fin, las cosas son anunciadas; antes están guardadas y selladas, no era para ellos, pero es para vosotros) por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles”.
Volviendo a Apocalipsis 22:10: “Y me dijo: (éste es el Señor, ya sea directamente o por el ángel) No selles las palabras”; ahora es diferente; al principio, Daniel: estas palabras están cerradas y selladas, pero ahora es el tiempo del fin, ahora es para manifestar a los siervos, es para que los entendidos entiendan. “No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca”. Incluso los siete sellos son abiertos por el Cordero para que Su pueblo entienda el plan que Él tiene para someter todas las cosas bajo sus pies y traer a cumplimiento el propósito eterno de Dios.
La práctica de la justicia de los santos
Y ahora, con las mismas palabras de Daniel, porque es el mismo Espíritu, dice el verso 11: “El que es injusto, sea injusto todavía”. ¡Qué cosa terrible! Hermanos, detengámonos un poquito a pensar en esto; es decir, el que no se está preparando va camino a ser sorprendido; o nos estamos preparando, o nos estamos pudriendo, pero no se puede estar retrocediendo y avanzando al mismo tiempo. Si no estamos avanzando, estamos retrocediendo. “El que es injusto, sea injusto todavía”; si una persona, ya en estos tiempos, ya con el Señor a punto de venir, todavía hace injusticia, va a seguir haciéndola; alguien que ahora hace injusticia va a seguir haciéndolo; el que ahora en el tiempo final hace injusticia lo va a seguir haciendo; va a ser sorprendido: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía”. ¿Todavía a estas horas de la noche en inmundicia? Va a seguir en eso, va a ser sorprendido en inmundicia. “El que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía”. Hay que practicar la justicia. ¿Qué es lo que hay que hacer para estar preparado para la venida del Señor? vivir en Él, practicando la justicia. Aquí, cuando usa “practicar la justicia”, no está hablando de la justificación por fe, sino de las acciones justas de los santos; eso es lo que debemos estar haciendo mientras el Señor viene; que el Señor nos encuentre practicando la justicia y separándonos del mundo; “y el que es santo, santifíquese todavía”.
Ahora por segunda vez, que son como tres campanadas finales. “12He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Aquí el Señor no está llamándonos solamente a ser creyentes, sino a ser creyentes vencedores.
Diferencia entre la salvación y el galardón
La salvación es por fe y no es por obras, pero el galardón de los salvados es por obras; aquí aparece el lugar de las obras; no aparecen las obras para salvación, sino para galardón. Vamos a ver la diferencia, por causa de los hermanos que no han puesto atención a esto, entre galardón y salvación. Vamos otra vez a 1 Corintios 3:10. Allí aparecen los dos niveles: el nivel del fundamento que tiene que ver con la salvación, y el nivel de la edificación sobre el fundamento que tiene que ver con el galardón; vean la diferencia. “10Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento”; noten que hay algo que se llama el fundamento; pero ahí no hay un punto final. Cuando usted recibió al Señor Jesús, fue salvo, fue perdonado; el salvo ahí está sobre el fundamento; pero ¿qué va a hacer ahora ya que es salvo por gracia? entonces viene lo siguiente: “y otro edifica encima; (sobre el fundamento hay que edificar, es decir que el edificio tiene el fundamento y la edificación) pero cada uno mire cómo sobreedifica”; miren la diferencia: cuando se refiere al fundamento, dice: “nadie puede poner otro fundamento”; ahora, cuando se refiere a la edificación dice: “cada uno mire cómo sobreedifica”; eso es ya responsabilidad de cada uno; usted ya fue salvo, ya está en el fundamento; usted ya tiene la mina de plata en su mano; ahora negocie, dijo el Señor: “negociad entretanto que yo vengo”. Cuando Yo venga te preguntaré: ¿Qué hiciste con la mina? Bueno, Señor, conseguí otras diez minas. Bueno, buen siervo, entra en el gozo de tu Señor; sobre poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; ahí no está hablando de la salvación por la fe; él ya fue salvo por fe cuando recibió al Señor, fue salvo para siempre y eternamente; es salvo, pero además de ser salvo, como salvo, como hijo salvo, tiene que negociar con la mina que recibió, trabajar para el Señor; y cuando venga el Señor, usted no solamente va a tener la salvación, sino que va a tener un galardón. Por ejemplo, uno estará sobre diez ciudades; otro estará sobre cinco ciudades; es salvo; los dos son igual de salvos, pero no igual de galardonados; uno tiene diez ciudades, el otro tiene cinco; entonces ¿se dan cuenta de que el galardón es diferente de la salvación? La salvación es por gracia; el galardón es algo adicional por las obras que hacen los salvados. Sigamos en el verso 11: “11Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 12Y si sobre este fundamento (sobre, es decir, ya está salvo, ya recibió al Señor, el Señor lo perdonó, ya es salvo, eternamente salvo) alguno edificare oro (es decir, cooperare con la causa del Señor, conforme a la naturaleza divina), plata (es decir, en redención), piedras preciosas”; ¿qué es edificar con piedras preciosas? ¿qué son las piedras preciosas? Somos sometidos a presión para ser preciosos; no podemos ser preciosos sin presión; la iglesia más preciosa es la que pasa por persecución y por dificultades, porque el barro se vuelve piedra, y la piedra se vuelve preciosa sólo bajo la presión. Uno puede edificar al Señor piedras preciosas; realmente cosas que nacen de pasar por la prueba; o si no, se puede edificar madera; es decir, lo meramente humano; heno, que es pura paja, y hojarasca que son las hojas que están separadas de la vid, que están separadas del árbol; no están recibiendo la savia, no están en el Espíritu, están en la naturalidad. Cuando estamos en la carne somos pura hojarasca, nos lleva el viento. Entonces eso ya no se refiere solamente a la vida eterna; se refiere al trabajo de los hijos de Dios. Por eso dice: “la obra de cada uno”; aquí no está hablando de la fe; así como en Apocalipsis no está hablando de la fe; ahí no dice: He aquí vengo pronto, para salvar a los que creen, ¡no! “para recompensar a cada uno según sea su obra”. Ahí está hablando de la obra y su recompensa; claro que somos salvos por fe sin obras, pero las obras van a ser galardonadas. ¿Me entienden, hermanos?
Entonces dice: “la obra de cada uno...”; no dice “la fe”; la fe también es probada; eso lo dice Pedro; pero aquí habla de la obra: “la obra de cada uno”. Hermano, no piense que usted no tiene una obra que hacer; en Marcos dice que el Señor le dio a cada uno su obra; usted tiene una obra preparada de antemano por Dios; usted tiene que descubrir qué fue lo que el Señor le preparó; así como cuando Ester estaba allá muy feliz; miren que el Señor me dio bendiciones más que a las demás de Israel porque me escogió el rey, me dio belleza, me dio gracia para con el rey, ahora soy la reina; y de pronto le aparece Mardoqueo y le dice: Mira, Ester, Dios puede traer salvación a nuestro pueblo por otro lado, pero ¿quién sabe si para esta hora estás tú aquí? ahí fue cuando se dio cuenta de que ella estaba ahí no para sí misma, sino para ser instrumento de Dios. Para esta hora estás tú ahí, estés donde estés; va a haber un momento en que el Espíritu Santo te va a hacer entender como a Ester: para hacer esto aquí, para poner el hombro aquí, para ayudar aquí, aunque sea para barrer, aunque sea para recoger esta silla; para eso estoy yo aquí. ¿Amén, hermanos? Las buenas obras, como vamos a leer ahora, ya están preparadas de antemano; Dios ya preparó las obras que tenemos que hacer; pero el Señor le dice a la iglesia en Tiatira que tenemos que guardar las obras de Él; para que lo que Él preparó para que hagamos, lo hagamos en Él; eso va a ser premiado. Él nos puso una tarea, si la hacemos, lo que hagamos lo vamos a encontrar; pero a veces el Señor quisiera que hiciéramos hasta la Z, pero hicimos hasta la F, porque no nos ponemos atentos a lo que el Señor nos tiene preparado de antemano. No nos hagamos los tontos, porque los que vamos a perder somos nosotros; cada uno ahí presente: Señor, ¿entonces para qué estoy yo aquí? La obra de cada uno va a ser probada. “Si permaneciere la obra de alguno”; aquí vuelve a hablar de obras. Pablo, que es el que más enseña de la fe, aquí está hablando de obras. “14Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa”; esa es la sobreedificación, porque el otro es el fundamento. Para el fundamento nosotros no hicimos nada; eso lo hizo Jesucristo. Él vino, murió por nosotros, nos salvó; ya somos hijos, hijas, eternamente salvos; pero ahora, ya que nos salvó, ahora ¿qué hacemos? No, pues vamos a jugar billar; vamos a cine; no, no, no es eso lo que hay que hacer siendo salvos; tenemos que hacer otra cosa, ¿verdad? Hay que hacer las obras que Él nos haya preparado.
“15Si la obra de alguno se quemare, (mire esta palabra, un salvo de la iglesia) él sufrirá pérdida”; se llama sufrir y se llama pérdida; pero fíjense que no es pérdida de la salvación, pero sí es pérdida del galardón; que ninguno tome tu corona. Yo quería este lugar para ti, pero lo descuidaste y alguien tuvo que hacer lo que tú no hiciste; perdiste tu corona, lo descuidaste y otro tuvo que hacer lo que tú no hiciste, perdiste tu corona, era para ti, pero ahora no lo hiciste y otro toma tu lugar, ¿ven? Entonces dice: “15Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, (¿se dan cuenta que no es pérdida de la salvación? Será salvo) aunque así como por fuego”. Un salvo que pasa por fuego; no se pierde, es salvo, pero sufre pérdida si su obra se deshace, ¿amén?
La salvación es un regalo de Dios
Efesios 2:8-10: “8Porque por gracia sois salvos (cuando habla de la salvación dice, por gracia) por medio de la fe”; aquí no habla de obras; habla de la gracia. Dios te salva por gracia, ¿por qué? porque tú merecías morir, y el Señor murió por ti; tú creíste, Él te perdonó, te regeneró; ahora eres un hijo. “8Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9no por obras, (la salvación no es por obras, es don de Dios, regalo) para que nadie se gloríe”. ¡Ah! bueno, entonces no hay necesidad de obras; claro, para la salvación no hay necesidad de obras, solamente de fe; pero ahora que somos salvos ¿qué? entonces viene el siguiente verso: “10Porque somos hechura suya, (ahora somos salvos por fe, no por obras, somos hijos, somos la Iglesia, hechura suya ¿para qué? esa palabra “hechura suya” en el griego dice: “poema suyo”; hechura es una cosa no tan linda, pero somos poema, es una hechura muy hermosa) creados en Cristo Jesús (ah, nos salvó por gracia, nos creó y nos hizo ¿para qué?) para buenas obras”; ¿cuáles buenas obras? ¡Ah!, voy a hacer votos; los cuatro votos; voy a hacer voto de obediencia al papa, voy a hacer voto de castidad, voy a hacer voto de pobreza; no, no, no, no se trata de postrarse ante hombres; sino que son las obras que Dios preparó para ti; no lo que una organización te roba del servicio al Señor, y te pone a servirlos a ellos. ¿Me entienden? No se trata de servir a meros hombres, ni organizaciones; se trata de servir al Señor, en comunión con Él. ¿Qué es lo que Él te preparó a ti? No vayas a hacer votos de obediencia sino al Señor, porque no te puedes comprometer entregando lo Suyo a otro; el Señor ya preparó para cada uno lo que tiene que hacer; eso ya está preparado. “10Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Significa que las obras que tú vas a hacer mañana, ya están preparadas; puede ser que no sean agradables, pero las preparó Dios para que seamos probados, salgamos victoriosos y tengamos galardón; aquí no estamos jugándonos la salvación; la salvación es un regalo; “la dádiva de Dios es vida eterna”. No confunda galardón con salvación; salvación es por fe, es por gracia, no por obras; pero después de que eres salvo, eres hijo, eres hija, eres la Iglesia, eres un poema de Dios para buenas obras que Él ha preparado de antemano.
Hermanos, cada día estemos atentos a ver qué nos preparó el Señor, el mismo Señor; porque si haces voto de obediencia a los hombres, ellos te tienen preparada por allá quizá la comisión de un crimen en nombre de la religión. ¿Ustedes no saben los votos terribles que hacen algunos jesuitas? No, no se trata de hacer votos a los hombres; es estar cerca de Dios para ver lo que el Señor te preparó a ti para hacer. Ester, para esta hora estás tú aquí, esto tú lo tienes que hacer, tú tienes que hacerlo; si tú no lo haces, esa pata de la mesa faltante la va a dejar coja. Hermanos, hay muchas patas cojas porque hay hermanos que no están en su lugar, no ponen el hombro donde lo tienen que poner, y la mesa está floja porque le falta una pata. Hay cosas que no se hacen porque falta que pongan el hombro los que lo tienen que poner. Hermanos, ¿se dieron cuenta? Obras tienen lugar en el plan de Dios, no para la salvación, sino para que los salvos le sirvan a Dios; y Dios, a los salvos, los va a poner en el reino; y la diferencia de la posición en el reino, la diferencia de la gloria de la resurrección de cada uno, va a ser en relación a cuánto le han servido al Señor. Dice 1 Corintios 15:41 que una estrella es diferente de otra en gloria; hay estrellas de primera magnitud, de segunda magnitud, de tercera magnitud, de cuarta magnitud, de quinta magnitud, de sexta magnitud; hay algunas que no se ven casi; y se dice que así será en la resurrección. En la resurrección algunos resucitarán de primera magnitud; otros de segunda magnitud y otros casi no se ven; les toca ir a limpiarse durante el milenio para ver si brillan después. ¿Me entendieron, hermanos? Entonces las obras sí tienen lugar. Hermanos, engañaríamos a los santos si les dijéramos que la salvación es por obras; ese sería un falso evangelio. Decimos y certificamos que la salvación es por fe en el Señor. Él murió por nosotros, nos dio la salvación, la salvación es un regalo; pero también mentiríamos a los hermanos si les dijéramos: Hermanos, ustedes ya están salvos, ya no necesitan hacer nada. Hay que enseñar todo el consejo de Dios; la salvación, para que se salve, y también el trabajito que tenemos que hacer los salvos para merecer un lugar más cerca del Señor. Acuérdense de que la Nueva Jerusalén es una pirámide, poquitos estarán más arriba, y cada vez que vamos bajando hay más, y afuera hay muchos; pero seamos de los poquitos que están más arriba de la Nueva Jerusalén. ¿Amén, hermanos?
El Señor dará el galardón cuando venga
Volvamos a Apocalipsis 22:12: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. ¿Cuándo va el Señor va a recompensar, a galardonar? en Su venida; por eso digo que esta venida es después de la gran tribulación; es durante la séptima trompeta, no antes de las trompetas, sino durante la séptima. Vamos a la séptima trompeta en el capítulo 11 de Apocalipsis para que usted vea la correspondencia de Apocalipsis 22:12 con la séptima trompeta. La séptima trompeta está en Apocalipsis 11:15-19; ahí está todo lo que tiene que ver con la séptima trompeta; la séptima trompeta consuma todo el misterio de Dios; ahí abarca toda la consumación; pero dentro de toda la consumación hay varios elementos, entre esos está el galardón.
La séptima trompeta es el tiempo del galardón
Entonces dice el verso 18 en el contexto de la séptima trompeta, después de todas las anteriores trompetas de juicio. Dice: “18Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, (ese se airaron las naciones es Armagedón) y tu ira ha venido, (las copas de la ira) y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y (por otra parte) destruir a los que destruyen la tierra”. Al mismo tiempo, como dice 2 Tesalonicenses capítulo 1:5-10, Él viene para dar retribución a unos, y reposo a otros. Cuando da retribución a unos, da reposo a otros; cuando da reposo a unos, da retribución a otros; así está en 2 Tesalonicenses 1:7. Leámoslo para que no confíen en su memoria, ni me oigan sólo a mí; ustedes no me tienen que oír a mí, tienen que examinar con la Biblia lo que yo digo. Si me salgo de la Biblia, siga la Biblia, no me siga a mí, pero por favor, si yo le digo algo que usted no pensaba y que piensa distinto, mire si soy yo el que lo digo o si es la Biblia la que lo dice; si es la Biblia, por favor, no me siga a mí, pero sí siga la Biblia.
2 Tesalonicenses 1:7-10 dice: “7Y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, (¿cuándo?) cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, 8en llama de fuego, para dar retribución”. Entonces ¿cuándo nos da reposo a nosotros? Cuando se manifiesta para dar retribución. Ahora pasamos al versículo 9: “9los cuales (los que son perdidos) sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, (¿cuándo?) 10cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos”. Usted ve que las dos cosas están juntas; Él quiere dar reposo a unos y retribución a otros, y excluye a unos cuando los otros son glorificados, al mismo tiempo. Eso es lo que aparece en Apocalipsis 18:11: “y tu ira ha venido, (¿y qué más ha venido?) y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón”; ¿cuándo es el tiempo de dar el galardón a los siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, cuándo? La séptima trompeta. La séptima trompeta es el tiempo del galardón; la final trompeta.
Ahora, en Apocalipsis 22:12 dice: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. ¿Cuándo recompensará? Cuando Él venga. ¿Cuándo es el tiempo de juzgar y de dar el galardón? En la séptima trompeta, que es la final trompeta. La final trompeta es la séptima: “51He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Co. 15:51-52). ¿Cuándo? A la final trompeta. ¿Cuál es la final trompeta? La séptima trompeta; entonces esa es la hora del galardón a las obras del pueblo de Dios. El Señor no sólo anuncia salvación, anuncia también galardón; salvación por fe, pero galardón por obras. ¿Qué quiere decir salvos por fe? No nos vamos a ir al infierno porque el Señor murió por nosotros; ¿pero a dónde nos vamos a ir? Ahora sí, ya te salvé; ¿ahora para dónde quieres ir tú, hijo? ¿Quieres escalar la Nueva Jerusalén? “El que quiera, venga y beba gratuitamente del árbol de la vida”; ya eres salvo, pero trabaja para el Señor. ¿Amén? encontrémonos bien arribita de la Nueva Jerusalén; hagamos lo posible para reinar en el Milenio, y de allí pasar derecho a la Nueva Jerusalén.
Entonces vean, ya Juan puso su firma; ahora el Señor pone la suya: “13Yo soy el Alfa (el que comenzó todo) y la Omega, (que es la última letra del alfabeto griego, el que termina, el Señor es la Omega, el Alfa y la Omega) el principio y el fin, el primero y el último”; es el que comienza todo y es el que tiene la última palabra.
Tener acceso al árbol de la vida
Ultima bienaventuranza, séptima bienaventuranza del Apocalipsis: “14Bienaventurados los que lavan sus ropas”; lavar las ropas tiene que ver con la salvación. En Apocalipsis se nos dice a los siervos, pero los siervos tienen que llevar el mensaje a todo mundo; los siervos tienen las ropas lavadas, pero los que no, al final dice el Señor para todos: “14Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida”. ¿Por qué algunas naciones tendrán derecho a las hojas y no al árbol de la vida? ¿Se dan cuenta por qué no? porque son naturales. Los que nacen de nuevo lavan sus ropas [en la sangre del Cordero]; esa expresión: “en la sangre del Cordero” algunos manuscritos la añaden basados en la que aparecía en otros versos anteriores; pero aquí no aparece; aquí aparece: “Bienaventurados los que lavan sus ropas”. Algún manuscrito posterior dice: “en la sangre del Cordero”; claro, es en la sangre del Cordero; pero no lo dicen la mayoría de los manuscritos, ni los más antiguos, por eso no lo agregamos ahí; “para tener derecho al árbol de la vida”; es decir, no se puede tener derecho al árbol de la vida sin lavar las ropas en la sangre del Cordero, confesar nuestros pecados al Señor, pedir perdón, y recibirlo como a nuestro Salvador; ahí nuestras ropas son limpiadas y tenemos acceso al árbol de la vida. Y dice: “y para entrar por las puertas en la ciudad”. Noten cómo el Señor resume las cosas en dos figuras: el árbol de la vida que tiene que ver con la eternidad, la vida eterna, la salvación, lavar las ropas; el árbol de la vida, es por la sangre, por la vida del Señor; ¿y ahora habla de qué? de la ciudad: “y para entrar por las puertas en la ciudad”. Hermanos, son las dos cosas principales, son los dos motivos principales del cierre. Lavar las ropas para tener derecho al árbol de la vida, y tener derecho a entrar por las puertas en la ciudad, la ciudad de Dios, la Nueva Jerusalén; esa es la edificación espiritual que tendrá también una expresión material, pero que tiene un sentido espiritual que nosotros edificamos desde ahora. Para poder entrar, tenemos que ser limpiados, ¿amén? Lo que Dios quiere es que todos lleguemos a esa ciudad, ¿amén?
Los excluidos
Pero algunos estarán afuera, en la tierra, y otros mucho más afuera, en el lago de fuego; en vez de mar va a haber un lago de fuego a donde vienen los demás, los que no tenían su nombre en el libro de la vida. “15Mas los perros”; aquí no se refiere a los perros salchichas, a los perros San Bernardo, etc., no. En la Biblia los judíos le llamaban perros a los gentiles que vivían una vida inmunda; entonces a eso es a lo que la palabra llama “perros”; las personas inmundas; “los perros estarán fuera”; aquí no dice solamente fuera de la ciudad, no; fuera de toda la nueva tierra, el nuevo cielo, la Nueva Jerusalén; en el lago de fuego; ¿y quién más? “los hechiceros”; los que contactan espíritus y hacen “trabajitos” como ellos lo llaman, con espíritus; estarán fuera, estarán en el lago de fuego; “los fornicarios”; las personas que sin respeto por el matrimonio tienen relaciones; o se separan y se meten con uno, se meten con otro; esos son los fornicarios; el adulterio está también incluido en la fornicación; “los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira”. ¡Qué cosa! A veces no sólo se hace mentira, sino que se ama hacer mentira; los que la aman y la hacen, no estarán en la ciudad de Dios, ni en el cielo nuevo, ni en la tierra nueva, sino como había dicho el capítulo 21, en el lago de fuego; es decir, ahí se repite lo que decía el capítulo 21; lo vuelve a repetir en esta bienaventuranza y en esta advertencia.
Y ahora dice el Señor en el verso 16: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”. El Señor quiere dar testimonio de todas estas cosas en las iglesias. Al estar oyendo Su palabra, Él que está presente entre nosotros por Su Espíritu, está dando testimonio a nosotros; pero aquí el Señor usa el plural; en otra ocasión el Señor usó el singular: la Iglesia; la Iglesia en lo universal es una sola, pero cuando se expresa en el tiempo, en la geografía, la iglesia aparece como iglesias; la Iglesia universal aparece como la iglesia en Jerusalén, la iglesia en Antioquía, la iglesia en Cesarea, la iglesia en Efeso, la iglesia en Esmirna, la iglesia en Sardis, la iglesia en Filadelfia, la iglesia en Pérgamo, la iglesia en Laodicea; es decir, la iglesia en las localidades, en los municipios, en las pueblos, en las aldeas, en las ciudades; ahora habla de las iglesias. El Señor da testimonio de estas cosas en las iglesias. Lástima que hubo iglesias que le han cerrado las puertas a este testimonio del Señor y de Su ángel, y se han quedado sin ese testimonio. “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”. Bueno ¿y quién es este Jesús? ¿Saben quién es? “Yo soy (y aquí aparece la divinidad y la humanidad) la raíz y el linaje de David”. Cuando dice: la raíz de David, o sea, el que dio existencia a David, ese es Dios; y cuando dice: el linaje de David, es la encarnación porque Él vino, como hombre, del linaje de David; entonces ahí aparece la divinidad y la humanidad de este Jesús. “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”. El Señor es siempre la estrella resplandeciente; “Yo soy”, Él es; no que Él va a ser, que Él va a dar, sino Él es la estrella resplandeciente de la mañana. ¿Ustedes recuerdan en 2ª de Pedro que él habla de esta estrella?
La estrella de la mañana
Vamos a 2 Pedro 1:19; dice: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga (¿dónde?) en vuestros corazones”. ¿Dónde tiene que salir el lucero de la mañana? En nuestros corazones. ¿Por qué el Señor dice ser la estrella resplandeciente de la mañana y se le llama también por Pedro el lucero de la mañana? ¿Por qué? porque fíjense, cuando el Señor venga en gloria, Él será el sol de justicia; así se le llama en Malaquías. Vamos a Malaquías, el último libro y la última profecía del Antiguo Testamento. Malaquías 4:2; ahí el Señor es llamado “Sol de Justicia”. “2Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. 3Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Ahora estoy mirando lo que ustedes hacen, pero ese día voy a actuar. Entonces dijo: saldrá el Sol de justicia; el Sol de justicia se refiere a la venida del Señor, pero antes de que venga el Señor, en la oscuridad, cuando todavía está oscuro, el Señor nos ilumina como la estrella de la mañana. Ahora nosotros necesitamos al Señor como la estrella de la mañana; el Señor formado en nosotros, es el Señor como la estrella de la mañana, pero cuando Él venga en gloria será el Señor como el Sol de justicia; la estrella es cuando todavía hay oscuridad; o sea, durante el tiempo de nuestra prueba en la tierra; es el tiempo cuando hay oscuridad; tenemos al Señor, pero todavía no como el Sol; entonces ¿como qué? como la estrella. Por eso dice Pedro: estén atentos a la palabra, hasta que salga el lucero de la mañana en vuestros corazones; el sol también tiene que resplandecer en nuestros corazones, pero cuando el Señor venga; eso es ya el Sol de justicia; antes de venir el Sol de justicia, estamos todavía de noche. El Señor dijo: trabajad mientras es de día porque la noche viene cuando nadie puede trabajar. Entonces quiere decir que antes de venir el Señor estamos de noche; dice: “a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo!”, (Mt. 25:6). Mientras estamos de noche necesitamos al Señor; como todavía no lo podemos tener en gloria en la segunda venida, por lo menos lo tenemos como la estrella de la mañana que alumbra en lugar oscuro. Déjele a Él alumbrar y alumbrar en nosotros. Algunos hermanos han dicho que la estrella de la mañana se refiere a un arrebatamiento anterior a la resurrección, aunque Pablo dice: “No precederemos a los que durmieron”; yo no le veo la palabra arrebatamiento a la estrella de la mañana por ningún lugar, pero si usted se la ve, amén; no hay problema, gracias al Señor.
Ahora miren qué belleza, cómo es al final: “17Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven”. ¡Qué precioso! Ya para el final, porque el Señor había dicho que Él se presentaría una Iglesia santa y gloriosa, sin mancha ni arruga, o sea, que Él está trabajando para presentarse Su iglesia en unidad y en gloria y en armonía; al final la ves; el Espíritu y la voz de la esposa son la misma. Cuando somos inmaduros, el Señor dice A y yo digo B; el Señor dice B y yo digo A, pero al final, cuando haya ese matrimonio con el Señor: “El Espíritu y la Esposa dicen: Ven”. Hay una perfecta unión entre el Espíritu y la Esposa; la misma voz y el mismo motivo. ¿Cuál es el motivo? Ven. ¿Qué dijo el Señor que hiciéramos? Orad así: “Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad aquí en la tierra como se hace en el cielo”; o sea que hay que servirle al Señor. ¿A quién es al que el Espíritu y la Esposa le dicen: Ven? al Señor. ¿Qué quiere decir eso? Que el Espíritu ayuda a la Iglesia a interceder para que venga el reino del Señor. “El Espíritu y la Esposa dicen: Ven”; significa que en el tiempo final nosotros estaremos intensamente intercediendo para que venga el Señor. Apresúrate, amado mío. Sé semejante al corzo y al cervatillo sobre las montañas de los aromas, ¿amén? Intercediendo para que se haga la voluntad del Señor, eso es lo que debemos ya estar haciendo nosotros. No sólo individualmente, sino como iglesia y ayudados por el Espíritu, porque el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. “El Espíritu y la Esposa dicen: Ven”. Y ahora dice: “17Y el que tenga sed, venga”; el Señor lo va a ayudar; si el Señor le dice: venga, no lo va a dejar en su debilidad caída, no; si el Señor le dice que venga es porque Él le va a ayudar; hay gracia, hay socorro a su naturaleza caída. Si el Señor dice venga es porque Él le va a ayudar. “Y el que tiene sed, venga; y el que quiera”. Ahí está la responsabilidad del hombre, ahí está el ejercicio de la voluntad de cada uno. “El que quiera”; tiene que querer; el Señor no lo va a agarrar a la fuerza. “Yo quise juntar tus hijos, pero tú no quisiste”, dijo el Señor en Matero 24; hay que querer. “y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. Ese es el Espíritu; el Espíritu se recibe por fe y gratis. Dice Pablo a los Gálatas: “¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?” (Gá. 3:2). Por oír con fe recibimos el Espíritu. El que quiera, venga y beba gratuitamente; el Señor no le cobra nada a nadie por el don del Espíritu Santo.
Verso 18; ahora no sabemos si este es Juan, el ángel o Jesús; pero si fuera Juan, es en nombre de Jesús; si fuera el ángel, es en nombre de Jesús; y si es Jesús es en el nombre del Padre, porque es la revelación que Dios le dio y la declaró por su ángel. “Yo”, ahí tenemos que tener al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo, al ángel, a Juan, y a la iglesia. “18Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: (este libro es una profecía) Si alguno añadiere a estas cosas, (por eso es tan delicado ponerse a hacer flores) Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro”. Hemos leído tremendas clases de plagas; pues vendrán sobre el que le añada a este libro; esta es una advertencia para que la Palabra del Señor sea respetada como es; a veces nosotros no editamos una diferente, pero cuando decimos las cosas, las decimos diferente; decimos cosas que no están escritas y algunas que están escritas las sacamos de lado; eso es delicado.
“19Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida”; ¿está diciendo que se va al lago de fuego? ¿está diciendo que las hojas le serán vedadas? ¿está diciendo que a las naciones sujetas que andan a la luz de la Nueva Jerusalén le serán vedadas? El árbol de la vida les será vedado; no dice el texto que será quitado del libro de la vida, como si un salvo se perdiera; lo que dice es que no tendrá acceso al árbol de la vida. “19Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida”. Todos los manuscritos griegos dicen: “árbol de la vida”, todos, “y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro”, que son cosas preciosas; lógico que se refiere a las positivas.
Y ahora dice el Señor en el verso 20: “El que da testimonio de estas cosas, (el mismo Señor Jesús) dice: (por tercera vez; tres veces dijo esto el Señor: esta es la tercera vez) Ciertamente vengo en breve”. Entonces, el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. “Amén; sí, ven, Señor Jesús”. Apresúrate amado mío, ven, ¿amén?
Y termina Juan en nombre del Señor así como comenzó; ¿cómo empezó Juan? Con la gracia. Primero empezó con la presentación y después dice en Apocalipsis 1:4: “Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono”. Ahora en la Nueva Jerusalén ¿qué es lo que sale del trono? El río de Dios; ¿qué son los siete espíritus? El Espíritu de Dios: ¿y qué es el río delante del trono? Es el Espíritu de Dios.
Entonces dice aquí en el verso 21: “La gracia del Señor Jesús, sea con todos”. Gracias a Dios. Le agradecemos al Señor que hemos podido considerar este preciosísimo libro. Vamos a darle gracias al Señor. ☐
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